No es el Jardín de las Delicias pero sí un intento precioso de algunos vecinos de aportar algo de dignidad a una zona completamente olvidada por el Ayuntamiento de Málaga desde los tiempos de Adolfo Suárez, y no es exageración.
30 años llevan las 150 familias de la calle México y la calle Rodrigo de Narváez, a un tiro de piedra del Carlos Haya, reclamando que el Ayuntamiento haga algo con el enorme descampado nauseabundo que tienen delante y que no se arregla ni a la de tres (ni por lo que se ve, a la de treinta).
Ya quisieran los vecinos ver convertido este pedregal en un aparcamiento con un centro social o cualquier otra solución, pero como pasa el tiempo y la breva no cae, algunos han optado por contraatacar con trabajo e ilusión, para poner colorados a tantos responsables municipales, primero socialistas y ahora populares, que se han desentendido del terrizo en este tiempo.
Por eso, es digno de reseñar el trabajo denodado para convertir, al menos la zona del descampado que linda con los bloques de la calle México, en un modesto jardín lleno de imaginación.
Dos improvisados caminos con losetas evitan pisotear esta prometedora zona verde, que se tiene que proteger de los embates de los coches que llenan el descampado con pequeños muros hechos con restos de plantas y piedras.
Lo que literalmente «no tiene arreglo» es el borde que linda con el Parque de Norte, un auténtico estercolero con innumerables productos en estado de descomposición. Una verdadera exhibición de «síndrome de Diógenes» al aire libre. Muy cerca de esta zona, protegida por una valla de obra, hay un hoyo muy respetable, repleto de basura, en el que cabría el ajuar de Tutankamon (como un coche aparque de noche en el «joyo» corre el riesgo de ser abducido.
Hace unos días hablábamos del destartalado Llano de Doña Trinidad pero tampoco la calle México es muy recomendable para pedir el voto en las próximas elecciones. Los vecinos lo que quieren es mejoras, no promesas, y todos los días, al levantarse, tienen que encararse con esta lamentable realidad, plagada de coches, polvareda y cacas de perro. ¿Hasta cuándo Catilina? Mucho nos tenemos que Catilina no tiene ni la más remota idea.
Plaza del obispo
Por contra, frente a esta longeva demostración de desgana hay que felicitar efusivamente al Ayuntamiento de Málaga por haber logrado erradicar la zona de carga y descarga en la plaza del Obispo.
Era una imagen bastante negativa de nuestra ciudad que se repetía a diario, para desconsuelo de turistas y cruceristas, que se topaban con una muralla de camiones tapando la plaza. Ya es pasado. Felicidades.
Metales
Ayer, en la calle Martínez de la Rosa, un hombre pedía limosna enfundado en una camiseta de la selección. Aunque falta el dinero, no faltan ganas de apoyar a España. Así es la vida y así es el fútbol.