El cuadro más famoso de Turner, ‘Lluvia, vapor y velocidad’, muestra el paso fugaz de una locomotora por un puente, en un paisaje difuminado por la lluvia.
Desde comienzos de los años 70, la pintora malagueña Margarita Moris ha ido creando paisajes, marinas y abstracciones que parecen seguir los pasos del maestro inglés, aunque con un sello propio que quiere reinterpretar la realidad.
Porque como ella misma confiesa, en sus cuadros no se contempla esa ‘calma chicha’ de algunos marinistas o las visiones idílicas del campo, lo suyo es el oleaje o los paisajes andaluces ‘reinterpretados’, con tonalidades que sorprenden pero en las que no tiene cabida el negro.
«Me apetece que la gente sienta algo con mis cuadros y pueda meterse dentro, no para contemplarlos», comentaba ayer. No es de extrañar que con este planteamiento, el único día de niebla en los Montes de Málaga ahí esté esta pintora para mostrarnos los paisajes de manera distinta, muy alejados de la visión clásica. También hay retratos de galaxias llenas de intensidad y cuadros abstractos de una gran riqueza.Sus vistas de Málaga, siempre originales, estén hechas desde un barco o desde Gibralfaro, nos muestran una ciudad distinta y por tanto, más valiosa.
Con puntualidad británica, la artista pinta todas las tardes en su estudio de la Cañada de los Ingleses y una vez por semana sale al campo en busca de inspiración, aunque esta se esconda en un cardo solitario del que saca algunos apuntes como base para lo que luego vendrá.
En el Candado Beach, el renovado restaurante junto a la playa del Candado, se exponen sus cuadros hasta final de mes.El sitio elegido además impresiona, con unas cristaleras por las que entra un chorro de luz y asoma el Mediterráneo (o más bien esa cosa a medio camino del Atlántico que es el Mar de Alborán).
Si quieren ver algo original y lleno de fuerza, una pintura interior que refleja la vida en el exterior, esta es su exposición.
Tiendas
En Málaga existen comercios que siguen reforzando su querencia por la tradición, aunque a veces uno tenga dudas de si no es una querencia por el anacronismo.
Es el caso de un comercio chino en la calle Horacio Lengo que sigue anunciándose como Todo a cien y que muy pronto se convertirá, si perservera un par de décadas más, en una curiosidad histórica.
Sombra
Y sin abandonar a Horacio Lengo, pintor de Torremolinos del siglo XIX, hay que darse una vuelta por el pasaje que también lleva su nombre, al lado de la mencionada calle.
Se trata de una cuestecita peatonal, con ficus y brachichiton a los lados, de forma que no se entorpecen sus copas y ramas. Ahora que apunta el verano, esta cuesta es casi una parada biológica, que tiene como vecino el colegio infantil que lleva el nombre del Doctor Fleming. En un sitio así dará gusto estudiar.