Del Santo Job y las luces de la chimenea de la Térmica

7 Abr

Algunos lectores recordarán esa estupenda y sabia rima sobre un marido que padecía de retención de orina y su mujer le ‘exhortaba’ a tener conformidad. “Acuérdate –le decía– lo que el Santo Job sufría y cuánto el pobre pasaba”. Y el marido respondía: “De acuerdo, pero meaba”.

A parecida conclusión hay que llegar después de que una amable portavoz del Ayuntamiento haya explicado al autor de estas líneas por qué los proyectores de luz que rodean la chimenea de Los Guindos tienen tan mal aspecto después de sólo un año de su colocación, un asunto que esta sección comentó hace unos días.

Vayamos con la explicación municipal:?las piezas que escoltan la chimenea, y que recuerdan a las chimeneas de los barcos, son de ‘acero corten’ y tienen una oxidación normal con unas características particulares que protegen la pieza de la corrosión atmosférica (la capa exterior se oxida pero el interior permanece inalterable). El material fue elegido “por su buen comportamiento en ambientes agresivos”, dice la portavoz.

En cuanto a los chorreones de óxido que caen por la base de estas luces, se trata de restos de esa ‘oxidación inicial’.Con respecto a las grietas que se aprecian en la base, el Ayuntamiento señala que se trata de fisuras por retracción que se forman cuando el hormigón se contrae al fraguar y endurecerse, sin ninguna repercusión para la estructura de los proyectores, ya que los cilindros de hormigón están armados con barras de acero.

Expuesta la explicación municipal, de lo más razonable por cierto, habrá que contestar de forma parecida al marido con retención de orina y decir en su lugar: “De acuerdo, pero eso sigue con un aspecto que da pena”.Y es que, conocidas las explicaciones técnicas que sustentan el estado decrépito de los proyectores, hora es de que el Ayuntamiento aminore el ‘look’ deteriorado eliminando los chorreones de óxido en las bases con una manita de pintura y cubriendo esas fisuras, que si no son inseguras, son antiestéticas y proporcionan un aspecto muy descuidado al conjunto. En esto de solicitar arreglos, la paciencia de Job hay que tener.

El despiste

Lo cuenta para esta sección un amable vecino de Huelin, quien hace un par de semanas vio desde el balcón de su casa, en primera línea de playa, cómo un barco de grandes dimensiones, con el capitán más despistado que una cabra en una garaje, arribaba hasta las inmediaciones de Sacaba Beach, seguramente confundiendo el espigón de la Térmica con el Puerto de Málaga.

El buque, que estuvo a punto de encallar, tuvo que dar marcha atrás (‘recular’ que se dice) y poner rumbo hacia el Puerto. La próxima vez que arribe por aquí seguro que afina. Por la cuenta que le trae.


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