Decía Borges que la lluvia es una cosa que siempre sucede en el pasado porque nos ayuda a recordar. Sin pretender enmendar la plana al amante de los tigres, las sagas islandesas y los laberintos, los últimos cuatro meses de lluvias en Málaga sólo pueden evocar la riada de 1907, de la que con toda seguridad ya no queda ningún superviviente.
A un servidor lo que le recuerda esta persistencia del agua es ‘al futuro’, más que al pasado; da la impresión de que la Ciudad del Paraíso se ha transformado en ese planeta, descrito por Ray Bradbury en uno de sus cuentos, en el que una tromba cae a todas horas todo el año.
Un exhausto astronauta consigue encontrar, en lo más recóndito de ese planeta-lagunas de Ruidera, un invernadero en el que se conserva como oro en paño la luz y el calor solar.
Este panorama cíclico, pero siempre inesperado de lluvia, viento y viviendas con goteras está empezando a hacerse insoportable para más de un malagueño. Me contaba este fin de semana el responsable de un- centro de salud que están aumentando las depresiones en la ciudad, pero también en Torremolinos, por las desavenencias climáticas.
¿Nos estaremos volviendo gallegos y contagiando de morriña? En todo caso, el proceso de ‘galleguización’ sería lento, casi centenario, pues consistiría en educar a la población a salir de sus casas con independencia de cuál sea el estado del tiempo.
No hay estadísticas pero por ‘genética’, seguro que un tercio de la población, si no se lo impidiera el trabajo o el cuidado de los nietos, no asomaría la pata con la lluvia.
Pudo verse el pasado viernes, en pleno auge carnavalero. A las 9.30 de la noche la única persona disfrazada por la Alameda Principal era una joven decimonónica con falda de miriñaque y (eso la salvó) un paraguas a juego.
Esa falta de costumbre a aguantarse con lo que caiga de arriba es lo que nos diferencia de la cornisa norte, en donde el paraguas es un objeto más del atuendo personal que no emite ningún tipo de radiación o mal fario, como se cree por estos lares.
En todo caso, en la larga senda que aguarda a Málaga hasta formar parte de la España Húmeda seguro que veríamos manifestaciones autóctonas de adaptación como rogativas para que cesara la lluvia o la celebración de la Feria de Agosto en el Centro Acuático de Parque Litoral. Cuántas evocaciones. Ya pasarán.
Plaza y derribo
La calle Miguel Moreno Masson, junto a los pisos del Fuerte, que desemboca en la avenida de Andalucía, cuenta con una pequeña placita con bancos, una palmera solitaria y naranjos, pero destroza la perspectiva una caseta de obra abandonada.
Posiblemente, el ‘cascajo’ acogió algún cuarto de electricidad pero en la actualidad sólo ofrece un tejado a medio derruir y ventanas rotas desde las que se aprecia un ‘totum revolutum’ de cacharros. Lástima de perspectiva.