Ha sido siempre un edificio tan increíblemente bonito, que ningún terremoto ‘urbanístico’ ha podido con él e incluso en 1939 ya fue declarado Monumento Nacional, todo un logro en la ‘inestable’ Málaga.
El Palacio de los Condes de Buenavista, sede del actual Museo Picasso, tiene además una curiosa historia relativa al título nobiliario que ostenta.
Fue construida hacia 1535 por Diego de Cazalla, un posible judío converso que participó en la toma de Málaga. Aunque el palacio se construyó aprovechando algún elemento de la mansión árabe que había anteriormente, parece que don Diego se quedó prendado por la Casa de Pilatos de Sevilla y quiso construir algo parecido. A la última moda.
A finales del siglo XVII, por un enlace matrimonial el palacio pasa a manos de Francisco Chacón y Enríquez, el I Conde de Mollina, un noble muy vinculado con Antequera.
Pues bien, el palacio estará vinculado a los condes de Mollina hasta nuestros días, cuando se convierte en la sede del Museo Picasso.
La pregunta del millón por tanto es cómo a pesar de esta vinculación de más de 300 años, el palacio ha sido conocido como el de los Condes de Buenavista y no de los Condes de Mollina.
La respuesta la tenemos en el universo nobiliario, y es que los sucesivos Condes de Mollina también ostentan varios títulos. Si nos vamos al siglo XIX vemos cómo el palacio va poco a poco dejando sus funciones de ‘casa palaciega’ para convertirse en casa de huéspedes y sede de numerosos negocios.
En esa época de cambios fue sexta condesa de Mollina Juana Piñeyro de Echeverri, sobrina bisnieta del anterior conde. Pues bien, doña Juana era también quinta condesa de Buenavista de la Victoria y su hijo heredó este doble condado, aunque no la siguiente condesa de Mollina, pues fue una hermana la que se convirtió en condesa de Buenavista.
En esos tiempos de trasiego de huéspedes y comercios, a partir de mediados del XIX, fue cuando se popularizó el nombre de los Condes de Buenavista, no sólo porque el título ya era muy conocido en Málaga sino sobre todo porque coincide en el tiempo con esa ‘apertura’ del palacio. Los inquilinos, entre ellos algunos de los primeros comerciantes Gross, tendrían que pagar todos los meses el arriendo ‘a los condes de Buenavista’.
Además, desde el punto de vista ‘promocional’, lo de Palacio de los Condes de Buenavista suena mejor que Condes de Mollina y en todo caso, el nombre popular ‘no maquilla la verdad histórica’, aunque los de Mollina se merecieran más el nombre.
Por la dieta blanda
Hace un mes abogábamos por la proliferación de caramelos blandos en las cabalgatas de Málaga. Ayer, una señora comentaba en un autobús de la línea 17 que su marido había tenido que ser operado de desprendimiento de retina por un caramelazo en una cabalgata.