Encender la televisión y constatar que en ella todavía ‘reina’ la remodelada Belén Esteban da buena cuenta de la crisis mundial que estamos viviendo.
Sin embargo, 2009 ha servido también para despejar la niebla de dos leyendas de Málaga que, convertidas en tradición, habían sido creídas por muchísimos malagueños a pies juntillas.
Ahora, no están tan claras (nada claras)?y hasta las autoridades han tomado buena cuenta, al menos de una de ellas.
Empecemos por la más reciente, nacida en diciembre de 1900. Como hemos contado alguna vez en esta sección, la tradición sigue diciendo, y así lo ‘atestiguan’ cientos de artículos escritos con los datos de los anteriores, que murieron malagueños al intentar salvar a los naúfragos de la ‘Gneisenau’.
Pues va a ser que no. Al menos, según los datos del Archivo Municipal, no hay ninguna orden de sepelio de en esas fechas de malagueños muertos en el naufragio. Sin orden de sepelio no hay entierro en San Miguel o en San Rafael.
¿Habrá que concluir que los locales fallecidos por salvar a los marinos prusianos fueron enterrados en la playa como si fueran proscritos de la justicia?
Todo apunta a que los únicos muertos fueron los jóvenes marinos del buque-escuela y no hubo malagueños entre las bajas.
Esta constatación fue ‘asumida’ por el Ayuntamiento de Málaga, que en la pasada conmemoración de los 100 años del puente de los Alemanes obvió en su información institucional semejante ‘bulo legendario’, o al menos, hasta que alguien aporte pruebas.
La segunda leyenda, la de la paralización definitiva de las obras de la Catedral por la ayuda a los americanos también quedó descartada en 2009, cuando se habló de terminar el monumento inacabado. Como ya recordó La Opinión hace unas semanas, la paralización total se produjo con el desvío de los dineros para la construcción del Camino de Vélez y el de Antequera. El desvío tuvo lugar después de la paralización temporal por la ayuda del Cabildo de la Catedral a la guerra en las colonias americanas.
El récord
Parecía complicado pero en Málaga no hay nada imposible. A pesar de contar con obstáculos ‘insalvables’ como una fuente del siglo XVIII además de sillas, mesas y estufas, en la plaza del Obispo se acumularon ayer, hacia las 10 de la mañana, seis camiones.
La restricción del tráfico en el Centro Histórico ha dejado sin resolver el problema de la carga y descarga en la zona. Mientras llega la solución habrá que recomendar a los turistas que visiten el Centro a partir de las 11 de la mañana si quieren ‘ver’ los monumentos.
Tarros pequeños
En Carranque persiste entre los grafiteros la costumbre de atiborrar las calles de más corto recorrido, quizás en la errónea creencia de que las mejores esencias se guardan en los tarros más pequeños. La firma de un grafitero ególatra no es ‘esencial’ ni debe guardarse en tarro alguno.?