Los de las ‘puertas giratorias’ siempre vuelven y ahora cuentan con el refuerzo de un Nobel que les debe salir gratis: el inefable Vargas Llosa
La posibilidad de que el conflicto de Cataluña se convierta en una guerra civil no puede descartarse, pero es posible que la demostración de fuerza del pasado domingo haya introducido un importante ‘retoque’ al panorama político español. ¿Hasta dónde es posible analizar la realidad trozo a trozo? Pero queda la sensación de que realmente hay mucha Cataluña fuera de Cataluña y hay una considerable opinión catalana que no comulga para nada con el independentismo. Es cierto que todo lo que sea echar palos en las ruedas del independentismo está siendo utilizado por el Gobierno nacional no con habilidad pero sí con persistencia. No hace falta un gran esfuerzo para entender el sentido de la frase rajoyana: «sé que estáis dispuestos a colaborar pero me basta con que apoyéis lo que yo hago». Preciosa perla que El País ha usado para su portada pero aparentemente sin atender a su exacto significado. Es obvio que lo que el presidente del Gobierno está diciendo es que, si recibe apoyo de los demás partidos, no hará falta integrar a esas otras fuerzas en un gobierno de coalición o de concentración. Dicho de otra manera: «si me dejan hacer lo que yo crea oportuno no hará falta que os compliquéis la vida con la ingrata tarea de gobernar». O sea: que Rajoy sigue dispuesto a sacrificarse eternamente por nosotros.
Ese puede ser el rompeolas creado por Rajoy para que todas las propuestas catalanistas naufraguen: pueden estrellarse a los pies del PP o pueden justificar cualquier otro ‘españolismo’: incluso una nueva maniobra dudosa por parte de los socialistas, argumentando que puede servir para ‘arrancar’ alguna concesión a los populares.
El catalanismo ya ha hecho un gran favor al oficialismo: ha vuelto a poner al PSOE entre la espada y la pared.
Esto podría terminar como si la realidad se estuviera burlando de los análisis y las previsiones: los coqueteos de Pedro Sánchez y de Podemos con el catalanismo han fortalecido a los nacionalistas catalanes pero han debilitado tanto a Sánchez como a Pablo Iglesias.
Pero aquí hay otras cuestión fundamental puesta en juego por el propio Rajoy. Los resortes que se han utilizado pueden replantear muchos enfoques y pueden, entre otras cosas, ser una gran trampa para este ‘nuevo PSOE’ que Sánchez todavía no consiguió fundar.
El ‘collage’ puede verse como una jugada bien pensada o bien como una artificiosa combinación que puede estar saliendo bien aunque sea de carambola. Se puede ver así. La jugada central ha sido poner al frente al ultraliberal Vargas Llosa. El Nobel es una figura ‘indiscutida’ entre los defensores del Sistema. Es un ultra liberal útil, que habla constantemente de democracia y de debatir todas las ideas, mientras destroza encarnizadamente todo lo que no ha sido bendecido por su contradictoria figura. Y están sus sus guardaespaldas (dialécticamente, se entiende) que son del tipo del gran mistificador (siempre en la reserva como figura supuestamente independiente), Arcadi Espadas. Y sosteniendo a éste otro dúo prefabricado, el mismísimo Josep Borrell, que tiene un ‘currículum’ para cada ocasión: vencedor derrotado, (aunque después resucitado) del aparato del PSOE, catalán, visible apoyo de Iglesias, aunque después se hizo invisible; y Borrell quizás es el ‘gran capitán’ de otros tiempos, quizás sostenido por mano tembleque por el gran jubilado siempre en la brecha, Felipe González.
¿Para qué sirve tanta mezcla. De momento sin votos ni partidos que los respalden? Esa es la apuesta: el gran pelotazo. Empezando por Felipe González al que en estos momentos solo puede defender el compañero sentimental de la señora Preysler. El gran experto puede marcar el camino. La ductilidad de Vargas Llosa es notable. Fue gran valedor de la señora Thatcher y algún tiempo después de los socialdemócratas, a quienes ‘representó’ junto a otro gran ilusionista de Cebrián. Joaquín Estefanía, presunto economista y auténtico sostén del factótum Cebrián. Este grupo, tan de desconfiar y que empiezan a darse cuenta, aunque miren para otro lado, de que su ‘época’ ha pasado, ve ahora cómo se les abre el cielo, de la mano del eterno fracasado y eterno superviviente, Mariano Rajoy.
¿Será posible? Será posible que contener a Cataluña en sus ínfulas de ser ‘primus inter pares’ abra las puertas a todos los tramposos de las últimas décadas?