Cabe preguntarse por qué los desafíos del sorprendente gobernante norcoreano Kim Jung un traen a la comunidad internacional de cabeza, sin atinar a una respuesta contundente. ¿Cabe preguntarse? Es que pasan dos cosas: una, que el poder nuclear ha sido y es disuasorio; es decir, basta con que esté basado estrictamente en la propia capacidad para devolver el golpe, y en tal caso ni siquiera hace falta que la respuesta sea demoledora: basta con que represente un golpe brutal; es decir, basta con que provoque muchos muertos y mucha destrucción; y la otra cosa que ocurre es que las bravatas del ‘niño Kim’ resultan ‘chicles-globos’ frente a los gritos y los tuits del presidente Trump. En lugar de parecerse, como debería, al diálogo entre un adulto y un crío, dan la sensación de un diálogo entre un maestro tonto y un infante desobediente.
El problema añadido está en que el chulo desafiante que está al frente de Corea del Norte suele cumplir sus anuncios –siempre amenazantes– en tanto que el chulo desafiante que está al frente de los Estados Unidos (sí, de la mayor potencia del mundo) nunca las cumple; es más, Trump parece enredado por sus propias palabras al punto de no saber siquiera elegir los insultos.
Ante este ‘duelo’ de tontines (con una inmensa capacidad destructiva en sus manos) la comunidad internacional se queda paralizada.
El coreano avanza sin titubeos con la convicción de que el mundo no puede afrontar una confrontación al precio de varios millones de muertes en Corea del Sur (el ‘coste mínimo’ previsible).
Las cuentas están muy claras y no dejan salida a la vista, salvo que Trump (¿Putin?) decidan ‘pararle los pies’ al norcoreano sacrificando a muchos millones de seres humanos. Algo que no sería tan impensable, vista la escasa preocupación que la pérdida de vidas provoca en los máximos dirigentes mundiales.
Trump procura que sea China, en su doble papel de protectora y ‘celadora’ de Kim, la que detenga el avance imparable de Corea del Norte, pero los chinos también están entre la espada y la pared… Y si Kim vuelve sus misiles hacia su gigantesco vecino? No es nada probable pero…. ¿hay algo en este duelo de tontines que pueda pasar un test de ‘realismo’ o más bien todo parece un torpe invento de un guionista de ciencia ficción trastornado? (propuesta que sin duda Hollywood habría descartado).
Si la realidad del mundo pudiera comentarse a base de humor podríamos adoptar una filosofía resignada y suponer que algún dios nos ha enviado a Kim y a Trump para que la parodia que están poniendo en escena hiciera ver al mundo entero el grado de estupidez y el enorme riesgo que estamos corriendo.
Puestos a imaginar imposibles o a imaginar finales mágicos podríamos añorar aquellos libros de caballería que llenaban la cabeza de Don Quijote y reemplazar los enfrentamientos con balas, misiles y explosivos por otros en los que dos paladines disputaran el choque con sus lanzas y espadas… nada de dos ejércitos frente a frente peleando a muerte… El paladín vencedor daría la victoria a su nación. ¿Ridículo? ¿Absurdo? ¿Más ridículo o absurdo de lo que estamos viendo?
Como beneficios suplementario tendríamos las espectaculares series que nacerían entrecruzando a aquellos caballeros con los efectos especiales que hoy están en boga. Pero todo eso está ya visto y aplaudido… ¡Lo espectacular sería que uno de los paladines fuera Trump y el otro Kim Sung un!