Un enorme ‘butrón’ cibernético desafía al poder mundial de las superpotencias y las multinacionales… Cada vez nos informan menos sobre lo que ‘está pasando’ en el núcleo duro del Sistema
Hace años, décadas, que se alimenta una polémica que no despierta ya mucho interés pero a la cual se apuntan a veces todavía con entusiasmo los periodistas aficionados. Mejor deberíamos decir los ‘informadores aficionados’. Nos referimos a aquello de que la realidad supera a la ficción. Cada vez que se presenta un caso notable de este frecuente ‘fenómeno’ genera una sorpresa claramente injustificada. Ahora la sorpresa da un paso más: la realidad supera a la ficción hasta en el sentido del humor. Porque ya me dirán si alguien, desde mediados del siglo pasado hasta el presente, hubiera podido imaginar una gigantesca iniciativa internacional en defensa de la libertad de comercio… ¡organizada por China comunista! Y enfrentada contra las nuevas tendencias dirigistas o intervencionistas encabezadas… ¡por el Estados Unidos capitalista!
Pero la realidad nos tiene tan acobardados a bofetadas de ‘imposibles’ que cuando nos gasta estas bromas tan creativas ya ni siquiera nos nace una lógica carcajada.
No deja de ser una burla dentro de la burla que ni siquiera sepamos dónde está el poder. No el poder habitual, el que podemos encontrar fácilmente. Aunque ni siquiera ese es ya tan fácil de ubicar. Porque, ya me dirán, si un mocoso puede estar midiendo cada vez que se le antoja si ‘la tiene más larga’ que el gigantón… ¿quién de los dos demuestra más ‘poder’? Para revalidar sus títulos el gigantón tendría que arrasar un gran territorio, llevándose por delante a sus propios aliados (o subordinados). Y mientras no lo haga la residencia ‘real’ del poder quedará entre paréntesis.
Pero no hablábamos de ese poder tan tosco y grosero que tiene que cargarse un gran trozo de planeta para ‘manifestarse’.
Estábamos especulando sobre ese otro poder desafiante que mueve hilos secretos y crea su propia moneda (bitcoins). Ese grupo de ‘hackers’ que debería estar disputando alguna ‘copa del mundo’ con, por ejemplo, los Monty Phyton. ¿Alguien vio y recuerda la película El sentido de la vida? En el prólogo de esa genialidad aparecen barcos con sus nuevos ejecutivos navegando por las ‘calles’ de la City y abordando salvajemente, desde las ventanas, a las viejas empresas. Los antiguos empleados, con sus mangas negras de oficinistas, se arman con sus viejas perchas de madera para resistir el ataque.
Las cosas no están ocurriendo exactamente así, claro. Los atacantes no son nuevo ejecutivos. Son ladrones tecnócratas que también quieren ser reconocidos en su cuota de poder, ganada con la nueva sabiduría, la que atesora ‘higas’ y ‘wikis’. Una sabiduría nueva y también novedosa porque allí cualquiera que se sepa ‘subir’ a la red ya es catedrático.
Pero hay muchas cosas que no encajan en este nuevo ‘retrato’ del poder… o de los desafiantes del poder. Por ejemplo, las cifras. Dicen los periódicos que han sido afectados 150 países y unos 200.000 usuarios… Aunque después aclaran que son ‘usuarios estratégicos’. O que la mitad de los afectados está en Rusia. O que uno de los ‘héroes’ de la lucha por atajar la primera oleada del ataque cibernético es un informático británico de 22 años. Y en medio de esa constelación de cifras incoherentes, la más absurda de todas: una compañía especializada ha rastreado las ‘operaciones ilícitas’ en ‘bitcoins’ y los piratas han logrado recaudar el equivalente a unos 18.200 euros. ¿De verdad tenemos que creernos que estos piratas han atacado a un sinfín de ‘bits’ del mundo para recaudar 18.000 euros, algo que quizás cualquier usuario puede conseguir en el banco de la esquina?
Cuántos datos sospechosos. Tanto denunciar que las tacañas empresas no han puesto en sus ordenadores las defensas adecuadas. Tanto decir que incluso las empresas han necesitado la ayuda de sus trabajadores para superar el ataque. Tanto esconder información y aderezar la que fluye para que nos creamos que ‘aquí no ha pasado nada’. ¿Todo eso por 18.000 euros? !Venga ya! Aquí lo que hay a simple vista es un gran agujero, un enorme ‘butrón’ cibernético que tiene toda la pinta de un ‘ensayo general’. El poder ha logrado que no sepamos dónde está. Y eso sí que es peligroso.