Les presentamos al «nuevo» Rajoy. Aprovechando la crisis europea y el crecimiento de fuerzas «alternativas», el presidente español quiere convertirse nada menos que en «adalid» de las libertades y los derechos humanos
¿Cómo descubrir a un impostor? La existencia de seres como el señor Trump era puesta en duda por mucha gente. Es un personaje imaginario, una creación del maligno. Un fenómeno paranormal. Pero los norteamericanos han querido probar que es real con un gesto exagerado: lo han hecho presidente. Habrá obtenido 2 millones y medio de votos menos que la señora Clinton pero la democracia tiene esos misterios: a veces, los votos populares poseen solo un valor simbólico. Nosotros, desde España, ya sabíamos algo de esos misterios cuando «los guardianes», los que vigilan «las esencias», nos explicaron que los pronunciamientos populares podían conducirnos al desastre. La esencia de la democracia no estaría en la soberanía de los pueblos sino en el poder de las elites que han gobernado siempre: la trama mafiosa que dirige los bancos, las multinacionales y los partidos políticos. que básicamente atiende a perpetuarse presentándonos una fachada democrática.
Tan a la vista está ahora ese entramado que la monarquía ha asumido un nuevo papel: el de respaldar a la mafia que nos gobierna, una misteriosa misión que no figura en la Constitución. El partido único PPpsoe tiene en la familia real una retaguardia que lo preserva de los veleidosos vaivenes de los votantes. Ahí está la necesidad de relevar a la Monarquía y no en las emotivas reivindicaciones de una Tercera República. Creo que a veces no se toma consciencia de que lo principal, lo urgente, es quitarnos de encima a esos avalistas de la mafia gobernante, para dar vigor y poder a una Democracia, hoy pálida y débil, en franco («o franquista») retroceso. Reemplazar la lucha por la democracia por la lucha por la república es probablemente caer en una trampa que busca volver a crear un mundo de «izquierdas y derechas» para dividir a los que reclaman la auténtica democracia, la que no puede otorgar la soberanía más que al pueblo.
En medio de estos tejemanejes y de las protestas constantes contra millones de votantes, acusados de no «ver» lo que está ocurriendo, no nos damos cuenta de lo que no ven aquellos que al parecer todo lo ven. Quizás a muchos les haya pasado desapercibido que el presidente Rajoy se ha convertido repentinamente en paladín de la libertad y la justicia. El pasado sábado 25 apareció un artículo firmado por Rajoy y titulado España, amparo de la libertad. De su lectura (qué admirable el trabajo del que lo haya escrito) se desprende que Rajoy es un verdadero héroe de nuestro tiempo. Un escritor colombiano, muy promocionado por los medios en los últimos tiempos, el colombiano Héctor Abad Faciolince, es el autor de El olvido que seremos y….!atención!… esta obra, dice Rajoy, «…que he citado y recomendado en diversas ocasiones, es reconocida como una obra maestra y viene a sumarse a la extraordinaria tradición de la literatura colombiana, gran patrimonio del español».
A Facionlince se le acaba de conceder la nacionalidad española, lo que ha sido recomendado por gente más «leída» que el presidente español, como Mario Vargas Llosa, Fernando Savater y Javier Cercas. Casualmente -lo que son las coincidencias- al mismo tiempo se le concedió la nacionalidad al opositor venezolano Lester Toledo. ¿Por qué? Plues muy sencillo: porque se trata de dos defensores de la libertad y en eso coinciden totalmente con… la España de Rajoy.
Y para perfilar esta nueva misión de este nuevo Rajoy, que parece ahora tan lejano al de la reforma laboral o al de la ley mordaza, el mismo dice que «tiene algo de justicia poética» (SIC) que aquel escritor «que escribiera una carta crítica cuando estaba perseguido, reciba ahora la nacionalidad española».
En cuanto a la nacionalidad otorgada al venezolano Toledo, Rajoy la explica así: «es fruto de una política sistemática de protección de los derechos humanos…» De modo que «es hora de saber apreciar también, todos nosotros, la fuerza positiva, generosa y responsable que los españoles representamos ante el mundo».
Sería oportuno proponer que todos los administradores de justicia de este país, jueces, fiscales, magistrados…hicieran un seminario dictado por Rajoy sobre «justicia poética». A ver si les cabe también una dosis de «justicia poética» a la Infanta y al Infante consorte.