Parece obvio pero no lo es: Trump no va ‘por libre’ sino que es la mala cara del Sistema. No hay tanta diferencia entre Trump y los capos de mafia europeos. Pero mostrar al malo de la película ayuda a lavar la cara a los que asumirán el papel de ‘buenos’
Es obvio, y sin embargo no lo parece tanto, que Donald Trump es solo una de las caras del Sistema. Es decir, que todo el daño que está haciendo (y apenas ha comenzado) es lo que se espera de él. A partir de ese dato principal caben muchas variantes.
Puede pensarse, por ejemplo, que ‘alguien’ le ha encargado este papel siniestro y que le relevarán cuando haya cumplido la tarea asignada. Pero esa explicación encaja mejor con quienes alimentan las teorías conspirativas. Trump vendría a ser, por ejemplo, un emisario del Club Bildelberg o un agente del sionismo internacional (como lo probaría, tangencialmente, el entusiasmo del primer ministro israelí, Netanyahu, con el muro de ‘atajar’ mexicanos). Un apunte: ver cómo ha dejado México, ahora que se ha quedado obsoleto, el ‘mercado común’ de América del Norte firmado por Estados Unidos, México y Canadá. Han dejado tierra arrasada, de modo que el proyectado muro es como un certificado de defunción. Sirva el ejemplo para los entusiastas de los demás acuerdos proyectados (con Europa y con Asia).
Puede pensarse también que en realidad los núcleos del poder no estaban muy contentos con Obama y querían desplazarlo y desprestigiarlo para que no intente en el futuro repetir la experiencia.
También puede creerse que esta movida tiene que ver con los crecientes fallos del Sistema: una ‘mano dura’ como la de Donald vendría a poner a cada uno en su sitio y actuaría como vacuna contra otros ensayos ‘reformistas’; en otras palabras: lo de Obama fue un modo de ‘probar los límites’ y… hasta ahí podíamos llegar.
Cada cual siga los hilos de su propio pensamiento. Pero lo que conviene mantener como un firme punto de partida es asumir que estamos ante una cerrada curva que Trump tomará con su estilo brutal… y el que no esté bien agarrado se va a quedar fuera del ‘nuevo mundo’. Que no es ni nazi ni fascista: es simplemente un reciclaje violento del Sistema, un Imperio que vuelve por sus fueros. No volvais con esa historia ideologizante de ponerle etiquetas… Ya estamos otra vez con lo del «neoliberalismo» cuando Trump, con su enfoque dirigista, está confirmando lo que tantas veces señalamos: que el Sistema no tiene ideología. Diremos por décima vez que el Sistema es una mafia y que las mafias no tienen ideología. Su único proyecto es perdurar y agrandarse, asumiendo cada día mayor poder.
Sigo creyendo que cualquier resistencia al Sistema es positiva (tampoco nos queda otra cosa) pero conviene afrontarla con el mayor realismo. Enfrascarnos en debates teóricos suele ser una pérdida de tiempo y ahora ha quedado bien a la vista que los que libran batallas ideológicas y defienden las etiquetas ideológicas pertenecen a sectas que quieren convertirse en ‘guías’ de las luchas de resistencia. Suelen tener bastante éxito, quizás porque para luchar contra una mafia viene bien fundar una secta: al menos todas las interpretaciones se hacen inteligibles para los propios y para el enemigo y los mensajes degeneran en estereotipos pero dan mucha más ‘fe’ para seguir en la brecha. Dicho de otra manera: resulta más épico y nos autojustifica más levantar una bandera ideológica que lanzar un manifiesto anti mafia.
De modo que la tarea que le espera a Trump no va en ‘sentido contrario’ al que llevaba. De hecho, si se cierran las puertas a los refugiados y a los emigrantes no se está haciendo nada diferente que lo que se plantea en Europa. Aquí los partidos etiquetados como ‘populistas’, antieuropeos, neofascistas, etc. no proponen otra cosa que ser más drásticos que los que han estado gobernando hasta ahora. Esos gobernantes son justamente los que fundaron esta ‘Europa de los mercaderes’. Y la señora Merkel, la ‘protectora’ de los refugiados es la gran defensora de la Europa mercantilista y se ha salvado (hasta ahora) dándole un hueso tras otro al ‘mercado’. ¿Donde están los buenos de esta película? Creo que terminamos igual que la semana pasada: esto no es una película y en la vida real los buenos escasean o desaparecen cuando nos habían despertado alguna ilusión. Tanta clemencia que pedimos la semana pasada por pintar un panorama negro… ¡y la realidad nos superó ampliamente!