Que la resistencia a Trump la encabecen las mujeres nos da una idea de los mayores peligros que encarna el nuevo presidente de USA: dar marcha atrás en los pocos cambios de fondo que se han logrado en los últimos años
Casi sin darnos cuenta hemos entrado en la «Era Trump» y pronto vamos a sentir la marejada que viene de Washington y que va invadiendo todos los océanos. Se nota que vamos tomando cierta consciencia de la enormidad del cambio que nos va cayendo encima pero tengo la sensación de que todavía lo vemos solo en una dimensión, la político-económica.
Nos va a costar, creo, abrir la mirada al ancho panorama de lo que nos estamos jugando todos en este envite. Bueno, en realidad no es propiamente un envite porque este es un extraño partido… una especie de frontón con un único jugador entrenándose (o masturbándose) frente a un muro que todavía no construyó pero que será una de sus prioridades.
Son muchas batallas las que se están librando, nos guste o no nos guste. Pero quizás ni siquiera sospechamos todavía su envergadura. Tal vez no estemos ‘preparados’ (pese a todo lo que se ha hablado) para asumir el poder mundial que representa Washington. Habituados al ‘poder blando’ de Obama, incluso a un poder duro pero que solo machacaba a los débiles (Irak, Afganistán, los palestinos…) manteniendo sus lazos políticos y militares con los que tenían cierto poder (Rusia, Europa…) y siguiendo la diplomacia de los emoticonos (ya se sabe: alguna mueca de disgusto por cada 100 sonrisas, lágrimas y achuchones cariñosos) con China y hasta con el mocoso irresponsable de Corea del Norte…
En fin. Que esto va a ser otra cosa. Esto puede llegar a ser una temible ‘contrarrevolución’ que hasta nos va a hacer asumir que se estaba produciendo una revolución, con latex protector, vaselina y todas las precauciones del mundo para que todo fuera lo menos doloroso posible… Dejando en pie ese gran poder mundial negociador y autocontrolado, renunciando a los cambios principales (los económicos y políticos, la estructura misma del poder) a cambio de romper con algunas hasta ahora dominantes normas sociales, quitando algunas de las vallas en el camino de la mujer hacia las múltiples cimas que están aún sin conquistar… y hasta intentando evitar el uso de la violencia represora mientras las rebeliones no traspasaran ciertos límites…
Ya vamos a ir viendo el alcance y la influencia de esta ‘revolución’ aunque, desgraciadamente, a medida que la contrarrevolución en marcha la vaya deconstruyendo.
Ese es el lado más temible de Trump…y por eso la única oposición palpable, de momento, es la de las mujeres. Esa resistencia cuenta con un arma que poco se ha utilizado: la señora Clinton obtuvo una victoria (inútil, eso sí) sobre Trump de !!dos millones y medio de votos!!… Votos que no se tradujeron en escaños pero que no le permiten al nuevo presidente (lo hará igual) presumir de que la opinión pública le respalda.
Servirá también esta contraola para ver la resistencia de los cambios concretos, más de valor simbólico que real. (Y el enorme valor de marcar un rumbo). Se verá también hasta que punto pesa el valor de que nos neguemos a admitir como una realidad ‘dada’ la desigualdad creciente.
Habrá que ver si los restos desperdigados de lo que alguna vez fue un Tercer Mundo (en África con ansias de avanzar hacia un solo país panafricano). Un tercer mundo que ya había ido perdiendo su futuro como un collar que se desparrama sin remedio, pero que ahora puede ser directamente troceado y repartido como ya se había hecho a finales del Siglo XIX, marcando el triste futuro –el hoy– de los africanos.
¿Cuántas más cosas sacudirá, debilitará, troceará o destruirá Trump?
Como cuando un terremoto nos va dejando sin techo y sin piso, nos iremos enterando a medida que esta desgracia avance.
Es posible que esté exagerando. Ojalá sea así. También es posible que la resistencia sea mucho mayor de lo esperado. Ojalá sea así. Pero de momento sé que me tengo que disculpar por este panorama tétrico. No solo me acusarán de pintar un presente/futuro sombrío sino también de ‘atraer’ mayores desgracias porque, según el pensamiento mágico dominante, aquello de «no mentar la cuerda en casa del ahorcado» se ha convertido en algo así como «si hablas mucho de la cuerda al final te colgarán de ella».