El PSOE ha tenido buenos consejeros para no pactar con Podemos pero ahora no le advierten del enorme peligro de abrir paso a Rajoy para que siga al frente de esta larga etapa de corrupción
Mirando fríamente los datos deberíamos concluir que el Partido Socialista ha agotado su ‘vida útil’… algo como para no decir directamente que está políticamente muerto.
Podría salvarse ‘in extremis’, como quien recupera el aliento mientras van a buscar al confesor para que reciba la extremaunción, pero rozaría el milagro.
Durante el agotador periodo de tejemanejes tratando de encontrar la fórmula para colocar en su sitio un gobierno (que no ‘gobernar’ algo en lo que parece que todavía nadie pensó) fueron muchas las voces ‘sensatas’ y melosas que advertían amistosa y cariñosamente al PSOE: «si caéis en los brazos de Podemos os cargáis al partido». ¡Cuánta buena voluntad, cuánta generosidad para aconsejar a los socialistas!
Es probable que esos consejos fueran realmente inteligentes: no bien intencionados, porque se veía (apenas si se disimulaba) que lo que se procuraba era, simplemente, impedir una coalición que los medios hubieran clasificado automáticamente como ‘izquierdista’. No se trataría de dar una categoría política fundamentada a esa eventual alianza sino de la gran ‘guerra psicológica’ que se está librando en España para que el pensamiento conservador conserve los principales resortes del poder. Si esto no se consigue se avisará (con la misma voluntad manipuladora que se puso en aconsejar a los socialistas) que estamos cayendo en manos de la izquierda ‘radical’ o del ‘populismo’, de ‘izquierda’ o de ‘derechas’ (para utilizarlo como lo hacen, como un mero insulto, da lo mismo).
Rebobinemos. Consejo intencionado pero inteligente: pactar con Podemos era un camino peligroso para el PSOE. Un aliado que ha estallado con más de 70 diputados en su estreno electoral nacional es un rival permanente y , por tanto, un socio peligroso; aunque Podemos esté ahora en retroceso, o al menos paralizado, mirando al futuro sigue existiendo, para los socialistas, el peligro de que los ‘podemitas’ les adelanten y también y paralelamente, de que les dejen sin ‘substancia’.
Pero el consejo que no les dieron a los socialistas aunque implica tanto o más riesgoso que aliarse con Podemos, es el de no sacar las castañas del fuego a los populares. Es un peligro aún mayor porque implica quebrar cualquier hilo de pensamiento que le dé al PSOE aunque sea un lejano parentesco con una propuesta de cambio.
Es, pues, en este punto donde conviene tener en cuenta que la agonía del PSOE se vincula a dos factores estrechamente vinculados entre sí, pero diferentes: uno es a quien ‘eligen’ como aliado y otro es la línea ideológica que adopten; es verdad que la elección del aliado ya da la principal pauta para ver cuál camino ideológico seguirán pero la ‘mercancía’ ideológica que aporten en buena medida configura el perfil de su futura actuación. De ahí que cuando los socialistas pactaron con Ciudadanos (el primer intento de formar una alianza) pusieran tanto empeño en elaborar un programa de reformas de bastante calado: estaban subrayando su intención reformista y queriendo resaltar que querían seguir siendo titulares de la llamada ‘izquierda’. Pero en ese momento la elección de aliado, Ciudadanos, un partido clasificado como ‘centroderecha’, hacía necesario que las propuestas programáticas compensaran con una ligera inclinación a la izquierda.
Anulada cualquier posibilidad de pacto con Podemos…¿ Qué le queda al PSOE? La soledad o la famosa abstención: abrir el camino del poder a los populares. Pero ahora sus ‘desinteresados consejeros’ no le avisan que ser el escalón que permita a Rajoy acceder a otra etapa de gobierno es una trampa mortal para ellos. Mas peligrosa aún, como decíamos, que lo haya sido un eventual acuerdo con Podemos porque significa algo así como un reconocimiento de haber llevado durante décadas el camino equivocado; vendría a resultar una confesión: «no hemos sido socialistas y ya no lo seremos».
Mientras el acuerdo con Podemos hubiera representado una apuesta por un sistema pluripartidista en el que el PSOE tenía un sitio importante, aunque menor del que tuvo históricamente, y venía a culminar la batalla contra el bipartidismo y la contaminada herencia de la transición.
Y eso es lo que anuncia que el PSOE está hoy moribundo: el quedar asociado al intento de regresar al bipartidismo.