Este espectáculo casi sangriento que estamos viendo es nada más y nada menos que la agonía del bipartidismo. Pero impresiona ver su capacidad de resistencia y las mil caras con que se presenta.
El laberinto estatutario/reglamentario del PSOE parece una trampa para incautos. Para salvar todos los obstáculos y avanzar algo en esa selva urdida por un comité de juristas para que nadie se atreva a intentar cambiar nada, los ‘baqueanos’, esos guías indispensables para atravesar espacios inaccesibles (los típicos traidores de las películas de Tarzán) son los que tienen las llaves. Deben ser esos que Trotski llamaba ‘jurisperitos de espinazos flexibles’.
Para hacer la realidad aún más inaccesible la comisión gestora que se ha formado para ‘sacar adelante’ al PSOE (es un decir) sale de una coctelera que resulta un nuevo jeroglífico. Hay allí tres de los que ‘estaban con Sánchez’.
Para los enemigos de Sánchez hay un solo y fundamental problema: cómo hacer para eludir lo que todos los ‘factores de poder’ esperan de ellos, que es, simplemente, que dejen que Mariano Rajoy salga elegido para seguir ‘al timón’ (también es un decir). Creo que las cuentas se echaron tantas veces que todos sabemos que con unas poquitas abstenciones de esos diputados que tiene el PSOE, basta para que Don Mariano siga ‘al frente de la nave’ (también es un decir).
No se puede echar cuentas y asegurar que en la nueva gestora tienen mayoría los que han vencido a Pedro Sánchez. Porque Sánchez se derrotó a sí mismo. ¿Es posible que alguien que, pegando frenazos todo el tiempo, haya juntado 300 o 600 militantes en la calle y en el comité federal convocado por él solo obtenga 107 votos frente a 132 de quienes querían desalojarlo? Si hasta parece que todos creían estar en minoría. De ahí que se tardara tanto en montar una urna detrás de una mampara… Y se tardara menos en desmontarla, apenas saltaron las protestas.
A punto estuvo de resolverse la cuestión con un par de hostias (de un final así al menos se salvó el PSOE, aunque el número 2 de Susana Díaz intentaba reemplazar votos con ‘guantás’).
De modo que se apostó por los votos (sus forcejeos costó) y se optó por quitar la urna y caer en el primitivo método de la mano alzada… ¡en los tiempos de una nueva tecnología cada día!
De todo eso le quedó a la gente de Sánchez un total de 3 miembros de la nueva gestora.
Pero si Sánchez no ganó su batalla personal, su denuncia quedó a la luz cegadora de la realidad: los ganadores están ahí para hacer estribo para que Rajoy, a medio bajar del caballo, suba de nuevo.
El problema está ahora en la creatividad. ¿Qué se puede hacer con una gestora y con un mandato ya imposible de torcer el famoso «no es no» que impuso Sánchez?
Todos los especuladores (los de ideas, no los del Ibex) se han lanzado a adivinar o augurar el final del PSOE… ¿La fecha de cierre? ¿Pondrá ‘cierre por liquidación’ o ‘cierre por reformas’? Sobrevivirá Sánchez? ¿Sobrevivirá Susana Díaz, después de haberse ganado el puesto de ‘la chica de Rajoy?
Puestos a analizar (allí está el mismísimo Pablo Iglesias que apenas encuentra un hueco se reconvierte en profesor de ciencias políticas) podemos abrir el abanico: ¿Qué espacio quedará para las fuerzas políticas tradicionales? ¿…cuál para las ‘emergentes’? ¿Podrá sobrevivir Rivera? Y El PSOE… ¿estará con las antiguas o se arrimará a las más modernas?
Pero antes que eso, y condicionando ese futuro, pese a tenerlo tan próximo, está la resolución del acertijo del nuevo gobierno y está la definición del nuevo PSOE, el que existirá –¿Uno, dos, tres PSOE’S?– de aquí a un poquísimo tiempo, acelerado por los calendarios electorales…
Pero por más que se tenga que resolver pronto, faltan esas definiciones inminentes pero pendientes: ¿realmente es posible que vaya a seguir Rajoy, aunque tenga que instalarse una réplica del Palacio de La Moncloa en los juzgados? ¿Y el PSOE? ¿Es posible que siga existiendo sin una ‘refundación? Preguntado de otra manera: ¿Es posible que después de este ‘largo viaje del día hacia la noche’, ida y vuelta, siga existiendo el bipartidismo’?
Bien podríamos decir que, por increíble que parezca, es el bipartidismo el que no termina de morir y se debate como una fiera enceguecida… En esos estertores de los González, Rajoy, Zapatero, Rubalcaba y hasta Aznar (aunque ahora esté en segunda fila) está ese Sistema tan hábil para disfrazarse, mutar, agitar fantasmas cuando le conviene y , sobre todo, seguir con tanta paciencia y habilidad ese meticuloso manual de supervivencia que han creado.