15M: Cerrado por reformas

16 May

Hace 5 años, solo unos días después del estallido del 15M, tratamos de analizar lo que estaba ocurriendo. Partíamos de la existencia de una dictadura mundial: bastaba con ver que en la ONU solo 5 países tienen derecho a veto; y con comprobar que en ese quinteto, curiosamente, el director de orquesta es también el solista: Estados Unidos. A través de décadas hemos tenido que soportar a ‘teóricos’ que nos vendían una ‘versión’ distorsionada de la realidad: que estábamos (o íbamos hacia) una multipolaridad. Nunca fue cierto. Estábamos y estamos sometidos a un poder globalizado y para muestra basta un botón: el multimillonario Trump es algo así como el ‘inconsciente colectivo del imperio’. Aunque pocos creen que llegue a la presidencia, el fenómeno Trump ya está señalando que el pueblo estadounidense se siente amenazado. Trump puede traernos un Imperio dislocado que no quiere compartir la más mínima parcela de poder. Para ganar, la señora Clinton tendrá que chocar de frente con su rival pero, al mismo tiempo, y paradójicamente, adoptará una buena parte del discurso de su rival para atrapar al ‘voto indeciso’. Es como si Trump nos fuera a meter una dosis brutal de su medicina –si triunfa– o nos administrara pequeñas dosis, a través de la señora Clinton.

Obama, como hemos visto tantas veces entre los que van a dejar el poder, se va convirtiendo en un ‘líder democratizador’. Bueno, pero… ¿qué tendrá que ver Obama con el 15M? Claro que la disputa de poder en Estados Unidos nos afecta. Hace cinco años decíamos: «el movimiento del 15M tiene dos corazones: uno profundamente reformista y otro rupturista, crudamente antisistema. No hay que tratar de separar a estos gemelos. La realidad irá recortando impaciencias y también excesos de paciencia. ¿Y la estrategia? La decidirá el ‘enemigo’: a mayor permeabilidad a las reformas, menos cambios radicales; a mayor intransigencia del poder, más furia de los ‘indignados’».

Con Trump nos encontraríamos con un poder arrogante y aplastante que condicionará nuestra definición a una cruda actitud de ruptura… pero a la par, chocaríamos con una represión mucho más dura que la que hemos conocido hasta ahora. Pero hay otro elemento decisivo: Obama está apostando por una Europa unida: está interfiriendo descaradamente en el Reino Unido, en contra del desmembramiento de la UE.

Europa está enfrentada a una gravísima crisis que ya la está descuartizando… y no se trata solamente de la posible ruptura de los británicos, sino de un proceso caótico en el que cada nación quiere ‘recuperar’ su soberanía. Tampoco es, como nos dice el ‘pensamiento único’ el crecimiento del ‘nazifascismo’ o la ‘extrema derecha’: si se vuelve al nacionalismo es porque se está dando un paso atrás, ante el fracaso del proyecto paneuropeo. Un paso atrás es un dato ‘físico’: no hay otro modo de darlo que tratando de recuperar la propia soberanía, visto que la de la UE no existe: es solo un club de matones reclamando deudas a los pueblos más débiles.

Veréis que arrecian las campañas con consignas diseñadas desde el pensamiento único: todo el que no obedece es ‘denunciado’ como populista y se acusa, grotescamente a cualquier apelación a la gente y a los pueblos, como una siniestra confabulación antidemocrática; cuando se trata de lo contrario: de un intento de recuperar el papel de las masas. El populismo, una reivindicación del protagonismo de la gente, que fue el gran dolor de cabeza para Lenin, ahora lo es para los ‘gerentes’ de la Europa de los mercaderes, que ‘construyeron’ una Europa de burócratas, eludiendo cualquier posible control democrático y edificando una trama financiera amparada en los múltiples paraísos fiscales disponibles.

Esa Europa en retroceso, ‘patria’ del poder económico que tiene su centro, obviamente, en Estados Unidos, ha vuelto a perder cualquier posibilidad de autonomía.

La verdad es que el 15M se ha trasvasado, en parte, a Podemos. Y al bajar a la arena política se ha volcado a su ‘yo’ reformista. Paradójicamente, el pacto de Podemos con Izquierda Unida no lo ha radicalizado, sino al contrario. Retrocediendo en su ambición de ‘transversalidad’, Podemos puede perder votos, en vez de ganarlos, por muchas sumas que hagan los apuntadores de estadísticas. De este modo, se aleja más del 15M, cuya gran propuesta es superar a los partidos políticos y abrir el ancho cauce de un movimiento de masas, una idea que, obviamente, podía fracasar, pero era la única capaz de hacer mella a nuestros Trump que gobiernan el PP.

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