Ejecutando una determinada política, o bien cualquier otra, el PP parece aferrado a su segunda piel, el poder, para salvar todo lo que sea posible de una estructura corrupta.
Realmente cabe preguntarse qué cosa es un partido político. Más allá de la ‘refundación’ del Sistema político, de la anunciada ‘nueva transición’ (una etapa histórica que no se inicia con frases célebres ni por decreto) y del evidente agotamiento del modelo político mantenido hasta ahora. El caso es que procuramos hablar con seriedad, porque hay situaciones que solo pueden abordarse en tono festivo, por no decir de cachondeo generalizado.
De momento, lo único que ‘está ahí’, empecinadamente aferrado a las riendas del poder, es el Partido Popular. Todo lo demás son proyectos: el posible vuelco del PSOE a la búsqueda efectiva de alianzas, el imperceptible pero cotidiano crecimiento de Podemos, los decaimientos y nuevas arremetidas (sometido al vaivén de los populares) de Ciudadanos… En cambio, el PP está allí, firme, aunque se le caigan incluso diputados electos, tocados por la mancha incontrolable de la corrupción.
Pero… ¿qué es lo que propone el PP? Eso es lo curioso y lo que desdibuja cualquier intento de definir, hoy y en España, lo que es un partido político. Porque no se trata de que el PP y su secretario general (dejémonos de ‘líder’ porque eso es muy discutible y cada día que pasa está más en entredicho) hayan incumplido todas sus promesas electorales… Se trata de que están proponiendo pactos que suponen echar por tierra todo lo que han hecho desde el Gobierno… Ya no es ‘desdecirse’ respecto a su programa electoral sino convocar abiertamente a sus rivales a a deshacer lo que acaban de construir: ley mordaza, Ley Wert, reforma laboral… Todo lo que la oposición les reprochaba lo quieren destrozar ellos mismos…
¿Cómo se puede entender que, más allá de haber tirado a la papelera lo que habían prometido a sus votantes, ahora también quieran ‘deconstruir’ la endeble y denostada construcción que acaban de presentar orgullosamente como su gran legado…
Entonces ¿los partidos políticos son solo castillos de arena que, a la hora de la verdad, solo encuentran su razón de ser en los ‘pactos de Estado’, en las ‘gravísimas situaciones de emergencia’… que muchas veces son un evidente invento, justamente para acudir en socorro de esas estructuras vacías que constituyen la fugaz y cambiante ‘esencia’ del Sistema?
Todas estas grandes emergencias y convocatorias patrióticas para ‘salvar a España’ no son más que un atrofiado espectáculo que nos presentan como si estuviéramos al borde del fin del mundo.
Ni España se está hundiendo, ni se está rompiendo.
¿Cuáles son los principios ‘esenciales’ del PP, los que están en peligro, y con ellos ‘la patria misma’? Los populares hablan de que ‘todo’ puede negociarse, desde la ‘consolidación’ de una recuperación económica en la que muchos no creen, hasta ‘reorganizar’ el marco institucional (algo que vendría a ser una reforma de la Constitución); mayor ‘eficacia’ en la lucha contra la corrupción (y la gente se pregunta en qué se percibe esa lucha); un crecimiento más ‘inclusivo’ y ‘sostenible’ (sin que se sepa, en realidad, si hay un crecimiento real); cambiar la reforma laboral (la que iba a crear empleo… ¿se acuerdan?); mejorar la educación (después de haberla degradado aún más de lo que estaba) y un ‘Estado del Bienestar’ sólido y sostenible, lo que parece la traca final de una feria que todavía no empezó. Ahora quieren cambiar hasta la ley ‘mordaza’.
¿Para qué estaba el PP en el poder? ¿Para qué quiere conservarlo?
El chiste de Groucho Marx, tantas veces repetido, refleja al PP en toda su dimensión: si no nos gustan sus principios pues tiene otros; si no nos gustan sus leyes, hará otras; y si nos caen mal sus decretos, inventará otros.
Siempre con Groucho Rajoy al frente. Bueno, esto ya no está tan claro.
La desesperación por retener el poder es tal que invita a pensar que lo único que realmente preocupa al Gobierno es el poder… si conservar el poder sigue siendo la llave de la impunidad… O al menos, de frenar todos los procesos que sean susceptibles de provocar menores ‘daños’ a los culpables y de desviar otros que todavía no están ‘consolidados’. Acaba de verse cómo los socialistas han logrado paralizar la investigación del fraude de los cursos de formación. La comisión de investigación nombrada por el Parlamento de Andalucía, se constituyó hace ya más de 100 días y lo único que decidió ‘en firme’ es un procedimiento para hacer fotocopias.
Con el ‘mando’ de gobiernos pueden lograr muchos ‘imposibles’. En esos imposibles podrán rebuscarse los verdaderos motivos de que el PP no pueda desprenderse de su ‘segunda piel’… el poder.