Quebrado su discurso, el Sistema nos presenta una realidad prodigiosa, increíble, con un pequeño ejército en un pequeño territorio… ¡desafiando al mundo entero!
Decíamos hace un par de semanas que el discurso de Occidente está roto, quebrado. La respuesta que el propio Sistema ofrece ante la pulverización de su mensaje es típica y tópica: «nuestro enemigo es mucho peor».
Un recurso visto muchas veces pero ahora ampulosamente desplegado nos dice: ¿qué cosa puede ser peor, más siniestra, más sangrienta, más cruel… que el Estado Islámico?
Los analistas políticos y militares, hoy tan enlazados por la realidad, nos recuerdan principios elementales de cualquier guerra, como si pudiéramos no darnos cuenta de que estamos en guerra porque no nos la pasan en vídeo como lo hacían con el ataque a Irak en la Guerra del Golfo. ¿Podríamos ignorar que esta es una guerra? ¡Claro que podríamos no darnos cuenta! Porque no la pasan capítulo a capítulo como un culebrón. No pasan, por ejemplo, los terribles cañones disparando rayos y centellas sobre Siria desde el portaviones Charles De Gaulle, nave emblema de la armada francesa
(¿Que pensará el difunto general Charles De Gaulle, el estratega, de que sus torpes ‘discípulos’ tipo Hollande, sentado, en este imaginario cursillo, en el banco de al lado de Sarkozy y de Marie Le Pen, se hayan metido de nuevo en una guerra colonial, de la que tanto le costó salir a él, chocando con aquellos socialistas, tan colonialistas ellos como los de hoy, cuando logró zafar de la guerra de Argelia. )
Ni se escucha el estruendo del portaviones, ni se oye el rugir de los cazabombarderos ni el escándalo de las bombas francesas matando sirios que tal vez ni sepan lo que es el «Daesh». Ya tiene Francia su guerra ‘propia’ y si le queda un punto para envidiar a Washington es que (esperemos) no podrá ampliarla tanto como alargaron los yanquis la de Afganistán porque las finanzas francesas no dan para un ejército invasor y de ocupación… del nivel del norteamericano.
Dicen los expertos que en una guerra lo primero es conocer al enemigo. Por ahí vamos bien porque lo tenemos perfectamente identificado. ¿O no? Dicen que el Estado Islámico quizás tenga 30.000 o tal vez 50.000 ‘milicianos’. Y que está ocupando un territorio como el que va de Barcelona a Huelva. ¿De verdad? ¿De verdad un territorio así de minúsculo y unas milicias que podrían representar un pequeño ejército centroamericano… de verdad pueden plantarse frente a una coalición que venció al ejército alemán cuando estaba en su momento más ‘glorioso’ y reforzado con el italiano y el japonés? Una coalición ampliada por países árabes, bien armados por Washington, que ha mandado al frente a los rusos, que cuenta con respaldo de todos los países de Europa… ¿De verdad ese pequeño ejército, desde ese pequeño territorio, puede desafiar al mundo entero y todos nos lo tenemos que creer? ¿Estamos obligados a darle a Francia el bocado de una ‘guerra’ para sobrellevar su propia humillación, casi tan agraviante como la del misterioso 11S norteamericano?
…¡Porque esa es otra! ¡Cómo no se nos atraganta la píldora de orgullo nacional yanqui que hemos tragado sin explicaciones coherentes y con contradicciones que adornan el ‘manjar’ como pinches indigeribles…!
¿Tenemos que pasar por todos estos platos indigestos, que ni siquiera nos vienen disfrazados de cocina tradicional ni reconvertidos en exquisiteces de ‘alta gastronomía’ moderna sino, en todo caso, como mucho, disfrazados al estilo Mortadelo como ‘nutritivo’ salpicón de insectos varios? No hay color. Si tuvimos una ‘Guerra del Golfo’ que no era tal y ahora nos llegó esta ‘guerra contra el terror que no logra el carné de ‘guerra’ verdadera ni aún inventando territorios, ‘propias’ tropas y tropas ‘enemigas’… ¿cómo podemos seguir confiando en un ‘discurso oficial’ que quieren rehabilitar con tan poca maña?
No hay ya discurso oficial, por muchas guerras que nos presenten. Sean quienes sean estos asesinos del Daesh y se pongan el antifaz que se pongan los dueños del poder no nos terminan de convencer. Los muertos, de un lado y del otro, son simples personas… a todos les damos el pésame y lloramos hombro sobre hombro por París… Pero, señores, seamos serios…¡aquí no hay ninguna guerra!
Claro que está identificado el enemigo. Tanto, que ha sido laboriosamente construido y hasta ‘decorado’. Es un enemigo tan ‘discreto’ que se le suicidan íntegros los comandos atacantes. Como cuando la ‘opaca’ muerte de Bin Laden, todo queda en el misterio. Tal vez dentro de un tiempo, cuando las heridas hayan cicatrizado, nos lo aclaren las comunicaciones secretas puestas en descubierto por Wikileaks ¡Que digo Bin Laden! ¡Si ni siquiera se pudo aclarar el asesinato de Kennedy!