En diciembre, otra conferencia sobre el clima… Pero en medio siglo apenas hemos avanzado en la lucha contra el cambio climático. El planeta nos manda avisos pero estamos sordos y ciegos
De tanto en tanto nos decimos, como si estuviéramos por jugar a la bonoloto, «hoy toca Planeta». Lo sentimos como una obligación moral: tenemos que sumar nuestra voz porque… porque parece que nadie se ocupa de «eso». Peor aún: que a gobiernos, técnicos y científicos les pasa más o menos lo mismo que a nosotros: despiertan como si se hubieran hecho una siesta reparadora, sacuden la cabeza y piden un nuevo informe. Y ahí se quedan. Total, si los grandes responsables de la situación ni avanzan ni quieren avanzar…¿de qué sirve que nosotros, mostremos otra vez, como tantas, la preocupación, la angustia, la desesperación por un planeta que se nos va de las manos en caída libre. ¿Alguien sabe lo que es «caída libre» en el espacio sideral? Nos dan ganas de creernos que hay una (o varias) civilizaciones extraterrestres vigilándonos sin terminar de entender que pueda existir una «raza» que se está jugando a la ruleta rusa la suerte de la Tierra y que incluso pueden crear riesgos que afecten a un amplio sector del Sistema Solar.
Hay, es verdad, una «toma de consciencia» de mucha, muchísima gente. Y un trabajo de hormiguitas, como el de quienes se afincan en zonas rurales y trabajan en huertos ecológicos. Pero es un esfuerzo a escala micro, mientras la humanidad entera espera, con paciencia infinita (muchos, además, con ciega indiferencia) las acciones ‘macro’ que puedan, no desandar el camino al desastre, sino tan solo frenar la caída.
Cuesta resignarse a que cada país siga actuando en competencia con los demás, que nadie mueva un dedo si el vecino no lo hace al mismo tiempo… ¡qué digo «el vecino»… todos los vecinos! En cualquier comunidad de propietarios de un edificio se nota algo más de solidaridad y sincronización.
En el mes de diciembre 49 países se reunirán en una nueva cumbre climática y felizmente, aunque solo sea para proyectar una buena imagen, Francia, país anfitrión, está esforzándose por buscar un cierto éxito, dentro de la modestia que la palabra «éxito» supone en este asunto.
Vienen algunos datos débilmente alentadores. Como el caso de China, hasta ahora reacia a ningún compromiso. El desierto de Gansu, en el noroeste chino, se está cubriendo de paneles solares y en Beijing anuncian que ya han cubierto su contribución para la reunión de diciembre.
Pero de otra parte hay naciones, en situaciones difíciles (¿quién no pasa una situación difícil?) que miran para otro lado en cuanto a estimular nuevas energías, como es el caso de Brasil, Rusia, India o Arabia Saudí.
El propio Papa ha marcado la cuestión ecológica como clave de su pontificado. Pero la ha unido a la lucha contra «la esclavitud», entendiéndola en sentido estricto: también lo es el trabajo brutal, con remuneraciones ínfimas, que caracteriza hoy (de un modo cada vez más brutal por sobre explotación en los países más atrasados) al Sistema capitalista. Su liderazgo suma una voz con innegable peso pero a estas alturas aunque se formara en el cielo el famoso triángulo con un gran ojo en el centro –representación de dios– y una voz como de ultratumba nos dijera… «o cambiáis ya o pereceréis todos»… difícilmente pudiera superarse la mecánica de la competencia despiadada.
Dicho muy esquemáticamente, hay que eliminar el 80% de energía proveniente de combustibles fósiles. Para eso hay que crear nuevos hábitos sociales y harán falta nuevas inversiones. Será necesario un fondo de 91.000 millones de euros para ayudar a los países del sur y esto ha creado grandes dificultades porque las naciones más poderosas se resisten a hacer sus aportaciones. Los Estados Unidos, los más contaminantes junto a China, que obtenían energía de combustibles fósiles en un 87% en 1971, ahora, casi medio siglo después, ¡siguen obteniendo de ellos el 82% del total!
Avances de hormiga y una ola de calor que muchos vinculan a la ausencia de acciones reales contra el cambio climático. Por toda la geografía crecen los ciclones, sequías y hambrunas. ¿Será el cambio climático? Los científicos discuten, ofrecen explicaciones variadas. Pero se pretendía que en todo el siglo la temperatura no subiera más de 2 grados y el caso es que, de los 15 años que llevamos, 14 han sido los más calurosos desde que hay registros. En estos 15 años la temperatura ya ha subido entre el 0,6 y el 0,8 de los dos grados fijados como límite. Hoy toca Planeta. Pero… ¿hasta cuándo nos aguantará el Planeta?