Con Iglesias hemos topado

13 Jul

Del centro y los ‘suburbios’ de Ciudadanos y Podemos pueden surgir todas las fuerzas que configuren, en apenas una década, el nuevo perfil político de España. Cabría preguntarse cómo puede estructurarse un nuevo mapa político estando prácticamente en disolución las dos fuerzas principalesç

Es posible –de momento, una simple hipótesis– que la irrupción de las llamadas ‘fuerzas emergentes’ dé lugar a un nuevo mapa político en España. Una cantidad de datos apunta a esa posibilidad. Por ejemplo, la autodestrucción del Partido popular. Asistimos al espectáculo inédito de un equipo de gobierno (es decir, un señor demostradamente inepto rodeado de un coro de aduladores que para obtener cargos o prebendas tienen que seguir dedicándose a la adulación) tirando piedras sobre su propio tejado.

Hablamos del partido que ha ocupado el lugar central del Sistema en los últimos años está en disolución. ¿Cómo no va a estarlo si después de haber armado pieza a pieza el puzzle de un Estado con fuertes tendencias totalitarias, siempre bordeando (y cruzando muchas veces) las líneas rojas que marcan los límites de la democracia, ahora parece haber girado sobre sí mismo y, contemplando su propia obra, encontrarla llena de fallos y excesos. Y si, por añadidura, pretenden corregir los fallos con un par de medidas a ojos vista demagógicas. El PP es una experiencia terminada. Aparecerá con otros rostros, otras consignas y tal vez otro logo nuevo. Pero es una experiencia acabada.

El que debería ser su relevo natural es el PSOE. Pero el PSOE es una experiencia paralela a la del PP. Cuando gobernó, impulsó la mayor ilegalidad, una intolerable ruptura del marco democrático: la creación de comandos armados clandestinos supuestamente para combatir al terrorismo. Incluso puede decirse que la política seguida por los socialistas fue muy parecida a la del PP. Además, el PSOE sigue reivindicando su actuación, incluso la de Rodríguez Zapatero, quien, partiendo como un reivindicador de las ideas originarias, fue quien más se pegó al Partido Popular, con quien acordó (entre gallos y medianoche) el famoso artículo 135 añadido a la Constitución, que antepone las deudas del país a cualquier otro gasto (política social, educación, salud, etc.) por urgente que sea.

Cabría preguntarse cómo puede estructurarse un nuevo mapa político estando prácticamente en disolución las dos fuerzas principales. Pero es precisamente el derrumbe de estos dos partidos lo que da pie a imaginar que todo el ‘dibujo político’ de España puede ser trazado de otra manera. Eso y la eclosión de dos nuevos partidos que reniegan de las formaciones políticas clásicas: Ciudadanos y Podemos. Ciudadanos ha dado algunas pruebas de estar dispuesto a compartir poder con las fuerzas tradicionales. Podemos también, pero reclamando para sí mayor protagonismo. En general, ambas tomaron la precaución de no asumir funciones de gobierno. Temen poner barreras a la llegada de nuevos votantes.

Pero el éxito de Podemos trajo consecuencias mayores de las esperadas. Y es que las fuerzas autodenominadas ‘de izquierdas’ tuvieron un poco disimulado acceso de indignación: actuaron como si les hubiesen birlado las ideas como quien hurta una billetera del bolsillo ajeno. Pronto olvidaron que antes de Podemos el panorama estaba totalmente cerrado (tanto, que la propia gente de Podemos se asombró de su éxito en las elecciones europeas…). Este inesperado salto, esta ruptura del cerrojo que protegía al anciano régimen, es lo que permite diseñar un nuevo mapa político. No fue un accidente ni una anécdota: fue una inesperada y nítida frontera entre lo viejo y lo nuevo. Esta diferencia de ‘calidad’ es lo que hoy la vieja gente de la izquierda no consigue digerir.

A estas alturas del análisis supongo que cada lector repetirá el eslogan al que se haya apuntado. Parece una perogrullada pero el caso es que la Revolución Francesa, la Rusa o la Mexicana (todos los pueblos tienen su revolución) producen un corte así, radical, y lo instintivo es que cada uno intente recuperar el espacio perdido, volver a su sitio… reducir lo sucedido a una ‘medida’ normal, quitar el diferencial histórico que da una nueva dimensión.

Quizás –también es una mera hipótesis– todo o casi todo el nuevo mapa político nazca de Ciudadanos y de las distintas fuerzas en pugna dentro o alrededor de Podemos. Pocos se conformarán con lo que les ‘toque’ en el flamante diseño. Pero lo que no es más que una pataleta de quien se siente desalojado es unirse, de hecho, a las fuerzas del Sistema, que dedican el 99% de su espacio y su tiempo –de su poder–, a sabotear la posibilidad de que Podemos llegue a gobernar. Para quien quiere realmente un cambio, una renovación, este solo hecho debería ser suficiente para definir su línea de actuación. Lo verdaderamente anecdótico es hacer listados con las virtudes y los defectos de Pablo Iglesias.

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