La Diosa Fortuna tiene una asistente para las elecciones. El pasado domingo decidió darle a cada uno ‘lo mínimo, mínimo’. No conformó a nadie pero todos tuvieron algún consuelo
La Diosa Fortuna tiene una asistente especializada en cuestiones electorales. Es un poco caprichosa, como toda diosa, y quizás un poco más por ser asistente, necesitada de demostrar su autoridad. La asistente decidió darle un toque democrático a su gestión y consultar a los principales protagonistas sobre sus expectativas. «A cada uno le concederé lo mínimo», advirtió. «Y mientras más humildes seáis más obtendréis», añadió.
Se sentó frente a Rajoy pero éste, muy desanimado, no quiso hacer ningún pedido y la remitió a la señora De Cospedal. «¿Lo mínimo?…. ¿Lo mínimo?, cavilaba en voz alta la señora De Cospedal. «Que el PP siga siendo el partido más votado». «Concedido». La Diosa de reemplazo se fue con la sensación de que Rajoy estaba al borde de una crisis existencial…
Cuando se sentó frente a Pedro Sánchez… ya alertada, le preguntó si quería elegir él o delegar esa misión. «Yo, yo… yo mismo», respondió Pedro rápidamente. «¿Y dices que si uno pide discretamente tiene mejores posibilidades?». «Si, si –dijo la endiosada asistente– mientras más humildad vea más generosa seré». «Vale, yo solo pido que no bajemos del 25%», dijo finalmente Pedro, con un gesto dramático que venía a significar algo así cómo: «fíjate lo modesto que soy».
Cuando la diosa se presentó ante Pablo Iglesias se dio cuenta de que era más honrado separar lo que le pudiera conceder a él de lo que daría a Podemos. Al fin y al cabo, la Diosa (suplente) también se había hecho una ensalada con las siglas y no sabía muy bien si podría cumplir con lo que el señor Iglesias le pidiera. Su interlocutor se apuntó rápido al doble pedido: «para Podemos –dijo– te pido algo fácil porque en realidad ya lo tenemos: ser la tercera fuerza política de España. Y para Ada Colau y Carmena…»…..Chis…alto –la asistenta de Diosa no estaba dispuesta a dejarse atropellar– lo de Podemos ya está». «No, no es así –aclaró Pablo– porque solo somos uno más dentro de coaliciones muy amplias y que se manejan con total autonomía». Compelido a solicitar algo personal, Iglesias apuntó: «Para mí te pido llegar a las elecciones generales como líder del cambio que estamos iniciando en España».
«Pablo – dijo con voz de paciencia la Diosa sustituta– …¿eso es lo mínimo mínimo?»… Y mientras el líder de Podemos sonreía con picardía lo increpó: «Que es lo mínimo que querrías sacar de estas elecciones… lo que me pides va mucho más allá y depende sobre todo de ti». Cuando tocaba hablar con Ciudadanos, la Diosa dijo con cierta inquina: «Esos ya tienen bastante».
Cabreada estaba la Diosa subrogante cuando le dijeron que la esperaba la señora Rosa Díez. «Yo soy una Diosa (y ni siquiera soy la titular, pensó) y no una milagrera. ¿Quién más hay en la lista?» Había un largo banco donde estaban sentados unos cuantos pero la informante dijo que solo conocía a un tal Lara, que una vez lo había visto por la tele. Y Cayo Lara ya estaba colándose por la puerta y diciendo que era solo un minuto, que iba a ser muy breve. Se acercó y dijo, tímidamente: «Solo queremos… sobrevivir… ya para la próxima…»
La asistente de Diosa, que era bastante espabilá y se había tomado algunos apuntes cuando refunfuñaba quejándose del encargo que le había dado su jefa, comentó en voz baja: «para la próxima, si, para la próxima….» Lara hizo como que no la escuchaba y miró hacia el techo…». «Concedido».
Y al ver que la chica quería hacer pasar más gente, interrumpió: «no, no, no… todo esos vascos, catalanes, gallegos… de esos no me dijeron nada. Diles que la diosa Fortuna se olvidó de ellos… La chica puso cara de disgusto: «¿Cómo les voy a decir eso?». «Vale… Diles que para noviembre vendré con más tiempo».
Y cuando salía, de prisa, la chica la interceptó… «Ah, mira, es culpa mía que no te lo dije antes… Hay una señora que está que trina y dice que esto es un insulto a toda Andalucía y que ya no espera más… atiéndela, aunque sea dos minutos. Se llama Susana». Y ya estaba entrando en tromba Susana. «Pero es que a mí no me va a atender?!!». «Por Dios –dijo la Diosa– yo a usted no la tengo en mis papeles… me parece que usted ahora no es candidata». «Claro que no soy candidata… pero sabe usted lo que llevo esperando… que me den lo que me corresponde… Yo soy la presidenta de la Junta de Andalucía porque lo han decidido los andaluces». Y la diosa asistente: «Mire, señora, eso no se lo puede conceder ni Dios. Pero tenga paciencia…» No pudo terminar la frase. La señora Díaz se había marchado con un sonoro portazo.