Los de Podemos viven elaborando tácticas, recetas de laboratorio. ¿Serán capaces de hacer política real y concreta? Ciudadanos, el gran rival, puede decaer si apuntala al PSOE
Mientras escribimos estas líneas la presidenta en funciones de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, estará pronunciando (o puliendo por última vez) el discurso de la ‘no-investidura’. La presidenta ha dado muestras de ser muy lista y ya es un tópico considerarla terriblemente ambiciosa. «Haría cualquier cosa», dicen sesudos comentaristas, en sesudos (pero viscerales) análisis sobre el proceso político andaluz. Ella está justamente en el pináculo de una de esas brutales subidas de la montaña rusa, de la cual se suele caer en picado y con el corazón encogido por mucho que te propongas mostrar valor.
O sea: que lo primero que hay que reconocerle a la señora presidenta es ese valor puesto que ella se ha buscado esta montaña rusa, el momento de subirse y…. ya no es tan sencillo ver cómo hace para bajarse. ¿Es realmente tan ambiciosa como la pintan? Sospechamos que el ‘detalle’ de la ambición no sería tan aireado si se tratara de un caballero. Sabido es que los hombres no somos tan ambiciosos (¿) o no nos gusta que la gente se dé cuenta. No vaya a ser como el cuento del tío que va al psiquiatra y cuenta su problema: «Verá usted, doctor, estoy muy preocupado porque me gusta Susana Díaz»; y el médico le contesta: «Entiendo que esté preocupado, pero hay casos peores. Ayer atendí a un paciente al que le gusta la señora De Cospedal».
Nos la vemos ya a la señora presidenta en un caballo muy rociero, de esos que sueltan en las marismas y hay que tener un par de buenas razones para montarlos, y a Albert Rivera sosteniéndole el estribo.
Hay dos preguntas en el aire. Y en realidad ninguna se refiere a la señora presidenta, quien, por ‘h’ o por ‘b’, está dispuesta a contestar siempre que sí. La primera gran pregunta es por qué Ciudadanos se juega su futuro haciendo punta para que los socialistas retengan el poder en Andalucía. Se pueden barajar muchas hipótesis y una de las más tentadoras es esta: «nosotros somos un partido con aspiraciones de gobierno… nos queremos integrar en lo que hay, para cambiarlo. Nosotros no somos como Podemos».
Pero es que Podemos viene haciendo el mismo recorrido: alejarse de la imagen antisistema y demostrar que es capaz de dialogar y de negociar. ¿Es que de nuevo hay una estampida hacia el centro, como ocurría con las dos alas del ‘monopartido’ PPSOE? Parece que el centro sigue siendo el imán. Pero no estamos tan seguros de que el gran caladero de votos esté allí. Hay un importante número de votantes de izquierdas huérfanos del PSOE o de IU o abstencionista, que está un poco desorientado por las marchas y contramarchas de Podemos.
Todavía pueden pasar muchas cosas de aquí a las elecciones generales, pero algunas de las importantes ya están pasando. La señora presidenta con las banderas desplegadas ignorando todas las malas señales y tapándose los oídos a presión para no escuchar esas voces tan molestas (en realidad, solo la de Arenas, porque no vemos que nadie le haga coro) recordando que el PP tenía más escaños en las anteriores elecciones andaluzas y nadie se acordó de esa gran premisa democrática de dejarles el gobierno a ellos, como lista más votada. Las novedades más importantes que están pasando son esa jugada tan arriesgada de Ciudadanos de ayudar al PSOE, si no rectifica (que todo es posible) y los nuevos pasos de Podemos ahora que se quitó de encima a Monedero, que seguía siendo el eslabón débil de la cadena. ¿Se apuntará también Podemos a entronizar al PSOE? Sería, sin lugar a dudas, dejar pasar una oportunidad ideal para acorralar al bipartidismo. Esa historia que ofrecen ahora, de que Monedero es el sector ‘duro’, no encaja para nada. Desde que se desató a toda pastilla la ofensiva contra Monedero lo lógico era imaginar que iban a pasarlo a segundo plano, como poco. ¡Y ahora todo el mundo les acusa de haberlo dejado en el arcén! Y es que para atacar a Podemos todo está permitido y a nadie le avergüenza dar vuelta su discurso como un calcetín. Lo esencial es hacer retroceder y, si es posible, paralizar totalmente a los podemitas. Esa sigue siendo la prioridad para el Sistema. Por el contrario, en Podemos parecen creer que su única prioridad es táctica. En Errejón, quizás en el propio Iglesias, todo consiste en elaborar la receta cada vez mejor… Y cada vez que dan a probar la receta retocada los votantes ponen más cara de disgusto. Y es que hay hambre, a secas. Y también hambre de participar. ¿Serán capaces los dirigentes podemitas de hacer política real y concreta? ¿O serán rehenes de su amor por las recetas?