Comparten su principal estrategia: mirar para otro lado cuando se habla de corrupción. En el PP, mejor sin Rajoy. En el PSOE… ¿cómo ganar donde no hay Susana?
Las elecciones andaluzas siguen siendo el tema central. Es lógico. Por primera vez tenemos un dato cierto sobre la realidad y no una encuesta… que generalmente está manipulada. Sin embargo, los resultados electorales, no, pero las interpretaciones sí que están manipuladas. Existe la posibilidad de votar de nuevo. «Nadie quiere que haya nuevas elecciones», leo en un periódico de Madrid. Pero no está tan claro que sea así porque la posibilidad de rectificar el voto podría quitarle el sueño a más de uno, incluyendo –quizás, quizás, quizás…–a la propia Susana Díaz. Leo por ahí que tres escaños estuvieron en disputa hasta último momento y pudo haberlos perdido el PSOE. Y eso sin contar con que habrá, en efecto, unos cuantos votantes a los que les gustaría corregir su voto…
Hemos descubierto algo extraño: en realidad, Rajoy y Susana Díaz siguen la misma táctica, aunque muchos crean que son diferentes. Tanto él como ella simulan que la realidad no va con ellos. A Rajoy ni le rozan las cuestiones esas de la corrupción… y a ella tampoco. Ahí comenzamos a sospechar que es el poder el que mira para otro lado y hasta con gesto un poco ofendido. Ni entre ellos se acusan tanto como antes… como si hubieran comprendido el martirio que supone estar siempre bajo sospecha (muy probablemente, fundada).
De ahí que ahora resulte un tanto incongruente que Susana Díaz abra sus brazos para ofrecer a su partido su propio triunfo como ejemplo y guía para la acción, así podrán ganar –se supone–las peligrosas citas electorales que quedan por delante. Pero, si recordamos que la estrategia de ella fue hablar solo de ella y nada más que de ella y mencionar poco y nada a su partido, si volvemos sobre ese ‘detalle’, nos queda la terrible incógnita: ¿cómo ganar en cada región y en cada ayuntamiento sin tener una Susana Díaz local (a ser posible, embarazada) que tire de la carreta?
La fórmula parece muy recomendable pero no se puede aplicar. Es más fácil seguir la receta del Partido Popular, que parece ser algo así como «mejor sin Rajoy». En otras palabras: si podéis evitar que el presidente vaya a vuestro distrito, mejor para todos…y sobre todo, mejor para el resultado.
Si algo han logrado tanto Susana Díaz como Rajoy, con sus estrategias de mirar para otro lado cuando se habla de corrupción, al margen de una ‘tortícolis política’, es labrarse una fama de chulería que no tapa la de corrupción, sino que la refuerza. Si alguno de ambos (o los dos) tienen todavía seguidores fanáticos éstos serían los únicos agradecidos con los gestos de chulería… Hemos visto por ahí a un ‘observador’ que apunta ‘lecciones de las elecciones’… Después de proponer tres o cuatro conclusiones evidentes añade algo que podría perturbar los planes tanto de Rajoy como de Susana Díaz: «en las autonómicas y municipales –dice– se pueden plantear estrategias personalistas, pero para ganar las generales hace falta recuperar el prestigio de marca». Una presunta verdad que no viene con ninguna demostración incorporada. Más bien parece un interés del periodista o de su medio por evitar excesivos liderazgos pero nadie puede asegurar que los votantes no prefieran una figura que sea capaz de generar confianza, que pese más que una sigla. Después de todo, han sido los propios medios los que identificaron casi totalmente a Podemos con Pablo Iglesias y a Ciudadanos con Albert Rivera…
Y el prejuicio antilíderes (los encumbran pero les temen) se acompaña del prejuicio ‘a favor del programa’. ¿Qué es en definitiva un programa? ¿No nos dice más de las intenciones de una fuerza política verla capaz de expropiar un gran banco (o de pararles los pies a todos los bancos para que no desahucien) que un meticuloso detalle de futuras medidas de gobierno, casi siempre compartido con uno o varios de sus rivales? ¿No hubiéramos sabido más de PSOE, en tiempos de Felipe González, si nos hubieran dicho que nos iba a meter en la OTAN que con la lista de una serie de medidas, muchas de las cuales después olvidaron?
En muchas ocasiones hay ciertos códigos, símbolos o simplemente definiciones ante algunos temas–clave que son los principales datos que precisamos tener y cuando esos datos son engañosos perdemos toda nuestra confianza en esas grandes estructuras. Confianza que, en ocasiones, nos despierta con más fuerza alguien capaz de mirarnos a la cara, con o sin sonrisa pero con la mirada abierta para confesar lo que podrá y lo que no podrá hacer. Dicho de otro modo: alguien capaz de decirnos la verdad.