El Papa Francisco se va asomando a todos los abismos. Lo que no se sabe es si va a arrojarse por alguno de ellos o si alguien le dará un oportuno empujoncito. Pocos apuestan porque pueda volver sano y salvo de esas peligrosas ´visitas de inspección´.
Se está dando garbeos por territorios muy peligrosos. Ha merodeado por la cuestión de la homosexualidad y cómo hacer para que estas personas sean admitidas socialmente como creyentes y practicantes. Este ha sido un paseo difícil pero tampoco ha resultado más que un prefacio: queda mucho camino por recorrer. En cuanto a las mujeres se requieren cambios de mentalidad a niveles muy profundos. Si las feministas siguen en un combativo nivel de exigencias no es solo por una necesidad compulsiva de ´ir a más´: es porque la distancia entre la ideología y la praxis es insultante. Es cierto que los humanos tenemos esa duplicidad metida dentro: las ideas viven en un limbo que preservamos de daños y hasta del mínimo arañazo; los hechos, en cambio, van a su aire sin pasar ningún filtro ideológico.
Si esto sigue ocurriendo en todo el campo de las ideas, ´cuanto más´ en la cuestión del feminismo. La mentira oficial, que forma parte del famoso pensamiento único, está en la igualdad de sexos. La realidad está en un machismo subliminar que salta a cada rato… Ahí están las «50 sombras de Grey» para confirmarlo. Confesión: aunque yo vivo la igualdad en mi trato con todo el mundo, el otro día me reprendieron con razón por hacer un apunte elogioso en Facebook, a una chica muy guapa que apareció sin otro motivo que su belleza… tuve que rectificar y disculparme.
Pero estábamos hablando del Papa Francisco. Se ha metido también (de ahí salió con algunos moratones) en el avispero del tema del aborto. Aunque se impone la realidad («nosotras parimos/nosotras decidimos») a nivel científico y filosófico hay polémica para un par de siglos más.
Pero donde se ha empezado a jugar el pellejo ha sido cuando soltó su preferencia por una iglesia «pobre» y «para los pobres». Los ejércitos ateos comenzaron a morder los costados del nuevo Papa apenas fue nombrado… y he visto con asombro que se le reclamaba al recién llegado por la inmensa cantidad de bienes acumulada por la Iglesia durante toda su historia.
Siendo yo también ateo, me plegué a ese generalizado enfoque crítico y me dije: ´si el Papa Francisco no afronta esa cueva de Ali Babá que es el Vaticano (y su trama de empresas ´non sanctas´) todo lo demás va a terminar siendo pura demagogia´. Que haya dejado de usar el ´papamovil´, que renuncie a los grandes gastos en materia de seguridad, que se meta en barrios marginales sin encomendarse a Dios ni al Diablo, que se muestre afectuoso con los niños y cercano con los jóvenes… O que actúe como promotor del acercamiento entre Estados Unidos y Cuba… todo eso podrá influir, con mayor o menor peso, en dibujar una buena imagen humana… pero si no hablamos de dinero…
Y hasta ahora no ha hablado de dinero. Pero sí ha encargado que se revisen y ajusten las cuentas… y las inversiones de la Iglesia. Y ha dado un paso más: después de una dura condena de la explotación laboral y la evasión fiscal, ha comenzado a escarbar en la valoración de las riquezas. Pese a que, viaje tras viaje, machaca con la tolerancia y el perdón… ha dicho también que «los corruptos escandalizan porque no se arrepienten» y que habría que –«no lo digo yo, lo dijo Jesús»- ponerles en el cuello una muela de molino y arrojarlos al mar. «No se habla de perdón aquí», remachó.
Palabras, palabras… si, de momento son solo palabras. Pero… ¿para qué se ha pedido una valoración de las riquezas vaticanas, que han sido estimadas en 2.640 millones de euros? Y acaba de conocerse una valoración de la Archidiócesis de Colonia, Alemania, presionada por la nueva ´cultura de la transparencia´: posee 3.350 millones de euros, mayor fortuna que el Vaticano, la mayor de toda Alemania… ¡quizás la mayor del mundo!… Además de contar con unas inversiones financieras que suman 2.300 millones de euros, a las que se añaden inversiones inmobiliarias que suponen otros 646 millones de euros. Y todo eso sin sumar la catedral de Colonia, que provoca muchos gastos y por tanto solo ha sido valorada en 27 euros.
¿Para qué tantos contables puestos a trabajar? ¿A qué saber cuál es exactamente el monto de esa monstruosa riqueza? Ese sí que es un abismo insondable: el del dinero y el de la peligrosidad de las excursiones que está haciendo el Papa.
Hola Horacio tengo en contra tuya que te callaste que eras ateo yo no deseo seguir esta comunicación porqué un ateo aunque hagas milagros creerá aun menos. El que cree creerá aún más. Por lo tanto me despido de ti adiós.