Todos contra nadie

23 Dic

Otra vez, como cuando la Guerra del Golfo o la invasión de Irak, Washington no quiere más enemigo que el Estado Islámico, un «satán» que cumple bien su papel

Es tragicómica la desorientación que ha provocado Obama con su repentina vocación por «amigarse» con Cuba, y también el despiste de los sostenedores de los restos del castrismo, puestos ahora a justificar la mano tendida a Washington. Pero hay más, mucho más. Está lo que significa políticamente que Washington tienda puentes a Latinoamérica (que eso supone, simbólicamente, el acercamiento al castrismo). Pero hay más, mucho más: las pasarelas que van comunicando a Estados Unidos con Irán; las intermediaciones que tratan de quitar hierro a la cuestión de Ucrania para restablecer la época idílica de las relaciones entre Obama y Putin; los acercamientos, aunque no suficientes, entre Estados Unidos y China con relación a la urgencia por reducir las emisiones.

¿Estará ahora Obama haciendo méritos para ese absurdo Nobel de la Paz que le dieron cuando no hacía más que guerrear? En cualquier caso, nos quieren ofrecer en bandeja un 2015 navideño: «paz, amor y prosperidad». Obama ha conseguido tachar los casilleros más conflictivos y dejar una sola y gigantesca pugna… todos a por el Estado Islámico. Una propuesta que parece imposible eludir: le cortan el cuello a los prisioneros, asesinan niños, ordenan la ablación incluso de las mujeres adultas… ¿Hace falta más para que toda la «gente de bien» (y hasta los malignos que no estén totalmente «poseídos» por el demonio) hagan «frente común» con el Imperio, con más disciplina aún que cuando la Guerra del Golfo o la invasión de Irak?

Lo que perturba ese panorama, puesto en blanco sobre negro por Washington, es Netanyahu y la absoluta intransigencia de Israel. Siguiendo lo que casi es una tradición histórica, los israelíes se sienten «solos contra el mundo», ahora que incluso Europa le ha quitado el sambenito de terrorista a Hamás.

Pero hay otro inconveniente, que puede resultar una valla infranqueable para Obama y su recuperado mundo maniqueo, en el que todos somos buenos menos los islamistas radicales. Y es el «frente interno’» norteamericano. Porque Obama no tiene mayoría ni en el Congreso ni en el Senado… ¿Es que los legisladores norteamericanos no quieren que el mundo se concentre en esos dos grandes «bloques», que vuelven a ser de «todos» contra «nadie»?

Parece que envidian esa epopeya que los israelíes han elegido como guión. ¿Por qué no recuperar a los enemigos de siempre? ¿Por qué no irritar más a Putin? ¿Porqué no dejar a China a su aire convirtiendo sus avances económicos, ahora que son más lentos, en una posible amenaza militar (aunque bien saben que necesitaría varias décadas para serlo realmente, si es que puede lograrlo)? ¿Por qué no seguir con la idea de poner a Irán un pedestal para que vuelva a existir esa presunta «amenaza nuclear», que todavía no lo es pero podría, quizás, llegar a serlo?

¿Y por qué no dejar al castrismo en su papel histórico de «malo de la película» y mantener a raya a los regímenes latinoamericanos que tienen la osadía de no seguir a pie juntillas el guión que les marca el Imperio? ¿Por qué, en definitiva, no mantener la ficción de una América del Norte rodeada de enemigos a los que debe tal vez castigar con un bombardeo o una invasión… para que el mundo no pierda la consciencia de que el Imperio es quien manda y lo demuestra aplicando la fuerza cada vez que es necesario?

En suma: que estamos asistiendo una vez más a la disputa, dentro de Estados Unidos, entre el «poder duro» y el «poder blando». Y Obama se presenta ahora como adalid histórico del «poder blando»… y con todas las cartas de triunfo en la mano.

En frente tiene a un Estado Islámico que muchas veces parece seguir la línea marcada por su teórico enemigo imperial, apelando a atrocidades que parecen dictadas por la CIA para ajustarse al «retrato robot» del gran Satán (como Sadam Hussein, como Gadafi, pero ahora con mayor verosilimitud).

La de Obama es la guerra de todos contra nadie porque ese Estado Islámico, por mucho que se lo infle, no es más que un chisporroteo… un drama real para iraquíes, sirios, kurdos… Pero en realidad una milicia que sirve como una pieza más del entramado imperial. Como cuando la propaganda decía que ese triste ejército de Sadam era «el quinto mayor del mundo»… y por eso lo ahogaron en el desierto con topadoras.

Como Europa es, también, una pieza más del entramado, a nosotros no nos queda mucho más que contemplar la disputa entre Obama, haciendo tardíos méritos para su Nobel, y sus rivales, queriendo tomar ejemplo de Israel y Netanyahu y su ciega vocación genocida. O «todos contra nadie», la estrategia de Obama; o «todos contra todos», en la peor tradición imperial.

3 respuestas a «Todos contra nadie»

  1. Tengo en tu contra que no sabes valorarlo que tienes es cierto éste es un trabajo como otro cualquiera. Amar a Cristo es amar a la verdad amar la vida es luz. El que ama a Cristo ama al Padre

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