Hay que esperar fervientemente que el anuncio, por parte de Podemos, de un programa económico adjudicado a dos economistas que llevan la etiqueta «de izquierda», sea realmente el comienzo de un amplio debate. Aunque hay quienes interpretan que esto supone una definición indirecta de Podemos para colgarse también dicha etiqueta, cabe una interpretación diferente: que ese dúo de «expertos» pretende dar una imagen moderada, evitando que la nueva fuerza, tan rompedora, sea clasificada como muy radicalmente antisistema.
Debería esto asociarse a la hostigadora pretensión de que los seguidores de Pablo Iglesias «tengan programa». Parece que el vacío ideológico de los actuales partidos políticos nos hubiera llevado a adorar como un fetiche aquella invocación que antiguamente hizo Anguita al PSOE, reclamándole «programa, programa, programa…». Elaborar un recetario de medidas no necesariamente constituye, como suele pensarse, enarbolar un programa. Personalmente creo que un auténtico y demoledor programa podría apuntalarse con tres frentes de lucha contra el Sistema, partiendo, obviamente, de que no hay fuerza de auténtico cambio que no se defina por la lucha contra el Sistema. Todo lo demás es hojarasca y se queda en lo de antes. Atender a esos tres frentes contesta también a la agresiva exigencia de que Podemos diga «cómo va a pagar» esa serie de actuaciones sociales que deben ser sin duda prioridad absoluta: creación de empleo, medios de subsistencia mínimos para todos (lo que se ha dado en llamar «renta básica»), defensa de la sanidad y la educación públicas y reactivación económica partiendo del estímulo de energías alternativas y de la defensa de la «soberanía alimentaria».
Aquellos tres grandes frente de lucha representan otras tantas fuentes de financiación: una, auditar la deuda externa para determinar cuál es la parte «legítima» (lo que realmente hemos de pagar), lo que probablemente supondrá un descuento importante que podamos retener; dos, arbitrar todos los medios disponibles para recuperar lo que nos han robado durante la Gran Estafa (llamada «crisis»); y tres, lanzar desde el primer día un potente plan para combatir la fuga de dinero hacia los paraísos fiscales, actuando en este sentido con todo el poder del Estado.
Si realmente «podemos» actuar intensa y prioritariamente en esos tres frentes, ahí tenemos un plan formidable que no necesita de meticulosas descripciones programáticas. Un gobierno que actuara para recuperar esas fortunas, las que nos han birlado; las que se refugian en sus «santuarios» sin que nadie lo controle y se burlan de nuestra Hacienda; y las que nos reclaman ilegítimamente como deuda para seguir expoliando nuestras riqueza… un gobierno así estaría defendiendo un programa impetuoso para reivindicar nuestra soberanía perdida.
Si hay economistas que, sin etiquetas, están ya trabajando para un eventual futuro gobierno, esas deberían ser sus tres tareas primordiales, que definen un programa radical, en el sentido etimológico: porque irían realmente a la raíz de nuestros males. Si una mujer se defiende con uñas y dientes de un violador, podríamos decir que adopta una actitud «radical»…. Pero es que su única alternativa es dejarse violar. La lucha en esos tres frentes podría sintetizarse diciendo que supone recuperar nuestra soberanía, arrebatada por poderes internacionales simbolizados en el poder de la Troika, del Fondo Monetario Internacional o de la propia Unión Europea. Si nos quieren como socios han de asumir que vamos a recuperar nuestra soberanía.
Es obvio que esa recuperación supondrá enfrentarnos y seguramente entrar en conflicto con esos poderes. Y nos dirán que en esos tres frentes de acción encontraremos todo tipo de trampas y zancadillas… todas las formas imaginables de contención y presión por parte de «los mercados». Quienes se amparen en esas dificultades seguirán dándonos el mismo diagnóstico que han dado a todas nuestros males los distintos y variados partidos «del Sistema»: «eso es imposible… los mercados no lo permitirán».
Pero si no logramos recuperar nuestra soberanía todos los esfuerzos a favor de un cambio serán inútiles. No podremos detener el veloz empobrecimiento de nuestra gente, la creciente marginalidad y la pobreza infantil, y pérdidas aún mayores de lo que va quedando de la antigua «sociedad del bienestar», como el continuo decaimiento de nuestros sistemas de salud y de educación.
Creo que nadie discute la necesidad de recuperar lo robado, por todos los medios legales (y, si es necesario, ampliando el marco legal para perseguir a los corruptos). Respecto a los prófugos del Fisco español, los inspectores de Hacienda han propuesto a Pablo Iglesias 238 medidas correctoras… Estoy convencido de que la gente de Hacienda conoce a la perfección los mecanismos de esa fuga contante y estará en primera fila para combatirlos. En cuanto a nuestro endeudamiento, un distinguido jurista de la Universidad de Roma, Pierángelo Catalano, ha señalado con cruda lucidez que la deuda externa «es la esclavitud del tercer milenio».
Hola Horacio me alegro de escribirte. Tengo en tu contra que te fías del amigo y que te confías del compañero. Esto es una equivocación y deberías enmendarte.
Horacio tengo en tu contra que no acabas de creer que todavía mantienes dudas acerca de la verdad.