«Cortar cabezas»

30 Sep

Aunque sigan señalando con un índice culpabilizador a Podemos, todos parecen contagiados de «populismo». El Sistema, infectado de corrupción, hace crecer la tentación de «cortar cabezas»

Hace unos años comprobé con asombro que los guardabosques de los parques naturales se llamaban «ríos», «montes» o «flores»; comencé a mirar con más respeto esas explicaciones esotéricas sobre la influencia de los nombres en nuestras vidas. Desde ese ángulo tan excéntrico hay que entender la trayectoria del líder catalanista Artur Mas como algo impuesto por su apellido: no puede retroceder. El «soberanismo» catalán ha sido torpedeado ahora con una información que llegó a primeros de septiembre pero se acaba de divulgar, que apunta, desde el paraíso de Liechtenstein, a vincular a Más con las oscuras tramas de Jordi Pujol. Se nota que el momento ha sido elegido para poner (más) palos en las ruedas de la Generalitat. Su apellido lo ha llevado a meterse «en un lío», como ha dicho en China el presidente Rajoy (algún día habrá que escribir sobre la absoluta falta de seriedad y la superficialidad de Rajoy: su mudez raya en la irresponsabilidad pero lo poco que habla raya en la estupidez).

No puede dejar de ir a Mas. Es su karma (para seguir las modas orientales con las que algunos quieren apuntalar los decaídos principios de Occidente). Tan difícil se lo ha puesto él mismo, que ha debido apelar a «las masas»: quiere que los ciudadanos salgan a la calle para interponerse entre el Gobierno, el PP, el PSOE, el Tribunal Constitucional, etc., de un lado, y el dúo Mas/Junqueras, del otro. Algo así como rogar a los catalanes que sean «escudos humanos» ante el «bombardeo de legalidad» a que será sometido. Desde la legalidad española, Cataluña no tiene «derecho» a independizarse. Pero desde la reivindicación histórica de Cataluña, los catalanes tienen, sin discusión posible, el «derecho a decidir». Ya lo hemos comentado alguna vez, aunque sea un ejemplo pedestre: si el Barça quisiera abandonar la Liga española a nadie se le ocurriría que tuvieran que decidirlo los socios de todos los clubes de fútbol del país. Otra cosa es que, manu militari, España podría cerrar sus puertas y decir: «de aquí no se va nadie».

Pero a lo que íbamos: mientras todos hablan con desprecio del «populismo», todos apelan cada vez más a la acción directa del pueblo. Si Mas apela a la gente para que se interponga, el nuevo secretario del PSOE, Pedro Sánchez, recurre a «las bases» y a los simpatizantes para que sean los adalides de una «regeneración» democrática que, sin embargo, cada día parece más difícil mientras los socialistas no se resignen a una travesía del desierto (a lo que hasta ahora no parecen nada dispuestos). De modo que Sánchez, aún renegando, también se ha convertido al populismo.

Y, si nos apuran, hasta el PP ha caído en esa «aberración», siendo el PP el que menos se ha interesado por la opinión popular. Los populares parecen creer que con algunos pases de prestidigitación antes de las elecciones repararán todos los daños causados en estos muchos años. Pero ahora, con la retirada de Gallardón , por primera vez parecen haber hecho un guiño cómplice a tantos y tantos votantes que están ya saturados de Rajoy y sus secuaces.

O sea: que todos se han hecho populistas, sin dejar de anatematizar como «populista» a Podemos. El arma ideal ahora sería descubrir que Pablo Iglesias está emparentado con Pujol.

Quizás asombradas de que todos les copien, las gentes de Podemos están demostrando que también pueden equivocarse. A unas frases antiguas de Pablo Iglesias, defendiendo el derecho de los ciudadanos a «estar armados», siguió un muy reciente alegado de una compañera de Pablo a favor de la guillotina, adjudicándole un papel, digamos «positivo», en la Revolución Francesa. La verdad es que la guillotina desembocó en Napoleón y en la restauración. Y en cuanto a los derechos humanos es algo en lo que todavía no podemos «cantar victoria»… Al contrario, en muchos terrenos están retrocediendo y no está claro que baste con poner guillotinas en todas las plazas para garantizarlos.

También es cierto que el Sistema, negando los principios que dice defender, hace aumentar cada día las filas de los partidarios de «cortar cabezas».

Si alguien cree que la feroz «epidemia» de corrupción que nos devora es algo que no se paga electoralmente, tal vez las próximas municipales les provoquen un desengaño. La realidad política es tan repugnante –a nivel local, regional, nacional y mundial– que la tentación de cortar cabezas, literalmente, se extiende como una reacción inmunológica de la sociedad ante la infección imparable.

21 respuestas a ««Cortar cabezas»»

  1. Amar a Cristo es amar a la verdad. Por eso no es malo los incrédulos no tienen la culpa de serlo. Pero los que creemos somos hijos de la fe. Y estamos dispuestos a entregar a menospreciar nuestra propia vida.

  2. La esperanza de un mundo nuevo y eterno es lo que nos anima a seguir luchando desde nuestro interior. Dios creó el universo lo creó todo para bien de la humanidad. Lo que pasa es que el hombre es necedad, locura y así de esta manera el hombre peca.

  3. La savia en la naturaleza quiere decir. Que comienza un nuevo ciclo y la savia obedece a su Creador. El amor en una pareja es inquietud de la carne. El fraterno es con inquietud por el pecado por Jesús

  4. Sí yo me creo qué lo hago yo esto es vanidad dé vanidades esto es él Creador todo lo hace El. El amor es como un barco es una travesía cuyo final es la vida eterna.

  5. La tristeza es mala.puede producir la muerte. En cambio la alegría es vida. A mal tiempo buena cara así debe serlo. Lo qué pasa es que luego en la práctica. Es cuando hay qué hacerlo.

  6. Las apariencias engañosas nos hacen creer que la relación que mantenemos Horacio y yo por palabras escritas. Parece anormal pero es mentira yo juzgo por mi es la búsqueda de Cristo y bueno hay que compartir a Cristo

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