Echar bien las cuentas

26 Ago

Lo que lanzó a la gente a las plazas el 15M fue el total desprestigio de los partidos de la casta y de los sindicatos autotitulados clasistas

En los tiempos de hiperactividad del 15M muchos militantes se preocupaban por la necesidad de una nueva ley electoral que reflejara de modo más fiel las intenciones de los votantes. Siempre me pareció una cuestión secundaria: son ellos, los partidos del Sistema, los que tienen que buscar fórmulas para ser más ‘representativos’, como medida preventiva, si quieren sobrevivir. Pero nunca parecieron muy preocupados por la cuestión hasta que las elecciones europeas, tres meses atrás, hicieron explotar la Santabárbara… Y, ya se sabe, nadie se acuerda de Santa Bárbara hasta que truena.

Ahora es el PP el más preocupado y tiene hasta prisa por cambiar la ley electoral. Y son los socialistas los que le regañan por querer hacer todo de repente …¡y perciben en los populares una cierta intención electoralista! Como podéis imaginaros, los socialistas ya no tienen ni intenciones electoralistas porque cualquier voto que reciban será considerado por ellos (al menos por los socialistas que también son cristianos) como ‘un regalo de Dios’.

En cuanto a los populares el asunto es que están reparando las goteras, con la casa llena de cubos, mientras rugen truenos y centellas que anuncian nuevas tormentas, de todo tipo, entre ellas las electorales.

Pero todos trabajan extrapolando los resultados de las europeas, quizás en la creencia de que las cosas no pueden ir peor. Y las cosas no solo pueden ir peor, por supuesto, sino que pueden mejorar también. Más difícil es que ocurra lo que todos calculan con esperanzado terror: ‘virgencita, que me quede como estoy’.

Si a los adolescentes, cuando ‘pegan el estirón’, no les van ni las camisetas ni las tenis ni mucho menos los calzoncillos, a ‘Podemos’ no hay forma de sacarla a pasear decentemente vestida y calzada.

Acercándose con gesto afectuoso y carantoñas un poco caricaturescas (digamos, con aire de selfie modernoso) están diversos grupos de izquierda y ecologistas, además de Attack, Izquierda Unida y una maraña de siglas ruidosas que han registrado un logotipo y esperan que les sirva de talismán para entrar en las listas.

El cálculo es sencillo: ‘nosotros’, más ‘Podemos’, ‘Ganamos’. Pero hay analistas que sacan la cuenta inversa: ‘Podemos’ más ‘Ganamos’, perdemos.

Los que tenemos buena memoria recordamos con absoluta claridad cómo se fue arrimando la gente a los que pregonaban ‘la buena nueva’: una protesta verdaderamente indignada en la que cada cual traía su propia cartulina, su modesta pancarta personal, su eslogan de elaboración casera… Además, cruzaban una tira de papel continuo (en las aceras de la Plaza de la Constitución de Málaga, por ejemplo) y allí se apuntaban leyendas alusivas a la descomposición de los partidos políticos y de los sindicatos….Algunas consignas eran las más coreadas y su persistencia y volumen las ponían entre las preferidas… «Oeoeoé/oeoeoé/la llaman democracia y no lo es…» «No tenemos pan/pa tanto chorizo»… Entre las minipancartas de cartulina algunas subrayaban el ejemplo de Islandia. Recuerdo a unos chavales de secundaria que proponían:  «Cambio a Zapatero/por una garrafa de 5 litros de gasoil».

Estábamos en 2011. El gran lema de unión era descalificar tanto a los partidos como a los sindicatos tradicionales. De entonces para aquí las cosas han ido a peor para partidos tradicionales, los de la ‘casta’, y sindicatos autotitulados ‘clasistas’.

Es obvio que ‘Podemos’ se irguió sobre los restos del 15M. Su gran capital político es, paradójicamente, no tener historia, no pertenecer al entramado levantado por el Sistema y que es, a su vez, el que sostiene a los dueños del poder económico y financiero.

Por eso es que hay que echar muy bien las cuentas. El simple acto de sumar casi nunca funciona en política. En esta ocasión puede ocurrir lo mismo. La fórmula Podemos + Ganamos = perdemos puede resultar cierta.

Las cuentas ya las echaron los votantes justamente en las europeas. El hecho realmente novedoso fue ese: que una fuerza recién inventada  pegara ese salto olímpico que sembró el pánico entre la clase política. Nada tranquilizaría más a la ‘Casta’ que una alianza de corte tradicional, estilo ‘unidad de la izquierda’ o ‘frente popular’. Allí resurgirían muchos de los que aún se agarran del madero de los viejos partidos y los viejos sindicatos.

Haber apostado un millón y cuarto de votos a la casilla de ‘Podemos’ no es un dato puramente matemático: es la decisión popular por una opción que quiere borrar toda reaparición del pasado.

27 respuestas a «Echar bien las cuentas»

  1. Las vacaciones. es pecado mientras unos no tienen para comer otros cerrado por vacaciones y luego presumiendo de cristianos. A la vida no le pongas cerrado por vacaciones

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