Una buena guerra

12 Ago

Hace falta ´una buena guerra´. Todo depende de cuál sea el sujeto de este predicado. Si es el Imperio como tal, está claro que la necesita. También está claro que hay un reparto de roles: el poder puro y duro es el financiero, con sus bancos, y su ´ingeniería´, con su puñado de multimillonarios (los de la ´nomenklatura´ de la revista Forbes) y esa pléyade de gerentes, ejecutivos, vividores y top models de cualquier cosa (moda, deportes, gastronomía o nuevas tecnologías). Allí está el 1% que concentra el poder y el dinero y que dirige al planeta hacia dónde sea que vaya.

El uno por ciento. A algunos les parecerá demasiado bajo el porcentaje pero tal vez sea al revés: supone unos 75 millones de personas. Y del otro lado está el 99%, algo más de 7.400 y pico de millones de personas. Conviene pensarlo cada vez haciendo un esfuerzo por recordar que en el 99% están los que no tienen TV, los que no tienen un viejo y arruinado ciclomotor, y hasta los que no tienen siquiera un váter. Esa es la cuenta mental que tenemos que hacer.

Para mantener bajo control, en caravanas de fugitivos, en la miseria más oprobiosa, en vidas que son antesalas de la muerte, bajo epidemias de ébola o de hambre€. Para mantener todo eso como un gran rebaño incoherente y desperdigado lo primero no es, como ingenuamente se cree, que esos pueblos salgan de la ignorancia sino, simplemente, que no vivan en sociedades totalmente desestructuradas o en países apenas esbozados, con constantes disputas ´tribales´, entre peleas de grupos incontrolados y, por tanto, fácilmente controlables por un poder mundial cada vez más concentrado.

El % administra cuidadosamente sus recursos: bombardeos masivos para atacar a los pueblos y drones para asesinar a personas o pequeños grupos.

Todo lo que se resiste a esa trama entra automáticamente en la categoría de terrorista. El uso indiscriminado de la palabra ´terrorista´ siembra confusión pero el martillo pilón de los medios de comunicación va ´fijando´ el concepto de terrorista  en el puro resistente al ´orden establecido´ y le busca un sinónimo a todos los demás grupos (que mañana pueden ser aliados).

A la descalificación de los que reciben la etiqueta de ´terroristas´ se suma una campaña constante a la que todos nos plegamos, a sabiendas, por ingenuidad o ignorancia: la que modela, como un hierro al rojo, la imagen ´primitiva´ y ´salvaje´ de todos los que rechazan ese ´orden establecido´.

Obama ha elegido cuidadosamente al enemigo: será el Estado Islámico, que hoy se ha ganado la etiqueta ´terrorista´ superando a sus competidores. Los malos de esta película ya no serán los que defienden al gobierno sirio; tampoco los rebeldes que inicialmente atacaron al tirano de Damasco; tampoco los muchos grupúsculos, a veces buscando un jefe o una ´¡deología´, que deambulan por la desértica y devastada Libia; ni los similares grupos perdidos, Kalashnikov en mano, por las secas tierras del Sahel€.(deshechos de pueblos apaleados y desarticulados por el imperio o por sus secuaces, como el ´socialista´ Hollande).

Hace unos pocos días apareció un artículo de Santiago Roncagliolo, titulado ¿La amenaza islamista?´ Escribe sobre Niger país centroafricano y sostiene que,  paradójicamente, el perseguido Islam podría ser ´la solución´€.Dice que allí «el Islam es el verdadero Estado, la organización social, el código moral, en suma, lo que distingue a una cultura de una tribu. No es el Estado en el que yo quiero vivir, pero sí la mejor opción si te toca nacer justo ahí».

«Si Bush quería democracias en Oriente Próximo habría tenido que financiar mucho más que una guerra: colegios, jueces y toda una organización social laica. Pero tenía una opción más viable: apoyar a la sociedad civil musulmana mayoritaria, que detesta al terrorismo pero exige respeto a su manera de vivir (o sea, democracia)».

¿Una ´buena guerra´? Ya a finales del pasado siglo Samuel Huntington escribió un libro-guión sobre una presunta ´guerra de religión´; pero no es tal porque, en su contante ataque al Islam, Occidente no lleva ninguna religión. Lo que proponía Huntington era justamente eso: una ´buena guerra´. Una que permite asignar a unos el papel de enemigos y a otros el de aliados€. Que permite ´localizar´ terroristas dónde conviene al imperio y quitar la etiqueta a los ´reciclados´€ Una guerra estupenda que de repente, como en Palestina, no es guerra sino un simple genocidio. Y Obama va a ´salvar de la masacre´ a la amenazada minoría de los yazidíes  €¡mientras da la espalda al genocidio, en plena culminación, contra los palestinos! ¡Esta sí que es una ´buena guerra´!

19 respuestas a «Una buena guerra»

  1. No debemos ser sólo escuchadores sino también ejecutores. Pues si sólo somos escuchadores se nos olvidará igual que si nos miramos al espejo luego no nos acordamos aunque cojamos con agrado lo que escuchamos.

  2. Si porque vayamos mucho a misa creemos que ya está todo hecho si no amamos a nuestro prójimo que lo vemos como vamos a amar a Dios que no lo vemos.

  3. Por el tiempo que llevo en esto ya tenía que ser maestro pero soy torpe de oído y tengo que tomar leche espiritual todavía hasta que llegue a tomar alimento sólido.

  4. El rico mata al justo. Cuando mataron a Jesucristo la gente decía que lástima tan joven pero no es eso pues lo que ocurre es que a Cristo se le aparta del mal es la verdad.

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