Israel vs. Gaza. La polarización dialéctica nos hace tomar ciertos argumentos como «dogma de fe». Cuando el muro de los argumentos se agrieta conviene no aferrarse a ningún dogma.
Por nuestra obcecación en defender explicaciones del mundo y de la realidad de cada día basadas en la racionalidad muchas veces terminamos abandonando los intentos de «convencer». Aferrados a la racionalidad, nos negamos admitir cuánto pesan factores no racionales, como lo son, en cualquier discusión (por poner un ejemplo) la confianza que tenemos en nuestras fuentes de información. Es una confianza que muchas veces puede equivaler a la fe. Cuando las explicaciones de determinados hechos se polarizan, esa confianza puede minar nuestro contacto con la realidad puesto que, al guardarles una irracional fidelidad, todo lo que emana de ellas, «más allá de toda sospecha», se convierte en dogma de fe.
Esa polarización cristaliza y perturba cualquier posibilidad de entendimiento. Es lo que ocurre con el actual Gobierno español y el Partido Popular, de una parte, y los demás partidos, con una gran variedad de portavoces, del otro lado. Nada de lo que diga el Gobierno y quienes se mueven a su alrededor, será aceptado por los de la otra acera… y viceversa: todas las críticas serán bienvenidas. La polarización llega a tal punto que la información (y la opinión) que se recibe no se pasa por ningún tamiz crítico: nos basta con la coincidencia «ideológica» para darla por buena.
Lo mismo ocurre con la mal llamada «guerra» de Gaza. Para uno de los «bandos», el de Israel, cualquier objeción a la invasión de Palestina será una «justificación» de Hamás; y para los gazatíes todo lo que no sea a su favor será una manera de «hacerle el juego» a Israel.
Sin embargo, hay «fronteras» que, una vez traspasadas, nos permiten ver la realidad de otra manera: salir del ping-pong de argumentos y contra argumentos y colocarnos, como la Alicia del País de las Maravillas, del otro lado del espejo. Entramos así en otro mundo en el que la realidad se invierte: lo que nos parecía pura fantasía se convierte en «real» y lo que nos parecía una contundente realidad comienza a perder sus contornos y hacernos sospechar que era… ¡un espejismo!
En las últimas horas han llegado algunas informaciones que quiebran el análisis de los hechos al que algunos se aferraban. El nuevo «perfil» de la invasión de Gaza se basa en que Estados Unidos, pese a su incondicionalidad a favor de Israel, ha tenido que condenar el ataque a la entrada de una escuela de la ONU utilizada para acoger a refugiados; y el secretario general de la ONU se mostró «horrorizado» por ese mismo ataque. En ese momento (no sé ahora, cuando alguien esté leyendo este texto) las fuerzas israelíes se habían reagrupado y algunos contingentes habían salido de Gaza.
Esas críticas a Israel por quienes han sido hasta ahora sus valedores (el secretario de la ONU y Estados Unidos) ponían en tela de juicio todo el «argumentario» pro israelí. ¿Puede pensarse que más de 300 niños muertos hayan sido de verdad utilizados como «escudos humanos» por Hamás….? Es un argumento de muy corto recorrido cuando los niños heridos están abarrotando los hospitales y cuando los hospitales, clínicas y ambulancias están siendo bombardeados cual si fueran objetivos militares.
No hay que volver atrás más que unas pocas semanas para ver que Gaza es una gran cárcel: sus habitantes no tienen a dónde escapar: no hay frontera que no los rechace. Y ya tras la invasión, los bombardeos los han dejado con una mínima provisión de electricidad y escasez de agua potable.
Israel trata de equiparar, propagandísticamente, su invasión de Gaza y los 1.700 muertos y casi 10.000 heridos (hasta el momento de escribirse estas líneas) palestinos con menos de 70 muertos propios, casi todos ellos soldados y caídos en combate.
Puede sí decir Israel que su avasallante ofensiva no ha logrado acabar con el disparo de cohetes palestinos (que apenas dejaron 3 muertos). Pero a estas alturas ese hecho atestigua el fracaso de la invasión. Israel ha quemado meticulosamente su imagen internacional, se ha mostrado absolutamente insensible a un clamor humanitario mundial, ha movilizado incluso al ministro de Exteriores español (que quiere que Europa sea mediadora)… pero no ha logrado su principal objetivo: ha destruido muchísimos túneles pero los disparos de los misiles palestinos no han cesado.
Volviendo al comienzo de estas líneas: cuando la fuente que nos «abastece» de información comienza a lanzar mensajes incoherentes y cuando los muros de su argumentación muestran grietas… hay que tener la mente suficientemente abierta como para dejar los dogmas de fe.
Horacio le voy a referir cómo empecé a orar. Rece un padrenuestro en mi habitación a solas y al terminar esperé a ver que recibía en mi interior me hablaba Dios me decía soy Yo y así empecé a orar parcialmente y en pleno.
A la verdad no tienen que rendirle honores su reino no es de este mundo. Horacio puedes hacer lo que quieras pero la verdad sólo está en Cristo que haya gente que haya producido desprestigio por su conducta a Cristo.
Dice Dios que para que entren los ricos en el reino de los cielos es más difícil que un camello entre por el ojo de una aguja aunque si bien lo que nos parece difícil para nosotros para Dios es fácil.
Amigo Horacio yo busqué la libertad verdadera y sólo la encontré en Cristo.
La libertad está con la verdad porqué la mentira lo único que hace es confundir.
La viuda y el huérfano es la única religión de Dios.