Ahí saldremos todos sacando la lengua o haciendo carantoñas… Dentro de unos años miraremos la foto con una sonrisa y nos acordaremos de los miserables que nos llevaron al desastre
Las elecciones son un espejo de la realidad. Por eso nos interesan más a los que vivimos «observando» lo que pasa que a los que, como suele decirse ahora (a la luz de tanta «sabiduría» seudo filosófica) se dedican a vivir, sin más. Yo no consigo todavía saber cuándo estoy charlando con amigos, viendo la tele, andando por un parque, escuchando música, trabajando sin parar, yendo al cine o a una excursión campestre… cuando estoy comiendo pescaíto… ayudando a algún familiar o amigo (o siendo ayudado) y cuando, en realidad, estoy «viviendo». Como no soy seguidor de ningún «maestro» no logro diferenciar la «vida» de las demás cosas. En fin. A mi todo eso me parece vivir. Entiendo, sí, que hay quien permanece encerrado, por fuerza o voluntariamente, y se pierde muchos de los sufrimientos y placeres de la vida (y digo «se pierde» a toda consciencia: de los padecimientos también nos tenemos que hacer cargo).
El caso es que yo mismo, aunque observador de la realidad, también la vivo… también estaré, aunque sea un detalle invisible, en ese «paisaje» reflejado por las elecciones.
Muchas veces se ha dicho, con verdad, que la realidad es como una película y las elecciones (como las encuestas) solo son una «foto fija» que, apenas fotografiada, ha pasado a ser un instante fugaz. A ver la foto que nos sale el domingo 25, a cuenta de las elecciones europeas.
Conviene tomar en consideración varios datos importantes. El primero, que Europa quiso pero no pudo ser una potencia que compita con las principales (Estados Unidos, China…) y lo que hoy queda de esas aspiraciones es una Alemania engordada en buena medida a costa del desastre de los países «del Sur», entre ellos, cómo no, España. O sea, que no vamos a votar pensando, como tal vez ocurrió en el pasado, que formamos parte de un poderoso conglomerado asociado a las naciones dominantes del planeta, sino con creciente consciencia de que estamos casi a la cola de un conjunto heterogéneo, sin unidad económica real y sin siquiera un proyecto unitario en el plano político (y, por tanto, con muchos antidisturbios pero sin apenas un batallón de tropas común).
Otra cosa a tomar muy en cuenta ya queda dicha: que estamos bajo control alemán y no hacemos nada, ni siquiera testimonialmente, para liberarnos de esa pesada «tutela».
Un tercer elemento clave es que nos tienen adjudicadas unas deudas que no surgen de ninguna realidad concreta, sino de un «reparto de debilidades» según el cual la fragilidad de cada nación es la causa real y directa de que le adjudiquen tal o cual deuda. De ahí que España la esté pasando tan mal y que varias otras naciones (Grecia, Chipre, Portugal, etc.) estén aún peor.
Todo llega tardíamente. Es como si hubieran enviado un automóvil desarmado, o un mueble de Ikea, y algunos de los materiales y las instrucciones nos hubieran llegado tarde o se hubieran perdido….total, que no hay forma de ensamblar las partes.
Los movimientos y aún partidos políticos formales de protesta también han llegado tarde, últimos en acudir a la cita.
Esto significa que algunos, los que dirigen el cotarro (por cuenta de Alemania, con los mercados como telón de fondo) estarán allí como «custodios» de lo poco que ha quedado, las ruinas del edificio europeo, levantado a medias y lleno de grietas aún antes de inaugurarse. Como se ve tan claramente con PP y PSOE en España, los partidos tradicionales europeos se reparten entre ellos privilegios y prebendas y administran el naufragio, sabiendo que los botes salvavidas están siempre listos. Y más allá están los grupos y fuerzas ideológicamente muy variadas pero cohesionadas por la realidad que las constriñe como una faja: agrupados bajo la socorrida definición de «populistas» son los testigos de que el proyecto europeo, apenas esbozado, ya ha fracasado… Entre ellos habrá «piratas», derechistas que han desmembrado a partidos conservadores tradicionales, extremistas de cualquier extremo, radicales de todos los colores y hasta racistas y «fachistas» (un adjetivo prodigado con tal soltura que ya no quiere decir nada)… Todos van a lo mismo: a exigir responsabilidades, sabiendo que, en medio del desastre, nadie les prestará mucha atención.
Pero, bueno, ahí estará nuestra autofoto… Como los chavales, más nos valdrá sacar la lengua, hacer carantoñas, burlarnos de nosotros mismos…porque al fin y al cabo solo será un flash, un recuerdo que dentro de equis años quizás hasta nos haga sonreír y que nos hará pensar (estemos donde estemos) en la pandilla de miserables que se lucró con todo esto y nos fue arrastrando a la catástrofe.
Yo me creía que era rico espiritual y no lo soy soy un pobre desgraciado desnudo que no tengo vestidos para tapar mis vergüenzas necesito ropas blancas acrisoladas y echarme un colirio para recobrar la vista. Mis obras no son perfectas ante Dios.
Esto es espiritual lo que digo. San Pablo Apóstol de Cristo pasó muchos sufrimientos pero tenía gran consolación. Los perseguían los azotaban se jugaban la vida no comían ,cárcel eran tratados como delincuentes cuando ellos hacían el bien