Es tramposo discutir en el plano de los principios y de repente arrojar hechos como dardos. Y también lo inverso: hablar de los hechos y romper el diálogo apelando a los principios
Los debates de barra de bar siempre son más apasionados y apasionantes que los de cualquier plató de TV, sea de emisora de barrio o de gran cadena berlusconiana (imagino que todas las teles seguirán siendo de Berlusconi, aunque solo sea metafóricamente). En esos debates de mostrador a veces se llega a una raya roja que ninguno de los contrincantes debe pasar porque se entraría en los insultos, quizás en las agresiones físicas. Pero no suelen atravesarla. Recuerdo una ocasión en la que discutíamos ya acaloradamente sobre cuestiones internacionales con un señor que era autoridad dentro del Partido Popular… Y cuando lo puse entre la espada y la pared retratando el indiscutible poder del Imperio y cómo finalmente se imponía contra todo principio democrático… la sentencia de mi interlocutor cerró todo debate: «Bueno, alguien tiene que vigilar que nadie quite los pies del tiesto».
Estas «verdades» vienen a recordar esas dos formas absolutamente diferentes de analizar la realidad: la que se mantiene dentro de lo formal y la que se olvida de formalismos y apela a los hechos. La mala fe (generalmente inconsciente) está en «navegar» de un plano a otro: de repente defendemos cuestiones «de principios», de repente bajamos a la realidad.
Esto es lo que pasa, inevitablemente, cuando se habla hoy de Venezuela. Mientras se libraban guerras en Irak o en Afganistán (guerras que continúan, a menor escala y semi escondidas) los eternos optimistas, que son legión porque viven saltando de un plano a otro (principistas reclamando a sus enemigos, permisivos en la defensa de los «propios») elogiaban el aumento de países más «autónomos» en América Latina. Mi respuesta (siempre he sido un poco aguafiestas, por mirar tanto al plano de la realidad) era pedir prudencia porque los norteamericanos estaban «entretenidos» matando musulmanes, de uno en uno con los drones y de a cientos o a miles con ejércitos y bombardeos.
Será casualidad pero el caso es que, algo más calmados los «conflictos» del mundo árabe/islámico, acaba de surgir un «foco» de gran inquietud en Venezuela.
Los yanquis mueven los hilos del salvajemente represivo ejército egipcio y van controlando los procesos en Túnez o en Libia. Es cierto que han promovido un «empate técnico» en Siria: lo han hecho porque en los demás territorios han reconquistado espacios y sin dar demasiado la cara («milagritos» de Obama). Y ahora hasta han conseguido que el mundo visualice lo de Ucrania como ¡una «expansión militarista» de Putin! El caso es inverso: Europa, empujada por USA (que no quiere mucho protagonismo: prefiere darle los trabajos sucios al «socialista» Hollande, por ejemplo) le ha «quitado» Ucrania a Moscú… Todo parece indicar que echar a los rusos de Crimea resultaría demasiado afrentoso.
Despejados aquellos panoramas, «emerge» (repito: pura casualidad) el «conflicto interior» en Venezuela. En el escenario ya hay un «político», Leopoldo López, preparado por la CIA, que ha «caído» preso… quizás sea al revés: el «chavismo» ha caído en la tentación de encarcelarlo y juzgarlo; hay también «chavistas» moderados, como el gobernador Vielma Mora, con amigos empresarios y partidario de sentarse a negociar… Pero el caso es que el comandante Chávez ha muerto y sus herederos dan bandazos con el timón, mostrando cuánto sienten su ausencia.
¿Hay…hubo… fuerte represión? ¿Injerencia extranjera? ¿Cambiamos el plano del análisis? A ver. Si nos atrincheramos en los «principios» tenemos que admitir que también en Europa las disidencias se reprimen cada vez con más brutalidad…en Ucrania, en Italia, en España, en la propia Francia… pocas policías pasarían hoy el examen de «observadores imparciales». Además, está claro que el poder –los gobiernos, el imperio– se infiltra en las protestas, mezcla policías con manifestantes, confunde las pistas para manipular a la opinión pública…
¿Y si nos olvidamos de los principios y saltamos al plano de los hechos? ¿Recordamos cómo el chileno Salvador Allende se creía a salvo porque respetaba el marco democrático…? Y le montaron un golpe de Estado… ¿Cambiaron mucho las cosas? ¿No se ha manipulado desde USA, hace apenas unos meses, un sangriento golpe militar en Egipto para echar al presidente elegido en elecciones limpias?
En el campo de los principios o en el de los hechos, tenía razón ese señor: allí está el Imperio vigilando. En Latinoamérica hay varios «insolentes» que quieren quitar los pies del tiesto; y algunos, más atrevidos, quieren incluso tirar el tiesto a la mierda.