Ni existe ya aquel inquietante «equilibrio del terror» que llevó a la Guerra Fría ni Rusia está en condiciones reales de enfrentarse militarmente a Estados Unidos
Hemos hablado varias veces del uso que hace el Sistema del «peligro neonazi». Lo habitual es que nos pongan en guardia ante esas fuerzas «extremistas» al tiempo que son ellos (los presuntos «demócratas» que están destruyendo la democracia) los que dejan morir o empujan a la muerte a los inmigrantes que llegan a nuestras costas.
Ahora se da el caso de que en Ucrania ha quedado a la vista la complicidad que existe entre los partidos principales del Sistema (al estilo del PP y el PSOE) y las fuerzas tildadas de ultraderechistas. Porque en la coalición de gobierno formada en Ucrania tanto el primer ministro como los ministros principales (Exteriores, Justicia, Interior) pertenecen al partido «Patria» liderado por la señora Timoschenko, que está alineado con los «Populares» europeos… (los «parientes» de Rajoy). El viceprimer ministro, Sych, es del partido «Libertad» (Svoboda), que ha mantenido estrechas relaciones con el partido neonazi alemán NPD. Dentro de la gran movilización popular del Maidan existe un grupo abiertamente proclamado «Sector de la derecha» (Pravy Sector), cuyo dirigente Panibli, ha sido nombrado presidente del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa ucraniano. La vicepresidencia de este Consejo fue ofrecida a Yarosh, también del Pravy Sector.
Resulta extraño que nuestros «guardianes» de la democracia, que se la pasan denunciando grupos neonazis, nos hayan hablado poco y nada de este ramillete de gente del «sector de la derecha» que desempeña tan altas funciones en el nuevo gobierno ucraniano. Existe la posibilidad –tememos– de que ese cierto ocultamiento tenga que ver con que estos gobernantes nacidos del golpe de Estado en Ucrania han sido patrocinados por la Unión Europea y por Estados Unidos.
Socia casi «hermanada» con Rusia, Ucrania ha sido empujada a un callejón sin salida. Los norteamericanos (como lo comentamos la pasada semana) han empujado a Europa a que fuerce un compromiso con Ucrania, que los hubiera llevado (o que ahora mismo los está llevando) a caer en las redes de nuestras troicas y nuestras mafias financieras. De esos achuchones incesantes, alimentados con movimientos callejeros probablemente financiados desde un principio por Occidente, surgió de repente esta nueva realidad: un acuerdo negociado por todas las partes se echó a la hoguera en unas pocas horas y la situación se desbordó. Desde Occidente se lavan las manos… pero no hay otras manos.
Un comentarista citaba a Von Clausewitz, recordando que a un enemigo en trance de derrota nunca hay que cerrarle todas las salidas (a menos que sea seguro y «barato» eliminarlo). Yo lo conocía más sencillo: «nunca hay que acorralar a un gato porque puedes salir arañado». Y eso es lo que ha hecho Occidente con Ucrania e, indirectamente, con la Rusia de Putin.
El acuerdo negociado equilibraba los intereses de todos los sectores en pugna y cuando lo rompieron en muchos trozos no les importó poner a Moscú en una posición insostenible. O sea: in-sos-te-ni-ble. José María Carrascal, tan amigo siempre de Occidente, echa todas las culpas a Europa pero porque no quiere marcar el papel de «instigador» de Estados Unidos. Si no resulta posible «partir» a Ucrania (destrozar países es algo que a todos cae bien: un competidor menos o más debilitado) al menos los rusos se quedarían con Crimea… Es solo un 5% del territorio y de la población de Ucrania pero allí hay una mayoría pro-rusa y allí está la flota naval exsoviética del Mar Negro, llave principal de la salida al mismísimo Mediterráneo.
Sencillamente, Rusia no puede quedarse sin, al menos, Crimea. Estados Unidos, instigador de Europa, es ahora quien más amenaza. Pero no son amenazas demasiado contundentes: Europa depende del gas ruso.
Y ahora se acumulan las preguntas: ¿por qué no dejaron ninguna salida airosa a los rusos? ¿Por qué dejaron en Ucrania una coalición cargada, esa sí, de neonazis?
Aunque parece que nadie jugaba a la partición de Ucrania, al final lo probable es que, como mínimo, le «amputen» Crimea.
¿Estamos, acaso, como suele agitarse, al borde de la 3ª Guerra Mundial? ¡Qué va! Rusia no está en condiciones de enfrentarse militarmente a Estados Unidos. ¿Ha vuelto, entonces, la Guerra Fría? Tampoco. La Guerra fría no fue un instante, sino un periodo prolongado en el que se vivía bajo «el equilibrio del terror». Esto de Ucrania, tal vez sea solo un momento fugaz, de mucha tensión. No conviene olvidar lo mucho que han trabajado juntos últimamente (como en Siria y en Irán) Putin y Obama.