Un futuro inimaginable

13 Feb

A quienes nos oponemos al Sistema se nos descalifica fácilmente diciendo… que somos «antisistema». Pero «ser» antisistema no es tan sencillo: se nos plantean muchos interrogantes. El primero es «qué somos en realidad». ¿Somos monárquicos o republicanos? ¿De izquierdas, de ultraizquierda o quizás de un nuevo tipo de derecha que también se siente estafada?

¿Estamos contra todos los partidos, por ver cómo todos contribuyen al mantenimiento del Sistema? ¿O tal vez nos hemos convertido en enemigos de cualquier actividad política, convencidos de que los movimientos sociales pueden crear formas de vida más justicieras, cultivando la tierra colectivamente o haciendo proliferar cooperativas de todo tipo…?

Y si finalmente llegamos a la conclusión de que tenemos que derribar las estructuras de la sociedad en que vivimos… ¿Cómo lo hacemos? ¿Pacíficamente, como lo cree la inmensa mayoría de la gente vinculada al 15M? ¿O no habrá más remedio que apelar a la violencia, contando con que el Sistema acude de inmediato a la represión y es capaz de golpear y herir constantemente a manifestantes… y de matar a seres humanos ahogando inmigrantes –por ejemplo– en las costas de Ceuta?

Ni siquiera sabemos si una defensa violenta de los derechos que nos van arrebatando podría intentarse….o sería una actitud suicida. Periódicamente, las llamadas «fuerzas de seguridad» dejan filtrar informes, que en realidad son «notas de prensa» disfrazadas de informes. Allí clasifican a los grupos y facciones que suelen movilizarse contra el Gobierno pero no toman en cuenta para nada dos datos importantes: el tipo de decisiones adoptadas por el poder (cuáles medidas provocan las movilizaciones) y cuándo las acciones populares son respuestas a violentas actuaciones represivas. En una de estas «filtraciones» interesadas se señala una presunta «táctica» de los activistas: los «black-blocs» que son, según se explica, «bloques» de manifestantes vestidos de negro que se entrelazan de tal modo que se presentan como un «muro» ante las fuerzas represoras….No parece que esa «muralla humana» sea un «arma secreta» muy peligrosa. De ahí que el informe apele a que en realidad hay grupos violentos que quieren convencer a los demás («desnaturalizando» iniciativas que son «cívicas en su origen», dice la policía) de que solo con la violencia se va a «acelerar» el cumplimiento de sus reivindicaciones. Como no tienen elementos para caracterizar como violentos a los movimientos de protesta, aseguran que su interés –el de los represores– está en evitar que la protesta se proponga «objetivos de mayor calado que los perseguidos hasta ahora».

Si la resistencia popular no presenta grandes «inventos» guerreros, en la represión los avances son formidables.

Los famosos «drones» («abejorros») –aviones asesinos sin tripulantes– proliferan en el mundo entero. Algunos datos hablan de unos 2.400 de estos asesinatos «anónimos» (y de 273 víctimas «civiles»); otros indican que esa cifra es la de los crímenes cometidos solo en Pakistán, y añaden que las muertes son 5 o 10 veces mayores.

En realidad, estos aparatos son simples robots aéreos y los vienen fabricando los norteamericanos, los israelíes, los chinos y la propia España. Muchos empresarios están esperando reglamentaciones para darles diversos usos comerciales.

Los hay de todos los tamaños y algunos, diminutos casi como un abejorro auténtico, serán muy pronto pequeños espías…» Ellos conocerán ya todos nuestros movimientos y no solo nuestras conversaciones y correos…. O sea, que vamos a una sociedad de control total sobre los ciudadanos. Los psicólogos nos vienen avisando de que los humanos nos comportamos de modo distinto y actuamos de una manera diferente cuando nos sentimos vigilados. De modo que lo más probable es que estos pequeños robots espías, además de matar gente sin que veamos la sangre, cambien todo nuestro actual estilo de vida…cada vez más en dirección a un hiper control que desvirtúa cualquier idea de libertad. Es tan tétrico lo que nos tienen programado que no basta con las ficciones de Orwell o Huxley… habría que sumarles la imaginación de Verne y la ácida crítica de Jonathan Swift…

Cuando pensamos en la necesidad de acabar con este sistema ni nos imaginamos las atrocidades a que nos puede llevar. Y no nos engolosinemos con el «sí se puede» porque autoengañarnos equivale a enterrar la cabeza en el suelo, como los avestruces, para no ver la realidad que nos ahoga. Hay que luchar contra esto, se pueda o no se pueda….

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