Así como hay grabaciones de risas para las series cómicas, en los informativos podríamos colgar un cartel que ponga «Asombrarse» cuando un político cambia de «ideología»
Cuando se empiezan a mover las piezas de un rompecabezas y después se pretende reconstruirlo suelen comenzar tales quebraderos de cabeza que con frecuencia nos decidimos por empezar todo de nuevo. Pero ese «partir de cero», que se hace tan fácilmente ante un puzle, en la realidad no resulta sencillo. Peor aún: es imposible. Porque las piezas son países enteros, regiones, pueblos, minorías étnicas o religiosas… O sea: que no se dejan «mover».
Ahora mismo Europa está en disolución como Unión Europea o quizás en una situación aún peor: la gran movida de unión continental se ha quedado paralizada pero nunca se llegó a darle al enorme proyecto, desarrollado a medias, ni un nuevo camino ni una propuesta concreta de «apagón» o de «cierre». Por cierto: tampoco es nada fácil dar carpetazo a un proyecto tan ambicioso, y al que nadie quiere certificar como «enfermo terminal»: de hecho, ni siquiera se admite que está moribundo.
Los medios de comunicación suelen prenderse fuerte a un tema, y después soltarlo y no volver a tocarlo durante semanas o meses. Cuando lo retoman ya son otros los protagonistas y es complicado enlazar los nuevos datos con los que nos dieron antes; los medios ya están entusiasmados con otro escenario, siempre con la excusa de que al lector solo le gusta algo intempestivo, inesperado, brutal….o cuando menos que haya un «récord». Lo cierto es que muchas veces nos asombramos de que no se hable más de una historia justo cuando empezaba a resultar apasionante. Caso paradigmático: Islandia.
A mí me pone frenético que las series llamadas «cómicas» traigan grabaciones de risas que nos indican cuando hay que festejar el presunto chiste. Ahora no nos vendría mal que en los informativos pusieran un cartel con la leyenda «asombrarse», por ejemplo. Podrían colocar el cartel cuando nos dicen que el presidente francés, Hollande, no solo ha cambiado de novia sino también de ideología. El asombro solo debería venir por el lado de la ideología. Pero tampoco. Por eso sugiero el cartel: «Asombrarse». «Hollande ha dejado de ser de izquierdas». Así como la grabación de risas se utiliza aunque el chiste no haya provocado ni una sonrisa, el cartel de «Asombrarse» debe utilizarse siempre….¡Porque ya hay que ser muy despistado para asombrarse de que un socialista deje de ser «de izquierdas»! Después de haber visto que todos ellos (Toni Blair, en el Reino Unido; Schroeder en Alemania; nuestro tan recordado Rodríguez Zapatero; o, ahora, Hollande) tenían tan poco que ver con lo que supo llamarse «izquierda». Forma parte de la parafernalia de este presunto «vuelco» de un político a la acera de enfrente (ideológica) que algún listillo nos cuente que «se lo veía venir». Y es que el personal no quiere tomar consciencia de que la llamada izquierda hace mucho rato que no existe. Y si por izquierda entendemos un cambio revolucionario, simplemente el Sistema no va a permitir que una fuerza tal llegue al gobierno.
El poder de Occidente, el poder de esa Europa en disolución como unidad política pero potente como respaldo a la nueva y desafiante Alemania, está ahora volcado a derribar al gobierno de Ucrania, pieza clave para volver a armar el puzle pero de otra manera: con el antiguo poderío soviético reducido pura y simplemente a Rusia. Igual Putin seguirá bregando por dar de nuevo un cierto peso en la política mundial a su inmenso país, pero su reivindicación ya no tendría la fuerza que le da contar con Ucrania, donde se habla ruso y donde hay todavía un fuerte arsenal atómico.
Un «feroz dictador», Yanucóvich, se ve atado de pies y manos porque la juventud militante pro europea de la zona occidental del país lo denuncia cada día… Aunque haya ganado las elecciones hace más de 3 años, el primer ministro (al que no consiguieron derribar antes con una de las famosas «revoluciones de colores»), está ahora jaqueado por todos lados… Causa extrañeza que el gobierno no se haya atrevido a rescatar a 200 policías que habían sido cercados por un millar de manifestantes….¡tuvieron que negociar para que dejaran ir a los guardianes del orden sin pegarles! Aquí sí que encajaría el «Asombrarse». A lo mejor en España nos convendría un canje: mandar a Ucrania a nuestros «democráticos» gobernantes y que ellos nos envíen a sus diabólicos dictadores.
Desde Hollande o desde Yanucóvich se puede apreciar que el desarmado rompecabezas europeo está hecho un revoltijo. Por si alguien todavía tiene capacidad de asombro, levantamos el cartelito: «Asombrarse».