La historia de nuestra comunidad es una tragedia y nadie le encuentra solución. Aquel vecino, el vecino del ´A´, tiene puestos dos pistoleros en el jardín, otros tres en la azotea y otros más dentro de un coche, a la entrada del edificio. El vecino del ´B´, como tantos otros de la comunidad, ha descubierto que tiene pinchado su teléfono y que del tablero de la electricidad emerge una especie de periscopio que lo está filmando todo el tiempo. Y el del ´A´ ni siquiera oculta que es él quien nos espía todos los movimientos. Se limita a decir que es mejor para todos y que lo hace por nuestra propia seguridad.
Comentando entre varios quedó claro que a todos les pasa más o menos lo mismo pero ninguno se atreve a exigir que quiten los micrófonos y las grabadoras- porque tampoco hay forma de conseguirlo- los pondría de nuevo. Nadie se puede oponer de verdad a sus propósitos.
Uno de ellos increpó al vecino ´A´, del cual es amigo desde hace mucho tiempo, y el otro le pidió disculpas muy amablemente pero no retiró el micrófono espía. Volvió a decir que eso era ´mejor para todos´ Y nadie se atrevió a protestar más.
Tenemos dos opciones: una, la de siempre, es no hacer nada que pueda molestar al vecino del ´A´. Pero a veces no sabemos muy bien siquiera qué cosas pueden molestarlo o cuáles pueden provocar su peligrosa indignación. La otra opción es envalentonarnos y tratar de quitarle su prepotencia o de aliarnos entre varios para denunciarlo y obligarlo a que deje de espiarnos y de intimidarnos. Pero no nos atrevemos. Ya sabemos cómo se las gasta: a un par de vecinos díscolos los agredió: a uno lo puso en fuga y al otro le hizo dar una paliza con sus matones y terminó en el hospital. Además de dejarle medio destrozado el piso- ¡y después le ofreció un préstamo para hacer los arreglos y reparaciones! (a un interés usurario, claro). ¡Y misteriosamente se llevaron unas obras de arte y joyas que había en el piso y que nunca volvieron a aparecer!
Naturalmente, el vecino del ´A´ es presidente de la comunidad- bueno, no él personalmente pero uno al que puso él- y de allí tampoco hay quien lo quite.
La mayoría de los vecinos tratamos de no tener problemas: le seguimos la corriente y apenas nos atrevemos a hablar entre nosotros -incluso nos aguantamos en silencio (o con débiles protestas) cuando agredió a varios o los amenazó públicamente. Uno está temiendo que le tiren la puerta abajo y entren en su casa y, aunque está armado- ¿Quién podría hacer frente a la cuadrilla de pistoleros a los que, cuando hablamos en voz baja entre nosotros, llamamos ´los mercenarios´?
Así vive nuestra comunidad.
Pero lo que resulta increíble es ver que nadie parece darse por enterado de lo que pasa y cuando se presenta alguna denuncia no nos hace caso ni la policía ni la justicia (a la justicia entre nosotros le llamamos ´la ONU´).
A un gigantón que hace algún tiempo también nos tenía atemorizados se le bajaron los humos cuando vio que no podía enfrentarse al poder del vecino del ´A´. Últimamente el gigantón está otra vez envalentonado pero se cuida muy bien de no llevarle la contraria al del ´A´, que le deja hacerse el importante y cumplir el papel de ´segundón´.
Además, están los que le ´bailan el agua´ al vecino del ´A´. Y dicen que los que protestamos por vivir como en una cárcel somos unos quejicas y que ´nada nos viene bien´.
Pero, insisto, nadie habla abiertamente de lo que pasa. Nuestras denuncias tampoco se publican. Y en la barriada parecen ignorar totalmente nuestra situación, pese a que todo el mundo la conoce perfectamente.
¿Por qué tanta hipocresía? ¿Por qué tantos eufemismos? -Como eso de decir que solo ´le gusta mangonear un poco´. Sus chivatos no se cansan de argumentar (encima son muy habladores) que gracias a su actuación nuestro edificio no tiene problemas y no entran ladrones- Pero eso es igualmente falso: en un par de ocasiones alguien se metió y se llevó lo que quiso y una vez le hicieron daño a la puerta de entrada del piso gigante del propio vecino del ´A´- y entonces tuvo tal ataque de furia que temblamos todos. Y es verdad que ya no volvió a ocurrir nada parecido. Ahora ni vuela una mosca. Algunos dicen que él mismo provocó los daños para amenazar con represalias y tenernos acojonados a todos.
¿Por qué todo el mundo parece ignorar lo que está ocurriendo?
(Cualquier parecido entre nuestra comunidad y el ´orden mundial´ es mera coincidencia)