Poder duro y poder blando

26 Nov

Acosado por el cerco exterior y bajo el «fuego cruzado» del Imperio y los mercados, Irán ha tenido que dar un paso atrás. Pero los «halcones» siguen furiosos

El acuerdo firmado con Irán es otra muestra del retroceso general de quienes tratan de resistirse al poder imperial. Aunque en el pacto firmado hay posibilidades de encontrar argumentos optimistas: como ya lo hizo con Siria (vía Putin) el imperio se muestra dispuesto a negociar y hasta deja alimentar la esperanza de que no seguirá siendo «esclavo» de su gran aliado en Oriente Medio, Israel.

Pero antes de lanzarse al optimismo conviene –como siempre– prestar atención al «telón de fondo»… ese que en el teatro introduce un «gran escenario» al que apenas miramos porque prestamos atención sobre todo a los movimientos de los actores y los efectos de luces. Y el telón de fondo es lo que los medios llaman «la carrera atómica» regional. Habrá quien se pregunte, sensatamente, si no es bueno impedir que otro país se sume al ya bastante numeroso «club nuclear». Pero si pensamos que Irán es uno de los pocos núcleos de resistencia al poder imperial que quedan en pie, lo siguiente será comprobar que solamente a los iraníes se les corta el paso al arma atómica: la tienen Israel, China, la India, Corea del Norte. ¡Y hasta la tiene un país terriblemente inestable, donde los talibanes mantienen fuertes reductos, como lo es Pakistán!

Las versiones que nos ofrecen los medios de comunicación en estos días marcan una diferencia: dicen que Irán muestra una gran «beligerancia en su política exterior». Sin embargo, si nos fijamos en el «currículum» de las naciones de la zona los fríos datos apuntan como más beligerante a Israel, flagelo militar para toda la región; o a China, que mantuvo guerras territoriales con el también teóricamente comunista Vietnam; o a India y Pakistán, que han tenido varios encontronazos militares… Irán, por el contrario, en el último medio siglo no ha sido agresor, sino país agredido cuando fue atacado, en los 80, por el Irak de Sadam Husein, que por entonces contaba con el firme respaldo militar y económico de Occidente y de Arabia Saudí.

Así se escribe la historia. Cualquier cronista puede hoy señalar a Irán como país poco fiable pero ninguno tirará de hemeroteca para comprobar esos antecedentes que, en los hechos, muestran la mayor peligrosidad de casi todos los otros poseedores de atómicas.

Se le cierra el paso a Irán puramente por razones estratégicas del imperio: no han podido someter totalmente al poder global al régimen de los ayatolas. Pero la verdadera victoria contra Irán es la que ha logrado la mafia mundial con la acción combinada de los mercados, Estados Unidos y sus aliados: un cerco económico que ha provocado en Irán una impresionante inflación, parecida a la que azota a Venezuela. No es difícil para la supermafia inducir inflación en un país al que tienen cercado y acosado, porque el propio aislamiento ya supone condicionamientos económicos que repercuten en la desvalorización de la moneda local y en el encarecimiento acelerado de todos los artículos de importación (además de que han saboteado las exportaciones petrolíferas iraníes).

En el otro extremo de esta historia, Obama aguanta ahora una lluvia de críticas por haber buscado un acuerdo negociado con el presidente iraní.

En estos días se ha cumplido medio siglo desde que mataron a Kennedy. Es fácil rememorar que el presidente asesinado adoptó una actitud negociadora, con sus aliados europeos y con los propios soviéticos. Tuvo enfrente a los halcones de la época, que eran tan rudimentarios que creyeron conveniente matar a Kennedy para recuperar el rumbo, que para ellos era la línea dura, sin matices. Esa dureza que hoy preconizan los republicanos e Israel. Los halcones siguen furiosos, aunque tal vez ya no crean necesario acudir al magnicidio.

Lo concreto es que el poder imperial es el «enemigo principal» para todos los que buscan un mundo más justo. Hay mucha teoría sobre el «poder duro» y el «poder blando»…. Quienes quieren encontrar diferencias de fondo entre una y otra estrategia todavía no han terminado de comprobar que son cuestiones de intereses. La gran mafia no va a perder de vista nunca su objetivo: retener el poder global y reducir o aplastar cualquier foco de resistencia, por las buenas o por las malas.

Los iraníes seguramente defenderán su autonomía, tras haber aflojado un poco el lazo que les han echado al cuello. Y, probablemente, en algún momento volverán a intentar avances hacia una bomba atómica… no tienen más remedio, aunque solo sea para contar con un elemento disuasorio:… ¡si todos sus agresivos vecinos la
tienen!

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