Dos siglos atrás

2 Abr

Suele decirse en casos parecidos que «si no existiera Kim-Jong-un habría que inventarlo». ¡Vaya responsabilidad inventar a un sujeto como ese! Pero hay quienes ven con alborozo su existencia y quizás querrían tener algo así en el caso de que la realidad no lo hubiera hecho brotar. Nos referimos sobre todo a Estados Unidos, que ve en Corea del Norte el tronco contra el cual afilar sus uñas€ y a unos cuantos militantes o pequeños grupos de ciudadanos que celebran la existencia de este foco atómico «anti imperialista».

A los norteamericanos, particularmente al Pentágono, un enemigo así, «surrealista» pero con armamento atómico real, le permite sostener los presupuestos militares más allá de los «drones» (aviones asesinos sin piloto) y otras minucias en cuanto a coste, y seguir dándole cuerda a las altas tecnologías militares en materia nuclear.

Se puede partir de la base de que para los pueblos de este planeta es positivo que exista un «contrapoder» que actúe como freno a la expansión de Estados Unidos, lo que se perdió hace más de dos décadas con el derrumbe de la Unión Soviética. Y es que, más allá de los genocidios y variadas ferocidades soviéticas, la existencia de un «matón» que desafíe al «capo de mafia» mundial tiene sus aspectos beneficiosos: no queda el planeta entero sometido a un único superpoder, como nos ocurre ahora.

Habrá quien argumente que las rivalidades y tensiones al estilo de la guerra fría nos mantenían siempre al borde de guerras locales e incluso de una nueva «gran guerra» cargada de amenazas de destrucción masiva. Pero es que la existencia de un superpoder único, global, no evita la multiplicación de guerras localizadas y, como se ve ahora con los desplantes de Corea del Norte, ni siquiera nos pone a resguardo de una «guerra exterminadora».

Algunos cronistas manipuladores comparan rápidamente la situación en el Pacífico con la de Medio Oriente, aludiendo a proliferaciones atómicas que puedan nacer alimentadas por «el temor a Irán». Estas elucubraciones son pura propaganda: ni hay pruebas de que Irán disponga ya del arma atómica, ni son los iraníes quienes propician una «carrera» a la que llegarían últimos; aquí no hay nadie que «se lo esté pensando»: disponen ya de la bomba atómica en China, en Pakistán, en la India, en Israel€

Otra manipulación que nos cuelan cuando pueden es la de poner a Rusia y a China en posición de «superpotencias» que tratan de impedir la expansión de los norteamericanos en el Pacífico. Por supuesto que tratan de impedirlo pero no porque disputen la hegemonía a los norteamericanos en el terreno militar, sino porque nadie quiere que Washington ocupe cada vez mayor «espacio»€

Los que gustan creer también en esos «cuentos» sobre la superpotencia rusa o la superpotencia china (que sí puede serlo pero solo en el terreno económico) son aquellas personas y grupos que aún agitan la palabra «comunismo» como si con ella pudieran convocar otros tiempos. A este respecto conviene puntualizar varias cosas. La primera, que aquellos tiempos que algunos añoran fueron verdaderamente monstruosos: dictaduras brutales, represión permanente, asesinatos y genocidios. La segunda, que ni en Rusia ni en China quedan siquiera rastros de las ideologías comunistas originales: son países integrados totalmente en el sistema capitalista (con sus peores lacras incluidas: la corrupción está ampliamente ramificada) y que intentan frenar a Washington pero se cuidan muy bien de interponerse en el camino del capitalismo reinante, al que se han adaptado con impresionante rapidez.

Quienes quieran soñar con ideologías que algunos llaman «comunismo», no solo están en su derecho sino que la realidad de hoy les alienta. Un pensador francés (Alain de Benoist) escribió hace ya unos cuantos años: «El comunismo ha sido una mala respuesta a una buena pregunta. Y esa pregunta sigue (€) planteándose con más fuerza que nunca». Y añadió: «El movimiento socialista, cuyas aspiraciones habían sido desviadas por el comunismo soviético, ha sido siempre producto de la injusticia liberal, de la explotación capitalista y de la mercantilización de las relaciones sociales».

Se ha dicho (creo que fue el humor de Idígoras y Pachi) que Kim-Song-un nos ha hecho retroceder un siglo€ Eso será, quizás, por ese infernal juego con el arma atómica; en cuanto a los desplantes, tal vez sean por lo menos dos siglos.

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