¿Alguien sabe a dónde irá Cataluña «con» España… o bien España con o sin Cataluña? Los mismos que nos avisan que el barco se hunde nos regañan por querer mantenernos a flote
Si dijéramos que rige en todo el planeta una ley no escrita pero inexorable, la «ley de las compensaciones», se podría pensar que estamos de broma. Sin duda pertenece a ese mismo mundillo «paracientífico» que el principio de Peter («todo el mundo asciende hasta llegar a su nivel de incompetencia», si mal no recuerdo) o la Ley de Murphy («la tostada siempre se cae del lado de la mantequilla», si recuerdo bien). Hay muchos empecinados que niegan esta legislación, globalizada mucho antes que el capitalismo, y prueban una y otra vez con la tostada hasta que encuentran otros usos más placenteros para la mantequilla, en vez de darle la misión de pringar todo el suelo del salón. Los que prueban con lo del nivel de incompetencia son mucho más arriesgados y después se arrepienten, tardíamente, porque el que ha alcanzado su nivel de incompetencia ya es jefe supremo y resulta tan inamovible como un directivo bancario (o sea, que sí se lo puede mover pero cuesta demasiado caro).
La Ley de las Compensaciones existe y lo estamos viendo ahora clarísimamente: en la misma medida en que los nacionalistas vascos sientan cabeza los nacionalistas catalanes se echan al monte. Más de uno (como los empecinados en dejar caer la tostada) me dirá que son dos procesos que no tienen nada que ver entre sí y que el rebrote independentista del presidente de la Generalitat de Catalunya no tiene absolutamente nada que ver con el brote moderado del Partido Nacionalista Vasco.
Pero sí. A un viejo burro cargado de desgracias se le pueden llenar las alforjas a tope y aún después colgarle una soga para que arrastre un fardo enorme… y además echarle un sombrero sobre los ojos, por si tuviera un espejo retrovisor que le hiciera ver más claramente su catástrofe… Pero si después viene alguien y le instala sobre su lomo a dos críos y encima se sube él… Y si los vecinos se acercan y miran al animal con ojos severos y opinan que aún es posible exigir algo más a la noble bestia, que se la ve capaz de aguantar…. Bueno, para no alargar demasiado el símil: ha llegado el presidente de la Generalitat, ha quitado a uno de los niños y se ha puesto él. Pero ha sido subir él y que todos los vecinos lloraran a coro y aseguraran en tono plañidero que el burro ya no puede más y que lo de Mas ha estado de más.
Los del PNV y los abertzales vascos se han quedado pasmados al ver lo que España aguanta la sobrecarga, como diciendo: «hombre, de haberlo sabido hubiéramos apretado un poco más…» Y la señora Merkel, desde su «bunkerbank», ha comentado que ella sabe perfectamente lo que el burro puede soportar y por eso se niega a seguir alimentándolo mientras no se demuestre la real y suprema debilidad del animal.
El paisano que tira de la brida del burro, Don Mariano, ha hecho voto de ceguera voluntaria: lleva los ojos vendados en solidaridad con la bestia.
Ahora que hemos convertido al burro en España vienen las preguntas concretas: ¿cómo es que Mas se ha lanzado por un camino sin retorno? Nos ha regalado un juego de palabras obvio: «más de lo mismo»; pero hay una trampa: no se trata de lo mismo porque esta vez lo ha hecho en serio, adrede, provocativamente, desoyendo incluso la opinión de su principal sostén, la burguesía catalana, que está ahora seriamente atemorizada, como si de repente se hubiera encontrado con que alguien que parecía cuerdo está absolutamente pirado. Mas ha llegado a desafiar al Estado español, amenazando con convocar un referéndum sobre la independencia, sea aprobado o no por el Gobierno.
Todas las especulaciones se refieren ahora a adivinar si se trata de una táctica o una estrategia: si Mas realmente quiere seguir la partida hasta el final o solo obtener una victoria electoral contundente (si es posible, con mayoría absoluta). Pero la polémica es absurda: por este camino, Mas puede estrellarse pero si da marcha atrás será un cadáver político instantáneamente.
¿A dónde iría Cataluña en solitario? Lo decíamos hace unos cuantos días hablando de los vascos: a esta altura da más o menos lo mismo, porque… ¿a dónde iría Cataluña «con» España? Al mismo no-lugar, hacia el mismo no-futuro…
Los mismos que han cerrado todos los caminos, que han clausurado las vías de escape, que nos tienen acorralados y reprimen con dureza la menor protesta ….¡esos mismos se preguntan «a dónde irá Cataluña sin España!» De verdad ¿alguien, catalán o no, español o no, sabe hacia dónde vamos?