Cuando alguien opina sobre la crisis el tono mismo de la crítica nos revela su estatus: si dice generalidades o repite cifras es un político tratando de escapar del tema o un economista respondón que quiere sentar cátedra; si discrimina fechas y situaciones es un político tratando de culpar a su rival o un economista ya consagrado que nos quiere convencer (y a menudo se quiere convencer a sí mismo) del peso de su opinión; y si propone soluciones concretas, entonces es Krugman. Hay otros ‘nóbeles de Economía (prácticamente todos norteamericanos… pura casualidad) que, obviamente saben mucho, pero ninguno como Krugman para atreverse a dar consejos incluso a la señora Merkel. Y para vender libros, que es lo que ha estado haciendo en Madrid, porque su obra es un bálsamo para la autoestima de las viejas izquierdas que no saben para dónde tirar…
Como desde este rincón hace rato que venimos hablando de que el gobierno mundial está en manos de una gran mafia, la verdad es que somos poco crédulos respecto a todas las recetas que no sean la pura resistencia ante los mafiosos y en este sentido el propio Krugman, con estar a la ‘izquierda’ de Obama (que en Estados Unidos es como caerse del mapa) no puede ir más allá de ‘Papá’ Keynes, que en España seguramente estaría militando en Izquierda Unida. La gente está buscando ‘soluciones’ pequeñas y precarias para afrontar la extensión de la miseria pero no parece que el drama social haya llegado ya al extremo de promover rupturas arriesgadas, como hubiera sido –un ejemplo—que los griegos hubieran seguido el consejo de romper el euro y volverse a su antigua moneda (consejo que Krugman les dio gratuitamente y hace meses).
Por otra parte, la gran mafia mundial no es, hasta ahora y felizmente, una terrorífica coordinadora de todas las mafias que andan repartidas por las distintas naciones. El día que todo este crimen organizado que nos ‘dirige’ pueda estar realmente coordinado, estaríamos en el punto de una premonición que tuvimos hace casi cuatro años (‘El laboratorio chino’, de 2008… esperamos fervientemente que no se cumpla) en que el mundo se convertiría en una inmensa China, una férrea dictadura con todo el personal trabajando disciplinadamente y sin chistar para un Sistema totalmente orwelliano. La supermafia gobierna los negocios gigantes (petróleo, minerales estratégicos, el tambaleante ‘caramelo’ nuclear, transgénicos, etc., etc.) en tanto otras mafias, nacionales o transnacionales, se concentran en el narcotráfico o el tráfico de órganos o de ‘blancas’, el mundo del juego, etc. etc. Hay enormes mafias en constante crecimiento en Rusia, en Japón, en México, en Colombia…o en los tradicionales feudos de Italia y Estados Unidos. Pero aunque no estén coordinadas hay algún ‘mecanismo automático’ para no dejarlas tan al descubierto. En China ha estallado (es un decir, porque en China hasta las bombas explotan con sordina) un escándalo alrededor de un grupo que disputaba el poder dentro del aparato del Partido Comunista. En España casi ni se abordó el tema. Y cuando se lo trató, como hizo El País en un suplemento hace un par de semanas, se lo tituló ‘el enredo chino’ y ‘La intriga que corroe China’. Ni enredo ni intriga: fue un intento de golpe de Estado, una feroz lucha interna entre mafias…por el control del ‘aparato’ del partido. El próximo otoño se renovará la cúpula de la gran mafia política y ya no contarán allí los ‘conspiradores’: un grupo interno, al parecer encabezado por Bo Xilai, que fue ‘decapitado’ políticamente después de –como suele decirse- ‘amasar una inmensa fortuna’, ‘fugar cuantiosos fondos’ y haber pagado ‘sobornos multimillonarios’. La trama ‘golpista’ espiaba a todos los altos jefes y aspiraba a reemplazarlos…un intento de golpe de Estado en toda regla del cual, según algunas versiones, participaba incluso el jefe del espionaje, Zhou Yongkang… (coincidiendo con el creciente papel de la CIA y con el espía Putin en el poder en Rusia) En una sociedad aplastada e incomunicada, en la que gobiernan las mafias, los golpes de Estado vuelven a ser como antaño: unos cuantos complotados en lugares estratégicos y un poco de suerte a la hora de mover las piezas. Esta vez faltó la suerte. Ya se sabe: las mafias tienen sus propias ‘leyes’ internas… A ver si para organizar la resistencia al poder global hay que llamar al que más sabe de mafias y padrinos: Francis Ford Coppola.