Como en los antiguos teatros, nos muestran –nos tapan- la realidad con unos ‘telones de fondo’ que pueden simular cualquier cosa: una casita en medio del bosque, un páramo con cactus raquíticos, un escenario post guerra atómica …
Como telón de fondo del proceso político latinoamericano hay un ‘dibujo ideológico’: están los radicales, los populistas, los reformadores sensatos, los conservadores…
Es difícil, desde la distancia y desde la óptica europea (Europa retrocede en todos los terrenos pero la ‘cultura’ occidental está metida dentro de nuestras mentes, como si viviéramos en un auténtica democracia) entender que prácticamente todo un parlamento desaloje del poder a un presidente, como le acaba de ocurrir a Fernando Lugo en Paraguay, y que esto pueda ser denunciado como un golpe de Estado. Muchos lo han comparado al caso de Honduras, donde el presidente Zelaya, un hombre ‘de la entraña’ del sistema, dio un vuelco hacia el pueblo: giró hacia el ‘populismo’, una palabra que hoy está en boca de todos los comentaristas para descalificar cualquier política que quiera independizarse del poder imperial. Y ese vuelco dio inicio inmediato al proceso para descabalgarlo. Son países desamparados, sin tradición de ejercicio de la autonomía, aunque, como Paraguay, hayan luchado desesperadamente por ella. No tienen tampoco tradición de ‘vida democrática’ (esa que aquí construimos y estamos perdiendo aceleradamente).
Algunos se preguntan si la poderosa multinacional Monsanto –‘santo’ de los transgénicos y de los pesticidas asesinos- ha podido ‘comprar’ a las dos cámaras del Paraguay para que destituyan a Fernando Lugo de un plumazo, sin darle tiempo siquiera a preparar su defensa. Por supuesto que es posible. Tampoco necesitan mostrar su larga mano: cuentan con muchos intermediarios.
¿Cómo será un líder antiimperialista? Según las recetas míticas, sería un ‘Che’ Guevara, capaz de irse a luchar y morir a unos territorios de lenguas indígenas, en la Bolivia profunda, rodeado de argentinos y de cubanos que no hablaban ni quechua ni aymará. Pero no suelen ser así. Tienen toda clase de defectos y pueden apuntarse a ideologías muy variadas. Pueden ser como el ayatollah Jomeini, musulmanes que en Occidente vemos como ‘fanáticos’. O pueden ser ‘dictadores’ como el mariscal Tito, que mantuvo formando un solo dibujo al mosaico yugoslavo, destrozado a dentelladas por sus vecinos apenas Tito falleció.
El caso es que Fernando Lugo fue obispo y le acusan de haber dejado hijos naturales por varios sitios. Ni siquiera llegó a hacer la reforma agraria prometida, porque en su búsqueda de un ‘trozo’ de poder tuvo que remendar una coalición casi inexistente a fuerza de concesiones, como la de aceptar como vicepresidente a su rival político Federico Franco, quien ahora le reemplazó.
Apenas pudo subir algún impuesto a los poderosos productores de soja. Subsidió a familias en estado de extrema pobreza, dio medicina gratuita a buena parte de la población y ofreció desayuno y almuerzo en los colegios… ¿Tan grave fue todo eso como para quitarlo? Apuntaba maneras. Pero hay más: Paraguay se había aproximado a una alianza de países que pugnan por ganar autonomía: desde Brasil hasta el Perú de Ollanta Humala, pasando por Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Venezuela… Allí se han reunido desde los que quieren trepar a la cúspide del sistema de poder, como Brasil, hasta los enemigos frontales del imperio, como Chavez, pasando por reformistas de todo pelaje. Pero unos y otros han respetado un común denominador: defender un principio básico de autonomía para que Latinoamérica no siga siendo el patio trasero de Estados Unidos.
Y en la otra punta los que son ya territorio de las mafias, como la que controla México o la que domina en Colombia, ambas asociadas directamente con intereses norteamericanos y amparadas por la agencia supuestamente antidroga, la DEA. Si levantamos el telón, el verdadero fondo es el de las 22 bases norteamericanas estratégicamente distribuidas, que pueden lanzar ofensivas fulminantes si quieren convertir la ‘guerra fría’ latinoamericana en una guerra abierta. En ese esquema Lugo no era una pieza clave pero la estrategia imperial siempre ha sido esa: ir recortando y aislando a quienes persisten en la ‘manía’ de independencia. El frente ‘autonomista’ fracasó en rebobinar el ‘golpe’ en Honduras contra Zelaya y ahora está empeñado en salvar a Lugo. No va a ser fácil luchar contra Monsanto.