Algunas veces me he lamentado de que se avance tanto en ‘catálogos’ de todas las especies –por poner un ejemplo imaginario- de aves de Oceanía… pero resulte imposible saber cuántos pueblos, tribus, etnias, culturas o como queráis llamarlos existían en el mundo al comenzar el Siglo XX o cuántos hay ahora. He mencionado en alguna ocasión que en las primeras décadas del XX desaparecieron en la Amasonia más de 20 tribus de las que no se saben ni los nombres. Quizás muchos piensen (incluso entre los ‘bienpensantes’) que tampoco es tan necesario ese inventario de (digámoslo así) ‘agrupaciones humanas’, mientras podamos seguir catalogando prolijamente los pajaritos de Oceanía. Por lo visto a la especie humana ya nadie la considera ni siquiera parte interesante de la Naturaleza. Nos habremos ganado a pulso ese desamor pero no quiero creer que los tiernos protectores de los animales se hagan partícipes de tal desprecio por los humanos.
Creo que fue Kapuscinski el que habló de que en África habían existido más de 10.000 de ‘esos’ (¿países, tribus, clanes, estados…?… ni siquiera tenemos un nombre genérico aceptable). Y es cierto que ese mosaico desbordante de culturas fue brutalmente condensado por las potencias coloniales en unos 50 estados. Tal forma de comprimirlos formó parte del proceso de recolonización organizado con los parámetros de los Estados Nación de Occidente y a los que después hasta se les exigió aplicar las ‘plantillas’ de la ‘democracia liberal’ que teóricamente están en vigor en los países homologados como civilizados en los grandes centros del poder mundial. Por allí pasan de vez en cuando los ‘inspectores’ del sistema a ‘medir democracia’ mientras las epidemias de hambre marcan a fuego a grandes franjas de territorios: ahora mismo, en el Sahel, unos 16 millones de personas, en siete países, están a punto de caer en ‘emergencia humanitaria’. Los que piden en las calles de Europa allí engrosarían a las ‘clases acomodadas’.
Un amigo periodista que anduvo recorriendo Mauritania hace muy poco se encontró por allí un ejército…intentó dialogar con los soldados pero no le supieron decir de dónde venían y ni siquiera llegaron a explicar por qué estaban allí. Aunque formalmente existen Estados, bien puede decirse que África es hoy una ‘tierra de nadie’ por la que deambulan ejércitos que intervienen en guerras, escaramuzas y devastaciones humanas y territoriales, depredando y participando del saqueo generalizado. Las grandes multinacionales se llevan de allí el petróleo, el coltan (mineral estratégico porque está en el meollo de los móviles), diamantes u otras piedras preciosas y otra variedad de materias primas.
Como cuando vemos el pillaje de una ciudad devastada por una catástrofe natural, así podemos ver al continente, arrasado por la brutalidad de la hiperexplotación. Así como leyendo ‘Guerra y paz’ se puede saber mucho más de la Rusia invadida por Napoleón que estudiando a cualquier historiador (genial Tolstoi), y se puede saber más de la Revolución Francesa viendo llegar las oleadas de nuevos ‘virreyes’ que –como los recién nacidos- ‘venían de París’ a las colonias francesas caribeñas, en “El Siglo de las Luces” (genial Carpentier)… del mismo modo podemos enterarnos más de lo que está ocurriendo en este siniestro presente africano de mercenarios y milicias salvajes leyendo “La canción del misionero” o “El jardinero fiel” (genial Le Carré) que si estudiáramos… ¿qué cosa? ¿está escribiendo alguien una historia veraz’ del siglo que se fue o del que estamos soportando? ¿Hay alguien ahí que cuente lo que está pasando en este planeta a la deriva? ¿Alguien recuerda a los grandes líderes de la independencia y del Panafricanismo, los Patricio Lumumba, Modibo Keito, Sekú Turé, Kenneth Kaunda, Nkuame Nkrumah, al propio Leopold Sedar Senghor, al gran Nelson Mandela, a Julius Nyerere o los primeros tiempos de Robert Mugabe o de Jomo Kenyata, y tantos otros? ¿Alguien apunta, al margen de la repugnante historia oficial, cómo se está ejecutando, por un mecanismo implacable del sistema, la desintegración de África, en el conjunto de ese pequeño accidente que es, para el poder mundial, la simple existencia de miles y miles de culturas periféricas… que ni siquiera sabemos cuántas son o cómo se llaman?