¿Cuál Iglesia, cuál 15-M?

21 Feb
Un grupo de manifestantes, con caricaturas de Mariano Rajoy.
Un grupo de manifestantes, con caricaturas de Mariano Rajoy.

Rajoy tiene ahora una fuerza impresionante dentro de su partido. Tanto, que se ha atrevido a pasarle paternalmente el brazo sobre el hombro a Aznar. Y desde esa altura Rajoy se ha puesto también paternalista con los 5’3 millones de parados, en cuya representación se atrevió a hablar. Quizás haya imaginado que esos centenares de miles de manifestantes de más de 50 ciudades españolas se habían reunido sin contar con ningún desempleado; para el presidente del Gobierno, los desempleados estaban todos simbólicamente subidos a su tribuna «pepera».

Pero la plataforma que dio a Rajoy tanto atrevimiento no fue su dominio sobre sus «correligionarios» del PP, ni que se haya podido liberar de la sombra de Aznar (y, de paso, haya recuperado a los medios de comunicación aznarianos, que le daban más palos que los medios afines al PSOE)… Su fuerza no estuvo allí, sino en la acera de enfrente: la poderosa protesta ciudadana fue convocada por los sindicalistas de UGT y Comisiones Obreras, acompañados en algunos sitios de personalidades socialistas tan destacadas como la mismísima Carmen Chacón. Esos dirigentes quemados, a los que la gente ha perdido todo el respeto fueron las grietas por las que se coló la osadía de Rajoy. Y por esas mismas fisuras puede perder comba el 15M, que no ha querido esquivar su presencia, pese al disgusto generalizado con los sindicalistas que hasta ahora se habían hecho cómplices de toda clase de retrocesos y recortes.

Su savia juvenil le da al 15M fuerza y espíritu de lucha pero también cierta ingenuidad ante los gérmenes de viejos conflictos de la izquierda clásica, que se ha refugiado masivamente allí y pretende controlar desde adentro esta movida reivindicadora. Muchos militantes de esa «izquierda histórica» intentan abrir camino a la «vuelta al redil» de los dirigentes y las siglas sindicales subvencionadas. Y una vez más se plantea una disyuntiva: abrir los brazos para que los que renunciaron a la lucha en un momento dado supuestamente vuelvan ahora a ella, o defender los principios y mantener el eje anti sistema del movimiento callejero y asambleario original. Parece que tanto da un camino como otro, pero se hacen divergentes muy rápidamente: uno lleva a repetir los «tics» de variadas propuestas «izquierdistas» que nunca pudieron remontar vuelo y a seguir alejándose de una gran parte de los ciudadanos, en tanto otra busca sumar a sectores masivos que, justamente ahora, empezarán a comprobar que la brutal reforma antipopular de Rajoy se apunta a las «tres i»: injusta, inútil, ineficaz.

Hace ya prácticamente medio siglo la iglesia dio un vuelco impresionante, de la mano del Papa Juan XXIII. Por aquellos años (1963) muchos amigos se burlaban de mi porque decían que yo no creía en dios pero sí en Juan XXIII. Aquel Papa y su Concilio Vaticano II pusieron un marco de control al poder de Occidente, que estaba desmadrándose, y que obviamente no contuvo la barbarie de la civilización dominante… pero sí sirvió para sentar unas bases doctrinarias que quitaban a la Iglesia de lo que hasta entonces había sido un «trabajo» invariablemente al servicio de los poderosos. Aceptando la propiedad privada, le marcaba una «función social»; reivindicando los derechos del hombre, también reclamaba la igualdad de la mujer; el salario debía permitir un nivel de vida adecuado a la dignidad del ser humano; se defendía el derecho a emigrar y se exigía el respeto a los exiliados… Se daba, incluso, cierto fundamento a la rebelión porque «aquel que posee determinados derechos tiene, asimismo, como expresión de su dignidad, la obligación de exigirlos…».

Cuántas de estas propuestas, contenidas en su última encíclica (Pacem in terris) se podrían exigir hoy a Rouco Varela y se podrían recordar a tantos millones de creyentes que han permitido que el cristianismo vuelva a ser metido dentro de la cárcel del sistema. Por ahí andan millones de compañeras y compañeros que se incorporarían al 15M si se les convocara desde una lucha por la libertad y por la justicia, sin banderías ni siglas. Pero es difícil atraerlos si se les invita yendo del brazo de estos cómplices de la gran estafa.

Hay que tener toda la paciencia que haga falta para seguir señalando, día tras día, dónde están los ladrones y sus cómplices –sea en el gobierno, en los sindicatos o en la oposición…– con la autoridad moral de que queremos sumar por convicción y no puramente por «agrandar la mani».

Una respuesta a «¿Cuál Iglesia, cuál 15-M?»

  1. A los jóvenes héroes de Valencia:

    «Que mi voz suba a los montes y baje a la tierra y truene, eso pide mi garganta desde ahora y desde siempre. Acércate a mi clamor, pueblo de mi misma leche, árbol que con tus raíces encarcelado me tienes, que aquí estoy yo para amarte y estoy para defenderte con la sangre y con la boca como dos fusiles fieles… Ayer amaneció el pueblo desnudo y sin qué ponerse… En su mano los fusiles leones quieren volverse para acabar con las fieras que lo han sido tantas veces… Aquí estoy para vivir mientras el alma me suene, y aquí estoy para morir, cuando la hora me llegue, en los veneros del pueblo desde ahora y desde siempre» (El pastor de Orihuela)… Pulsar «Entrar» en:

    http://aims.selfip.org/spanish_revolution.htm

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