Los observadores están mirando al 38º congreso del PSOE –sus sesiones y sus secuelas- sin tomar del todo en cuenta que se hallan ante una especie en vías de extinción. Y es lógico porque, si asumieran la envergadura del desastre de los socialistas, los medios de comunicación no deberían dedicar tantísimo espacio y tantísimo tiempo a los avatares de esa legión de mil delegados.
Claro que de tanto en tanto los observadores recuerdan –y hacen un apunte al margen- que las terribles disputas entre el vencedor Rubalcaba y la perdedora Chacón son choques feroces pero solo por los despojos de un naufragio. Pero si dieran su dimensión real a las peleas internas de los socialistas deberían revisar tanta dedicación: así como un sabio consejo del oficio periodístico es el de no dejar nunca que la verdad nos arruine un buen reportaje, tampoco los encargados de la distribución del espacio/tiempo en los medios deben dejar que la realidad fastidie sus planes. ¿Les interesará tanto el 38º congreso porque verdaderamente creen que esta gente será la que disputará en el futuro el gobierno al Partido Popular? Es posible pero de ningún modo puede darse por seguro. Hay otras posibilidades en el horizonte. Puede ocurrir que Izquierda Unida y la UPyD sigan ganando terreno y quizás también lo logren las fuerzas nacionalistas; puede ocurrir que a alguien se le ocurra refundar un partido socialista, si quedara un espacio –al menos en teoría- entre IU y el partido de Rosa Díez; y puede incurrir, incluso, que haya que ‘refundar’ a este mismo Partido Socialista desde su interior… pero esto último no parece que pueda suceder con los elencos dirigentes que han quedado al frente del PSOE tras este congreso.
Porque lo más notable de este gran cónclave de mil delegados ha sido que nadie –nadie: ni Rubalcaba, ni Chacón, ni ningún tercero en discordia- ha renegado de todo lo ocurrido en los ‘tiempos modernos’, desde la muerte de Franco hasta ayer mismo, dentro del PSOE. Sin un corte brutal con este pasado reciente (aunque se trata de renegar de algo que estos mismos mil delegados han construido) los socialistas entrarán en la misma vía muerta en la que ha estado tantos años (y todavía está) el comunismo, que nunca fue capaz de dar un tajo rotundo con su pasado ‘internacional’ de espantos como el Gulag soviético, el comu-capitalismo chino, las atrocidades de Pol Pot, y un larguísimo etcétera.
El PSOE no ha dejado tras de sí una estela tan siniestra, ni mucho menos. Y sin embargo su trayectoria ha hecho tantos quiebros para adaptarse a las exigencias del Sistema que, aunque no arrastre historias genocidas, ha arrancado una a una sus raíces sociales, sus proyectos económicos y su misión regeneradora –socialista- de la política.
Este PSOE de hoy es el heredero de ese Felipe González de los GAL, quien hoy sigue pidiendo sitio para las nucleares; y es internamente la continuidad de ese férreo aparato (estalinismo adaptado a formas presuntamente participativas) tan diametralmente opuesto a los más elementales principios democráticos. Si, ya sé que en el Partido Popular funciona la misma o peor ‘dedocracia’, pero esa es otra historia: el PP nunca ha pretendido inaugurar una democracia participativa sino apenas amoldar el postfranquismo a una fórmula homologable para Europa (un continente que, entre tanto, está perdiendo incluso el más elemental respeto por los derechos humanos).
Es cierto que esa tremenda herencia negativa se simboliza en el mismo Rubalcaba, que saltó de una etapa a otra, desde el GAL felipista hasta la destrucción de la legislación social del último zapaterismo… Rubalcaba ‘fue’ Felipe, ‘fue’ Zapatero y ‘fue’ postzapaterismo… pero eso no supone que la señora Chacón trajera un programa ‘redentor’. Ella también fue una de las abanderadas del último PSOE, con su postrera fórmula para echar abajo incluso sus propias medidas demagógicas de la precaria etapa anterior.
Bien podría decirse que no se trata de que estos mil delegados del PSOE estén ‘en vías de extinción’ sino de que el PSOE mismo, tal como lo hemos conocido durante casi cuatro décadas, ya se extinguió. Si el Sistema no opta por quitarse los disfraces y mostrarse abiertamente totalitario –cosa que no hay que descartar– alguien disputará al PP la hegemonía en el próximo futuro; serán otros partidos o será otro PSOE pero no éste PSOE que acaba de extinguirse.