Es como si nos anunciaran que se aproxima un meteorito que va a provocar una colisión de consecuencias imprevisibles… pero en realidad es nuestro propio planeta que está ‘chocando’ con la realidad. Y no nos queremos preocupar demasiado. Algún técnico habrá que acomode las cosas para que no haya demasiadas desgracias y para reparar los daños. Pero estos ‘técnicos’ son los que gobiernan. Y si miramos a las cabinas de mando vemos, por ejemplo, a ‘nuestro’ inefable ZP con sus gracias: solamente él se toma en serio a sí mismo. ¡Qué desolación! La rellenita señora Merkel travestida de ecologista (igual sufrió una catástrofe electoral); o el inflamado Napoleón de Sarkozy, aprovechando, el ataque a Libia para bombardear también Costa de Marfil. Debe ser buena gente pero unos miles de muertos más o menos no le preocupan demasiado. Suceden cosas cada vez más aberrantes, como esos tunecinos que son héroes de la lucha por la democracia en su país y se convierten en tristes emigrantes, perseguidos y encerrados, si pisan tierra italiana.
Sabíamos desde hace unos años que se había acabado el pleno empleo y que el ‘estado del bienestar’ habría que defenderlo en cada trinchera, mientras la sociedad de mercado se lo iba devorando. Pero quizás no imaginábamos que también la democracia iba a perder fuelle hasta el punto de que hoy está tanto o más amenazada que las conquistas sociales. Creíamos que estábamos en un ‘piso’ democrático que iba a costar mucho elevar… pero no calculábamos que el seísmo del mercado agrietaría el suelo bajo nuestros pies.
De todos lados llegan noticias de este choque del planeta con la realidad. En Islandia se ha puesto al timón el pueblo mismo, dando un volantazo: no van a pagar las deudas que contrajeron ávidos inversores que decidieron correr el riesgo con la esperanza de lograr intereses muy altos. Los gobiernos de Holanda y el Reino Unido han compensado a esos inversores pero ahora quieren arrancarle a los islandeses 4.000 millones de euros, una cifra más alta que el presupuesto del país de todo un año. En Islandia han vuelto a rechazar en referéndum que el pueblo pague las deudas de la banca y han dado un ejemplo al mundo: perdieron el miedo a las amenazas de que no podrán ingresar en la Comunidad Europa (¿castigo o premio?) y de que el FMI no les va a dar créditos (¿desgracia o suerte?). Cuando las democracias europeas se resquebrajan, la gente de pensamiento liberal mira hacia Estados Unidos. Pero la democracia está gravemente enferma allí también. Hace algunas semanas hubo grandes manifestaciones en tres estados del medio oeste (Wisconsin, Illinois y Ohio) pero no impidieron, en Ohio, una nueva legislación para que los sindicatos de los empleados públicos no puedan negociar sobre seguros de salud y pensiones: solo podrán firmar convenios sobre salarios. Por añadidura, les prohibieron el derecho de huelga. En Madison, capital de Wisconsin, hubo diez días de manifestaciones durante las cuales medio millón de personas desfilaron pacíficamente por el Capitolio del estado. Por teléfono, un cibernauta se hizo pasar por el señor Koch, un millonario que financió la campaña del gobernador, y le preguntó a éste si no iba a enviar a provocadores a que cometieran actos violentos: el interpelado respondió que “lo había pensado” pero no lo hizo por temor a que hicieran destrozos y esto incitara a la gente a presionarle… para que negociara. Hay que tener presente este dato porque dependemos de una ‘información’ que viene tan contaminada como los alimentos que consumimos.
Estamos chocando con la realidad y mirar para otro lado no nos va a servir. Parece que van a tener que ser los mismos pueblos los que den un volantazo, como lo hicieron en Islandia. Tendremos que poner gestores pero bajo la vigilancia de todos. Eso que se llama participación: algo que se convoca como si fuera un espíritu inaccesible y que, si de repente aparece, provoca pánico. No debería dar tanto pavor porque es el espíritu mismo de la democracia.
Señor Horacio, yo no tengo miedo a la participación (de otros), pues no creo que vaya a ser peor que la de los que ahora participan (del pastel): los políticos y sus amiguetes.
Un saludo, y muchas gracias.
Bueno, amigo Holden, yo no hablaba de participar en el pastel sino en las decisiones. No es fácil lograr que la gente participe pero más difícil todavía es que la dejen participar.
Sé a lo que usted se refería, señor Horacio. Pero yo quería aludir a que, los que ahora participan en la toma decisiones, lo hacen (cortos de luces) fundamentalmente para repartirse el mermado pastel fruto de la torpeza, y poco más. Recuerda usted aquello de, quien parte y reparte se queda con la mejor (y mayor) parte; pues eso. Por demás, parece que, no es que no dejen participar a la gente, pues la gente (el pueblo) puede hacer, tiene el poder para hacer lo que le venga en gana (con su sociedad) pues nadie puede impedírselo (no por mucho tiempo al menos), lo único necesario para ello es la voluntad de lo que ahora carece; a la buena y acertada voluntad, me refiero.
Un saludo