Hay gente –también mujeres, lo que no es paradójico, aunque alguien pueda creerlo así- que vive en estado de erección permanente. El problema físico se convierte en trauma psicológico cuando la persona afectada cree que la erección permanente, en vez de ser un padecimiento, es una fórmula para gozar de cada minuto de la vida.
Quizás podamos ir construyendo aquí una especie de ‘galería de priápicos’ que sea de alguna utilidad.
La capacidad para gozar supone un cierto equilibrio: no hay culminación sin relax y no hay relax sin culminación.
También en este caso sería importante que los visitantes del blog hicieran sus aportaciones, señalando con el dedo (que sea el dedo índice, por favor) algunos de estos casos de erección permanente.
Yo señalaría al señor Arenas, siempre parece estar satisfecho y gozoso. Un saludo, señor Horacio.
El dedo del que señala ya está también erecto de por sí. En la antigua Roma, hacer la peseta era un símbolo fálico que significaba «suerte», pues el pene era icono que se asociaba a fertilidad y prosperidad.
Berlusconi sería un priápico, aunque de boquilla, pues, en estos ámbitos, la fanfarronería, es un aspecto que prima.
Querida Lola: A lo mejor todos los legionarios eran priápicos, menos los que fueron a luchar contra Asterix y Obelix, que parecían un poco lelos. No creo que Berlusconi sea un priápico de boquilla sino de aquellos, algo equivocados, que ven en la erección permanente un estado ideal; o sea que, nunca dicho más literalmente, confunden el culo con las témporas.
Un beso
Yo quisiera que el autor nos hablase sobre las mujeres priápicas, ante las que un hombre como yo-feo, católico y sentimental- se siente abrumado y humillado. Y, encima, pues se supone que, por puro machismo, tenemos que responder o corresponder, hay que estar encantado.