Cerrar el destierro.

11 Nov

Tras la sonora derrota de Manresa hace un par de fines de semana, el Unicaja se nos quedó la semana pasada en esta columna a punto del partido en Turquía de la BCL y del de Badalona de Liga Endesa, en medio de ese espíritu malaguita tan ciclotímico que suscitaba dudas, por un lado, pero confianza, por otro. Sobre todo, porque el crédito del equipo seguía y sigue estando vigente.

Las dudas venían por la naturaleza particular, porque hablábamos de un rival en la Basketball Champions League que había caído por 30 en Málaga, pero que había ganado el fin de semana anterior en la cancha del Fenerbahce en su Liga, lo que alteraba más el ánimo. Con lo cual, modo susto activado para ambos partidos.

El resultado es conocido, en Aliaga. Paseo militar de los que tienen sólo una parte de provecho para el trabajo del equipo, porque el partido fue sentenciado pronto por parte del Unicaja y dejó al rival minimizado, con incluso peores sensaciones en pista de las que el elenco de Ibon Navarro había mostrado en Cataluña antes del viaje.

Y en la vuelta a la Liga ACB, entre las ausencias por lesión y una configuración algo particular del Joventut, rival en el Olimpic, la dureza mostrada por el Unicaja en el partido sirvió para mantener el liderato de la Liga española otra semana más.

Siguiendo de la mano de ese estado de ánimo, el partido de Badalona tampoco daba margen para relajarse. Sobre todo, porque la perfección, o conseguir alcanzar el momento idóneo de juego, aún está por llegar en este Unicaja. La tradición en esa plaza histórica no traía especialmente buenos recuerdos (con el permiso de la Copa del Rey del 2023) y aunque el Joventut de los últimos tiempos es un rival irregular y estaba castigado por las lesiones, lo que le dejaba un escalón por debajo del Unicaja, lo cierto es que había poco margen para las confianzas.

La puesta en escena fue de las bonitas y deseadas, con buenas sensaciones con Kendrick Perry al mando del equipo. El montenegrino de pasaporte, junto con Tyler Kalinoski, Tyson Carter y Jonathan Barreiro, son los únicos que han participado en todos los encuentros de Liga ACB y FIBA BCL.

A partir del minuto 7 más o menos, el partido se igualó y obligó a que el Unicaja enseñara la cara de la solidez y de un juego compacto, respondiendo a un rival que no se descolgaba mientras que el físico y la rotación le permitieron aguantar.

Lo que le viene al Unicaja ahora, cerrando el destierro con el partido ante Morabanc Andorra y el parón de la «ventana FIBA», son los partidos en Málaga ante La Laguna Tenerife y Filou Ostende, y el viaje a Madrid para visitar al campeón de Liga en su WiZink Center.

Jugar en Andorra, ofrece similitudes al partido del Joventut. Rival con clasificación calcada, con tres victorias, con lesiones focalizadas en puestos concretos (los verdinegros en la posición de «cuatro», los pirenaicos en los bases) y la necesidad de readaptar el juego a que Jerrick Harding, Aarón Ganal y Nikola Radicevic sean capaces de tapar las ausencias de Ferrán Bassas, Rafa Luz y Shannon Evans, aunque en el caso del exbase del Betis Baloncesto puede que se recupere a tiempo de jugar contra los verdes.

Además, pese a la derrota clara esta última jornada en casa ante el UCAM Murcia, fue un partido que necesitó una buena versión de los murcianos, con una rotación más corta de lo habitual y dejando prácticamente en seis los jugadores útiles para su entrenador, teniendo que usar a Hakanson, Birgander, Rodions Kurucs, Sant-Roos, Ennis y Radebaugh más de veinte minutos en un encuentro.

No le queda otra al Unicaja que seguir, aprovechar esta semana sin jornada europea para que el entrenamiento cunda más allá de la espera en el aeropuerto de turno. Que, aunque sea en el José María Martín Urbano, estar en casa haga más provechoso el trabajo del equipo. Y que, ya que Killian Tillie está empezando a parecerse al jugador que se quería cuando se le fichó el pasado verano, que Dylan Osetkowski vuelva a la versión que lo colocó en el escaparate de mejores jugadores fuera del universo Euroliga.

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