Sólo son datos.

4 Mar

La vuelta a la competición ACB tras el parón de la Copa del Rey y de la ventana de selecciones viene a ser una de las situaciones que los equipos que están en buena dinámica quieren que se produzca, algo que al Unicaja, de esta temporada, pese a la decepción producida en el torneo copero, tenía cierto halo de duda para ver si la vuelta a competición iba a devolvernos el equipo que llegó a la interrupción, o iba a manifestar una bajada de rendimiento.

Lo cierto es que la vuelta no tenía a priori visos de facilidad, pese a tener la visita del Surne Bilbao Básket, equipo en la segunda mitad de la tabla, de esos que están en tierra de nadie, sin aspirar a playoff, ni sufrir por el hipotético descenso, o sea, en otra época, el ideal para poner en un compromiso a los de Ibon Navarro.

Lo cierto es que el partido lo inició bien el Unicaja completando casi seis minutos de gran juego, el parón del tiempo muerto de Jaume Ponsarnau cortó del 21-12 de los locales, y con un 4-11 al final de los primeros diez minutos presentó un rival que no tenía por qué ser tan cómodo como podría imaginarse a priori.

Pero es que a nuestro Unicaja, los partidos se los podrían plantear a 45 minutos que en muchas ocasiones no habría problema, eso de descartar a Alberto Díaz sólo y exclusivamente para que descansara hubiera sido un lujo asiático con una factura prácticamente imposible de pagar para el equipo de Los Guindos hace poco tiempo, que además, el otro base claro del equipo, Kendrick Perry se quede en 12 minutos jugados, solamente 3 de ellos en el segundo tiempo, deja claro que la buena versión del Unicaja que todos queremos no debe de estar tan lejos.

Ante el mes de marzo que se le viene al equipo malagueño, con ocho partidos, cinco de Liga ACB y tres de la FIBA BCL, el mes con mayor concentración de encuentros de la temporada, y ante el que era importante comenzar, sobre todo, es más importante darle continuidad desde hoy mismo en el partido contra el Estrasburgo que puede darle la primera posición virtual del Grupo I y encarar el hipotético cruce previo a la Final a Cuatro con un posible desempate en Málaga.

Estaba claro que el primer partido tras la decepción de la Copa del Rey había que verlo con sumo cuidado, pero como dato no verificado, el año pasado, tras el tropiezo que fue de la eliminación con el Telekom Bonn en la FIBA BCL, en poco tiempo hubo capacidad de digerir la decepción y poner al equipo otra vez en modo superior, ahora hay mucho más tiempo para encarrilar el rendimiento en lo que queda de temporada y aún dos objetivos capitales para el club que quiere seguir en una posición de privilegio, como son la competición europea y la Liga ACB.

Cuando un equipo sólo ha estado tres jornadas fuera de los puestos de playoff en toda la temporada, con dos tercios de la misma ya consumidos, y que la posición más repetida del Unicaja en la tabla sea la de segundo clasificado en quince ocasiones, no tomarlo en serio, y no pensar que, en la medida que se mantenga este rendimiento, hay que colocarle galones de contendiente importante ante cualquier objetivo, y no hacerlo, es ser demasiado tibio frente a lo que puede dar.

Entiendo perfectamente la postura del entrenador, porque estar arriba implica darte los codazos por ocupar los sitios importantes con aquellos que piensan que tu sitio no es el que pretendes ocupar, y no viene a ser lo mismo ser la sorpresa que llega que ser la obligación del que ha de mantenerse donde más se les exige, pero ser consecuente los datos implican expectativas que han de ceñirse a la lógica.

¿Lo peor de todo? Que queremos todo lo bueno ya, de inmediato y en las dosis que nos convengan, pero eso no nos hace especiales, sino perfectamente predecibles.

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