Desde el inicio.

12 Feb

No sería correcto por mi parte titular esta publicación como «la vuelta al lugar del crimen». Vale que geográficamente Badalona nos pilla lejos de Málaga y que el primer partido del torneo copero del 2024, sea el último que se disputó en el Olimpic badalonés el año pasado. Esto habla de vuelta a un ciclo que en algún momento en el Unicaja se había dejado de lado, se había asimilado que algo que tenía que ser obligatorio, se nos vendiera como un éxito sin precedentes, y la realidad nos devuelve que el Unicaja está otra vez en un lugar del cual se bajó casi de forma voluntaria.

Ahora, en casa, al llegar una cita tan ilusionante como es la Copa del Rey, se nos atropellan los sentimientos esperados. De un lado, la cautela que se nos va a presentar, si pensamos con un mínimo de lógica, sabiendo todo lo que rodea a un enfrentamiento deportivo como éste, de los peligros del rival, del componente de fortuna que es incontrolable, de los demonios internos y externos que son aquellos con los que hay que lidiar en estas ocasiones…

Por otro lado, esos mismos motivos sirven para reforzar esa palabra que nadie quiere oír en el entorno del club, eso de considerar «favoritos» a los de Ibon Navarro cara al torneo de esta semana. Y aunque la historia diga lo que sea con respecto al campeón anterior, al anfitrión, a lo rematadamente mal que se le da al Unicaja cualquier tipo de compromiso decisivo en Málaga, dando igual competición, plantilla, entrenador… lo cierto es que hay cosas que no se pueden obviar.

Algún purista me hablará de dos competiciones diferentes, dando por inválido lo que ha ocurrido en la Liga ACB con respecto a lo de la Copa, pero tirando de la competición de la regularidad, el equipo de Málaga ha estado en puestos de play off 19 de las 22 jornadas anteriores, siendo la posición más repetida la de segundo clasificado, posición en la que lleva inamovible desde hace 10 jornadas, y encadenó 14 victorias seguidas.

Añadiendo sensaciones a los datos aportados, el equipo de Ibon Navarro ha vencido a los cuatro equipos de Euroliga, además, con solvencia en todos los casos, e, incluso tras haber perdido en Badalona, tiene la mejor racha previa al torneo, con permiso del rival, que mejora ese parámetro con respecto al Unicaja.

No obstante, la fortaleza del grupo que manda Ibon, queda fuera de toda duda en el momento que se le da un vistazo a los números. Si se observan las veinte categorías estadísticas individuales que proporciona la ACB, el Unicaja sólo tiene presencia entre los diez primeros en tres de ellas, siendo además, dos de ellas casi residuales, ya que Kameron Taylor está el cuarto clasificado en el “Más/Menos” con +8, y Yankuba Sima es el noveno jugador que más mates realiza, con 1 por partido. La importancia varía en el porcentaje de tiros de 3 puntos, con Alberto Díaz, en tercera posición, promediando un destacable 50% de acierto.

Entiendo que no señalar a un arma singular dentro del conjunto puede significar una complicación añadida para el contrario. No obstante, el valor del grupo también es un concepto importante en los canarios, sobre todo por identificar de manera clara las principales armas.

Todos tenemos en la cabeza el valor de la plantilla de Txus Vidorreta, con la adición de Kyle Guy hace media docena de jornadas, le da una dimensión añadida al juego exterior, el cual entre la lesión de Jaime Fernández y cierta bajada de rendimiento de Sasu Salin, hacen que la aparición de una versión más agresiva en el juego del ex Panathinaikos tenga mayor valor. La pareja Marcelinho Huertas-Giorgi Shermadini sigue siendo la solvencia personificada como además se puede ver en el plano estadístico.

La anécdota de la presencia de 6 ex cajistas (Tim Abromaitis, Ilimane Diop, Jaime Fernández, Sasu Salin, Giorgi Shermadini y Édgar Vicedo) entre los 15 miembros de la plantilla canaria es otra curiosidad que se añade a lo histórico que supone que el primer partido del entonces Caja de Ronda en la máxima categoría de nuestro deporte fuera el 24 de octubre de 1981 en un remozado y reparado Ciudad Jardín, que se entregó el mismo día del partido a los jugadores de Ramón Guardiola y José María Martín Urbano, el resultado, más anecdótico aún, empate a 84 ante el llamado Velázquez Canarias, con una actuación estelar de Paco Alonso por los locales y Larry McNeil por los aurinegros.

Marcelinho Huertas, Bruno Fitipaldo, Jaime Fernández, Sasu Salin, Kyle Guy, Álex López, Elgin Cook, Joan Sastre, Elgin Cook, Édgar Vicedo, Aaron Doornekamp, Tim Abromaitis, Ilimane Diop, Dusan Ristic, Giorgi Shermadini y Fran Guerra son los quince jugadores que ha usado Txus Vidorreta, y salvo en el caso del lesionado pívot grancanario, con mejor o peor condición física, todos harán lo imposible para estar el viernes e intentar plantarle cara a un Unicaja, el cual, está en la pelea de quitarse la etiqueta de favorito.

Ciertamente, el enfrentamiento entre cajistas y canarios quizá pueda ser el más igualado de los cuartos de final por el estado de forma en el que llegan ambos contendientes, sobre todo, porque la cara que están ofreciendo a sus seguidores es de las mejores en esta temporada, aunque este año, en el caso del Unicaja, hay momentos en los que no se sabe dónde está el límite.

Yo creo que entre los seguidores cajistas, esta temporada, que ofrece un rendimiento casi impensable desde el primer partido de la Supercopa allá por el mes de septiembre, tiene pendiente el tener el aliento contenido para esta ocasión especial y ver cómo responde el equipo en esta situación de «partido decisivo», cosa que el torneo copero todos los son, más allá del juego que se pueda desarrollar, del acierto que se pueda mostrar o de la contraposición que pueda mostrar el contrario. En gran medida, el éxito de este encuentro, pasa por dominar las emociones propias, ésas que en el caso de los locales ya aparecieron en ocasiones anteriores demasiado recientes para dejarlas de lado.

Sin meternos en esos datos del microcosmos particular que es la Copa del Rey, en la que se habla de lo poco común que es ver al anfitrión ganando el trofeo, o de lo menos habitual aún que es ver cómo se repite el campeón de un año para otro, lo cierto es que el Unicaja lleva desde el primer balón al aire haciéndolo muy bien, a base de creer en las posibilidades propias y en la capacidad de competición frente a los rivales.

Casi nadie podía creer el pasado año con el camino marcado por el sorteo, que íbamos a contarle a las generaciones venideras tres jornadas mágicas del deporte que nos gusta. ¿Motivos en este 2024 para creer en todo?, sobrados, además sin recurrir a una arenga en modo superhéroes, simplemente reconociéndose en el espejo, este equipo tiene tanto que ofrecer que no creer en él sería adoptar esa pose de ese compañero odioso que había en la clase que antes de los exámenes decía que no había estudiado nada y luego sonreía delante de un sobresaliente.

Si para terminar todo esto no dijera que, aunque se respeta tremendamente a un rival que llega mejor que bien, hay que contar con este Unicaja para todo lo bueno que venga, sería una triste mentira, y para eso no venimos. Disfrutemos, es lo mejor que se puede hacer.

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