Quinta victoria en fila del Unicaja en la Liga ACB, u octava contando los partidos de la FIBA BCL, resultados magníficos que además le dan la cuarta posición de la tabla por tercera jornada consecutiva, viendo que la segunda posición está sólo a un triunfo de distancia.
Si esto lo pusiéramos antes de la Copa del Rey, o llegando al fin de la Liga Regular, sería mucho mejor, está claro, pero no está de más ver cómo el equipo hace su trabajo, aunque haya veces que se infringe una derrota con más o menos brillantez.
El sábado pasado en la visita al Bàsquet Girona tenía ante sí un compromiso en el inicio de una gira que lleva a los de Ibon Navarro lejos de Málaga hasta el mes de diciembre, con un rival que ya pagó el peaje lógico del ascenso en la pasada temporada, y que, tras reinventarse ante la no participación (al menos momentánea) de Marc Gasol, piedra angular del proyecto, tanto en la cancha como en los despachos, está cuajando un primer tercio de competición más que destacable. De hecho, si se piensa en el objetivo de cada equipo, están cada vez más cerca del que se puede interpretar como factible, la permanencia con menos problemas que la temporada pasada.
Más allá de haber derrotado a Valencia Básket y a Dreamland Gran Canaria, equipos ante los que cayó el Unicaja en su momento, parte de los inconvenientes de la visita a Cataluña estaba en la forma de funcionar en la cancha de los de Salva Camps, un equipo que le gusta correr, que tiene en el ritmo de juego y la agresividad a la hora de atacar el aro parte de las señas de identidad, y que en muchos momentos del juego ha venido siendo una especie de «alter ego» del Unicaja.
Está claro que hay diferencias entre un equipo y otro, en todos los sentidos, no hablo de fotocopias exactas entre uno y otro, pero como decía mi compañero de retransmisión en la Cadena Cope, el gran Anicet Lavodrama, lo peor que te puede suceder es enfrentarte a tu imagen en un espejo. Y durante algo más de veintidós minutos, al plantel de Los Guindos se le hizo muy complicado encontrar de qué forma responder a lo que planteaba el equipo local, teniendo que remontar con un parcial de 21-42, un 57-40 adverso.
Aún lejos de su mejor estado de forma, los de Ibon Navarro están sacando victorias sin tener un juego brillante, eso sí, hace mucho tiempo que no recuerdo un nivel físico tan alto de manera global. Está claro que las ausencias vengan dadas por poder gestionar las cargas de trabajo de manera voluntaria, en lugar de estar supeditado a la lista de lesionados ayuda y mucho, que a la fuerza de poder entrenar y jugar sin problemas físicos, el equipo vaya evolucionando no deja de ser otra consecuencia lógica.
Este fin de semana vendrá la visita al WiZink Center para enfrentarse al equipo más en forma del baloncesto de los mortales, porque el Real Madrid cuenta sus partidos por victorias tanto en ACB como en Euroliga, y, aunque antes del partido del domingo tiene que enfrentarse a Valencia Básket y Mónaco, no parece de ninguna manera que vaya a ser el anfitrión más propicio para que el equipo malagueño siga extendiendo la racha victoriosa.
No sólo por el momento de la temporada en el que estamos, sino además por el juego que ofrece el equipo. De momento se trata de seguir mejorando, a base de ir erradicando los errores que se cometen, que las piezas del engranaje que de momento no están al nivel que se espera de ellos, lo alcancen, y se consigan las prestaciones por las que trabaja el cuerpo técnico.
De entrada, en cuanto al sentido de la palabra equipo, un par de datos, en las estadísticas de la ACB. Unicaja figura el segundo en puntos a favor y el tercero en valoración total. Si se buscan las individualidades, Kendrick Perry es el mejor del plantel en ambos aspectos del juego, en las posiciones decimonovena y vigesimosegunda, respectivamente. Todo ello en menos de veinte minutos de presencia en cancha. Si junto a todo esto se siguen manteniendo lejos las lesiones, mucho mejor.