Con la victoria del sábado pasado ante el Monbús Obradoiro, el Unicaja cumple con media docena de victorias consecutivas incluyendo los partidos de la FIBA BCL, competición en la que cerrará la primera vuelta esta noche ante el Peristeri de Vasilis Spanoulis.
El partido ante el equipo de la paloma (traducción del griego al español), es el último de cuatro encuentros en casa antes de afrontar otros tantos compromisos lejos del Martín Carpena, a partir del próximo fin de semana.
Ahora toca evaluar de qué forma va a responder el equipo con la gira que va a realizar fuera de Málaga, visitando Girona, Madrid, Le Mans y Bilbao. Como dato, de los cuatro partidos jugados en cancha ajena, el Unicaja perdió dos de ellos, ambos en ACB, en Zaragoza y Las Palmas, también coincidiendo con la racha de tres derrotas consecutivas, todas en la competición nacional.
Entre ese tramo con tres partidos perdidos, y el de ahora, que tiene seis victorias seguidas, creo que el factor que ha podido influir más es la posibilidad de poder entrenar con todo el plantel al completo, que las lesiones hayan respetado al equipo me parece crucial, porque las ausencias han venido más por decisión del entrenador que obligadas por problemas de salud. Creo que Kendrick Perry, no jugó frente al Río Breogán más por la situación del calendario y del rival, que por la gravedad del problema físico.
Ahora corresponde seguir rindiendo en la carretera, ya que, pese a que la importancia clasificatoria la tiene más en la FIBA BCL, por lo necesario de quedar primero de grupo para evitar la eliminatoria de clasificación de enero, en contraposición de la ACB, que ya tiene la clasificación para la Copa del Rey por ser organizador, lo que viene transmitiendo el equipo de momento es lo adecuado. Vale que se espera aún a gente como Tyler Kalinoski o David Kravish, que están pendientes de aparecer aún, pero de momento, está bastando con lo que se ofrece.
Quizá hay momentos, que al igual que el mero dato clasificatorio (líder en BCL y cabeza de serie en ACB), puede verse esto como algo engañoso, como ocurrió en la victoria del sábado, dónde un par de rachas ante los gallegos, provocaron que el equipo llegara muy suelto al descanso, dando una impresión de facilidad, mucho mayor de lo que la realidad ofrecía.
Y es que, aunque aquí está todo visto, una de las cosas que veo en este año, es que físicamente el equipo está este tramo de competición hecho un auténtico tiro, que a los contrarios se les hace muy largos los encuentros ante el Unicaja, entre la profundidad de banquillo (cosa que a los dos últimos visitantes, con rotaciones bastante más cortas les pesó bastante), y el ritmo impuesto hace muy difícil seguir a los de Ibon Navarro.
Se puede entender la intensidad como algo dentro del libro de estilo del banquillo, pero aparte de tener la confianza y la seguridad en que la plantilla que se maneja va a responder, y lo cierto es que la preparación física, en manos de Marcos Cerveró desde agosto de 2021, está cubriendo de sobra todo lo que podía esperarse, otro motivo más de alegría, con alguien salido de la factoría de EBG Málaga, y que tras pagar su peaje de experiencia en sitios como México, China, Kazajistán, Venezuela o Francia, tiene la oportunidad que tanta gente en Málaga ansía: poder llegar al primer equipo. Entre que llega uno de los nuestros y cómo se refleja su buen trabajo, doble alegría.
Quizá la mejor noticia de todo sea que las llamadas a la tranquilidad hay que hacerlas más, para que nadie se venga arriba pensando que de aquí a junio se termina con tres títulos. Y es preferible a que haya que decir eso de «queda mucha liga y seguro que el equipo levanta el vuelo», porque a todos, la competición, va a ponerlos al final en su sitio, sin problema alguno.